Las Lajitas: Desgarradores detalles del ataque sexual que sufrió una adolescente
“Mami ayudame…ayudame”, rogó la adolescente cuando escuchó que su madre llegaba a rescatarla. La mujer abrió la puerta a patadas y la rescató.
Mientras la familia de la adolescente de 14 años secuestrada y abusada sexualmente en Las Lajitas, exige justicia. Según lo averiguado por Informatesalta, la menor salió de la casa de un tío a la madrugada del primero de enero. Beatriz, su madre, sostuvo que la adolescente ya había programado salir con dos amigas y dos hermanas, una de ellas mayor de edad. Momentos más tarde comenzó a mandarle mensajes para saber si todo andaba bien, pero nunca le contestó.
A las 3.40, ya angustiada no aguantó más y con la ayuda de un vecino, quien puso su automóvil a su disposición, fue a la casa de las amigas, en un barrio colindante al cementerio de Las Lajitas. Ahí las encontró sentadas en la vereda, pero su hija no estaba con ellas. Preguntó y les dijeron que la jovencita nunca había llegado.
Desesperada comenzó un verdadero rastrillaje por todas las calles del pueblo. La búsqueda se extendió por media hora, circunstancias en que al recorrer la zona colindantes al centro de salud, cerca del complejo deportivo, la madre vio a su hija. Estaba con un grupo de compañeros del colegio, del primer año, quienes intercedieron para que le diera permiso de quedarse un rato más. “Señora no se preocupe, va a estar bien”, aseguraron sus amigos.
Para estar segura, les tomó el número de teléfono y se fue, quedando pactado un horario de regreso, pero esto no ocurrió. A las 5.20, comenzó a llamar a los muchachos. Uno de ellos, respondió y le dijo que ya habían dejado a la adolescente a pocos metros de su casa, pero que no llegaron hasta el frente por temor al perro Pitbull de la familia. Esta noticia, volvió a poner a Beatriz en alerta. La madre salió al frente de la vivienda y esperó, pero su hija no apareció, sacó su moto y fue a buscarla.
Dos horas más tarde regresó porque se quedó sin combustible, sin noticias volvió a salir, esta vez a pie. Una vecina apareció en su casa para darle un dato revelador. “Su hija está en una casa con tres hombres sola y una mujer, sentada en el frente”, dijo la informante.
Tras darle precisiones sobre el domicilio, Beatriz corrió a buscarla. “Mami ayudame, me duele”, rogó la menor al escuchar cerca a su mamá. Los acusados, que la secuestraron volviendo a su casa, se encerraron con llave y siguieron abusándola. La madre de los acusados se pudo de guardespalda de la puerta y le dijo: “A ella le gusta”.
“Mi hija, dónde tienen a mi hija”, gritaba. Al escucharla no dudó, se metió, cruzó un pasillo y llegó hasta una puerta, donde escuchó los alaridos de dolor. Quiso abrir la puerta pero estaba trabada. Miró por el ojo de la cerradura y vio una escena que jamás se podrá sacar de la cabeza: su hija tambaleante y parada, era abusada por dos sujetos con los pantalones abajo.
La menor, desnuda, al escuchar a su madre reaccionó y comenzó a gritar por ayuda. Su ruego fue como un disparador corriendo llegó a la ventana y comenzó a golpear, a pedir a gritos que la dejen. Antonia Tomasa Gil, imputada como cómplice se le burló y le dijo: “A ella le gusta por eso está ahí”.
Beatriz, volvió a entrar a la casa y comenzó a patear la puerta hasta que logró derribarla. Desnuda y visiblemente golpeada la abrazó, estaba tan afectada que no logró reconocerla y lo primero que le dijo fue: “Usted señora que hace acá, usted me vino a ayudar”.
“Soy tu mamá mi amor”, le repetía Beatriz a la vez que se esforzaba por vestirla para poder llevársela. La escena se completaba con una nena de 4 o 5 años y otros dos sujetos que, al escuchar los gritos, salieron de dos pieza contiguas. Uno de los violadores, seguro de su impunidad, le advirtió “anda y denunciame, no te van a llevar el apunte”.
En la calle encontró a la vecina que le dio el dato, subió a su camioneta y fueron al hospital donde la asistieron pero no quisieron internarla. Indignada por el trato recibido, fueron a la comisaría, los policías no sabían qué hacer. La niña volvió a descompensarse y ahí tuvieron que internarla.
A las pocas horas fue detenido César Ismael Palma y Agustín Vicente Pérez, de 22 y 19 años. Más tarde, Luis Rodrigo Gil y finalmente a la mujer.