Policiales26/12/2017

2017, un año signado por cruentos asesinatos: Los casos más resonantes

Con crímenes como los de Andrea Neri en manos de Gabriel “Chirete” Herrera durante una visita privada; de Jimena Salas, aún impune; de Paola Alvarez cometido por su novio, Santiago Zambrani; y el de Alejandra Párraga y su pequeño hijo, Amir, envenenados por el periodista, Gaspar Cinco, Salta cierra un año negro en materia de homicidios.

Los expertos criminólogos coinciden en señalar a 2017 como uno de los años con más hechos de sangre, homicidios que causaron mayor impacto en la sociedad, tanto por la historia de vida de las víctimas, como por el mecánica utilizada por los asesinos.

A mitad de año, en junio pasado, la Procuración General alertó oficialmente sobre esta condición al resaltar un notable aumento de hechos registrados solamente en la capital salteña y localidades vecinas, las que conforman el llamado Distrito Judicial Centro.

Hasta mayo pasado solamente, según se informó, se habían registrados 23 homicidios, uno menos de los 24 que ocurrieron en todo el año 2016. Lo que siguió no fue menos, pues el número creció aún más. No obstante, todos los hechos ocurridos en este año, a excepción de uno (Jimena Salas), se encuentran con personas detenidas e imputadas.

La contundencia de estos números sólo es comparable con la crueldad, saña y perversidad puesta de manifiesto por los homicidas, cuyo accionar no dejó de sorprender a los salteños, tanto en lo relacionado a la mecánica utilizada como así también respecto a los móviles que gestaron los mismos.



Los casos más resonantes

En ese marco, sin dudas, los asesinatos de Andrea Neri,  Alejandra Párraga y su hijo Amir, Jimena Salas y Paola Alvarez, entre otros, quedaron marcados en el recuerdo de los salteños, ya que cada uno de ellos, provenientes de distintos extractos sociales, conmovieron por distintas razones, ya sea por la historia de vida de las víctimas o por la forma en que fueron asesinadas.

Sin embargo, no fueron los únicos, ya que a lo largo del año la cadena de homicidios no dejó de extenderse. En el mismo penal de Villa Las Rosas se registraron otros dos asesinatos de internos en los pabellones “A” y “C”.

El 15 de agosto de este año, en horas de la tarde, el recluso Jesús Francisco Guantay recibió una visita poco amigable en su celda, la 233 del pabellón “C”. Se trataba de Jorge Ezequiel Tello, quien había ido en busca de que su compañero de celda, quien fue condenado por delitos de droga y estaba a días de quedar en libertad, le preste un teléfono celular que manipulaba dentro del penal.

Como Guantay no quiso, sobrevino la pelea en la cual apareció de pronto una “punta carcelaria”, la cual terminó siendo incrustada en el corazón de Tello, quien luego se arrastró por el pasillo en busca de ayuda, pero nada pudo hacer, pues la herida fue demasiado certera y de su paso en el penal sólo quedó un reguero de sangre de unos metros.

En una gresca similar, el 13 de noviembre en el Pabellón “A”, otro recluso terminó muerto de una estocada en el abdomen. Daniel Eduardo Puca murió cuando era trasladado al hospital San Bernardo. Su asesino, Claudio Alejandro Torres, espera ahora ser juzgado por este crimen. A diferencia del asesinato de Tello, en este caso Torres mantuvo silencio y nada dijo del enfrentamiento con Puca.