“Con mi c… y mi plata hago lo que quiero”
El baile erótico de una adolescente. El Estado, los adultos, la hipocresía, la desolación y el individualismo. Por Darío Alberto Illanes
Una adolescente salteña se desnudó dentro de un boliche y varones de todas las edades abusaron de ella. La difusión del caliente video, vía Internet, fue conocido desde Tartagal a Buenos Aires y el mundo. Los controles estatales, familiares y la menor fueron los blancos de las críticas.
Los hechos son conocidos: una piba de 14 años, hija de familia de clase media, entró sin inconvenientes, de noche, al boliche Ashanti, en la calle 20 de febrero 15, de Tartagal, supuesta propiedad de “Roly” Serrano. En la pista de baile hay una vertical barra metálica cuyo objeto es que las audaces realicen el “pole dance”, o “baile del caño”. La erótica danza –propia de cabarets- fue popularizada desde la televisión por el mediático conductor Marcelo Tinelli.
La gran mayoría posee celulares que poseen cámaras de video, por lo que el descontrol fue filmado. Pocas horas después, vía Internet, las atrevidas escenas protagonizadas por la menor circularon masivamente. Debido a esta difusión el caso tomó estado público.
El Concejo Deliberante de Tartagal ordenó el cierre del local nocturno, en tanto que el defensor de Menores e Incapaces, Juan José Andreu, abrió un expediente para la “protección integral” de la adolescente. Organizaciones sociales repudiaron la ausencia de controles estatales como así también algunas informaciones periodísticas.
Los adolescentes de Tartagal, molestos con la posibilidad de que las autoridades les impidan el ingreso a los boliches, se enojaron con la piba “zarpada”. Y esta respondió en Facebook argumentando que era dueña de su cuerpo.
Su mensaje fue el siguiente (transcripto con las fallas ortográficas y sintácticas originales):
“Que puta se meten en mi vida porque no cuidan su culo ante de estar mirando esos todo el mundo comete errores en ese momento estaba en otro mundo y si tiene que decir algo xq no puta me lo dicen en mi cara y otra cosa es mi culo y con mi culo puedo hacer cualquier cosa hacii que espero que borren lo que están sibiendo xq le puede ir mal y agan su vida compresen una vida. Me siento triste”
Cada cual atiende su juego
Más allá de las reacciones y declaraciones de rigor (oportunistas o desafortunadas la mayoría), casi nadie reparó comprensivamente en la desolada tristeza del mensaje escrito por la nena del escándalo.
Ella no es una extraterrestre. Sus palabras abrevan en una ideología adulta que hizo del individualismo la expresión cabal del “yo, argentino”. La violencia, el miedo y el desencuentro de las décadas del 60 y 70 se amalgamaron en las decepciones de los 80 para luego perfilarse en la salvación personal de los 90.
Precisamente en Tartagal y pueblos vecinos, la privatización de la petrolera estatal (YPF) primero desconcertó y luego destruyó la cultura de los trabajadores devenidos en desocupados y abandonados a sus supervivencias.
La gran mayoría de los abuelos y padres de adolescentes como esta piba sobrevivieron despojados de proyectos colectivos e inclusivos. La pertenencia social, en el mejor de los casos, descansó en lo que quedaba de familia.
Pese a los intentos de reconstrucción del ser social de la última década, el miedo a la vuelta del peor pasado logra que cada uno busque salvarse solo, por ejemplo atentos a los dólares. Muchos adultos, sin ruborizarse, argumentan “yo con mi plata hago lo que quiero”. La idea general de los adultos es el repliegue sobre si mismo.
Y los desorientados chicos viven, observan, aprenden de este patético entorno ideológico y cultural. Y el entretenimiento de los mayores es el televisivo baile por un sueño en un fálico caño.
La nena, como los adultos que la rodean, dice que es dueña de hacer lo que se le antoje con su cuerpo. Y está triste. Nosotros debemos estar avergonzados.
Fuente: nortesocial.com.ar