Se complica la situación de los cuatro imputados por la toma de la UTA

Se evalúa pedir la prisión preventiva de los acusados, quienes comandaron un episodio de alta peligrosidad al mantener cautivos a tres gremialistas, a quienes sometieron a golpes y maniobras de amedrentamiento.

Justicia 19/09/2016

A medida que avanzan las distintas diligencias en torno a la investigación penal por la toma de rehenes en la sede local de la UTA, calificada como secuestro coactivo y robo calificado, la situación de los cuatro detenidos se torna cada vez más complicada.

Por este hecho se encuentran detenidos por ahora Oscar Raúl Villa, Daniel Hipólito González, Walter Ignacio Pérez, Omar Daniel Alberto Pereyra, sindicados como los cabecillas de la toma del edificio de la UTA el lunes pasado, donde mantuvieron por varias horas cautivos al secretario general de ese gremio, Jorge Flores, Miguel Rasjido y Mario López.

Tras la irrupción de los manifestantes en el edificio, en un número de más de 30 personas, los acusados centraron sus exigencias en torno a una interna gremial con denuncias de supuestos fraudes, razones por las cuales pedían la renuncia del titular del sindicato.

Esta versión, al parecer, podría tratarse de una simple fachada que habría sido utilizada para ocultar otros fines, entre ellos el robo de dinero de la sede gremial, hecho que fue corroborado por los sindicalistas que fueron retenidos.

La investigación de este caso se encuentra en manos del fiscal penal, Horacio Córdoba, quien esta semana podría oficializar el pedido de prisión preventiva de los acusados, como así tampoco se descarta otras medidas que agravarían la situación de los imputados.

Versión en duda

Resulta que de las declaraciones de los tres gremialista retenidos, las que se realizaron de manera simultánea, surgieron elementos que no sólo ponen en duda la verdadera razón por la que se tomó el edificio, sino que evidencian un accionar planificado casi a la perfección.

Las víctimas fueron coincidentes en señalar que los delincuentes irrumpieron armados con palos, con cadenas y candados para cerrar el edificio, como así también con bidones de combustible para rociar las puertas y otros sectores claves del inmueble.

Algunos de ellos, de manera intimidante, se paseaban con una jarra eléctrica frente a los compañeros retenidos a fin de amedrentarlos, como así también manipulaban botellas de gaseosa chicas con gas oil, tipo bombas Molotov.

Dijeron que lo cambiaron de lugar, lo que despistó a los policías, quienes sostenían que estaban en el segundo piso, en una oficina, cuando se hallaba en una sala de reunión. Flores y Rasjidos, en tanto, fueron los que más golpes recibieron, como así también amenazas.

También se refirieron a la actuación de un sujeto de capucha, con lentes oscuros, quien ingresaba de a ratos a donde estaban cautivos para amenazarlos con matarlos. Incluso los cabecillas se hicieron ver con este sujeto como una especie de verdugo que sólo esperaba órdenes para matarlos.

Este accionar, según publica Nuevo Diario de Salta,  dejó en claro el grado de peligrosidad de los cuatro detenidos, quienes ahora, a través de su defensa, intenta hacer pasar el hecho como una cuestión interna, propia de un conflicto sindical, situación que para nada se asemeja con lo que realmente sucedió dentro de la sede gremial.

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