Justicia Por: InformateSalta23/08/2022

Conocé cómo era el perverso juego de "La Loba" de un mujer que prostituía a sus hijas

El llamado de una vecina al 911 y la participación de otro, que fue testigo de cómo se reclamaba a las menores para ser abusadas, fueron la llave para detener a la acusada y rescatar a sus hijos, sumidos en un extremo grado de vulnerabilidad.

El precario prostíbulo que se había montado en su barrio, en Nueva Esperanza II, en General Güemes no fue bien recibido por los vecinos, quienes escuchaban los gritos de los hombres que pedían a gritos los premios que la madre de las menores ofrecía, cada vez que perdía una mano de Loba.

Sus hijos, en especial las adolescentes de 13, 14 y 15 años, eran víctima de abusos sexuales cometidos por hombres que jugaban a la Loba con la dueña de casa, quien solía ofrecer a sus hijas para que sean abusadas sexualmente y así evitar pagar la partida perdida.

Esta práctica, según surge del legajo del caso, se tornó en una práctica habitual, de la cual participaba un amigo de la acusada, conocido como Paquiao, el que, a su vez, convocaba a otros más a la casa de la acusada, en donde, además, corrían las bebidas alcohólicas y la música extendía las rondas de juego hasta la madrugada.

El 10 de mayo de 2020, sin embargo, fueron los propios vecinos los que decidieron ponerle fin al antro de perdición que la acusada, una mujer de 29 años condenada a 10 años de prisión por estos hechos, había desencadenado cuando se le ocurrió ofrecer a sus hijas para sean abusadas sexualmente a los que ganaban la partida.

Ese día, alrededor de las 22.30, un oficial de la policía, en respuesta a un llamado al 911, que daba cuenta de un abuso sexual en proceso, acudió con su compañero hasta la vivienda donde señalada, aunque no llegó totalmente al domicilio, pues una cuadra antes, una vecina le salió al cruce.

La mujer, quien los había llamado, salió a encuentro del patrullero con claros ademanes para que los policías apaguen la sirena y también las luces. Cuando lo hicieron, la vecina les explicó que tres jovencitas eran víctimas de abusos, lo que sucedía en la casa que colinda con el fondo de su vivienda.

Indicó que, en esos momentos, la madre de las menores y varios jugadores estaban en plena ronda de juego. Incluso fue más allá y le permitió al oficial que ingrese a la casa de la acusada por su propiedad, lo cual no iba a ser difícil, ya que la casa donde ocurrían los abusos no contaba con medianera, sino apenas unos alambres con plástico negro.

 Testigo directo

Al hacerlo, el policía se encontró con otro testigo sorpresa. Se trata de un vecino, quien se había escabullido hasta el fondo de la casa de la sospechosa, desde donde escuchaba todo lo que sucedía, tanto así que, al ver al oficial, salió a su encuentro en medio de la oscuridad y lo llevó a un lugar donde podía escuchar todo.

Apenas se acomodó, el policía pudo comprobar efectivamente como los hombres, al término de cada partida, gritaban y pedían que vengan las menores, a quienes se disponían a abusar, ya sea por medio de manoseos, o bien, pidiéndoles que le practiquen sexo oral, llevándolas para ello a una cama dentro de la vivienda.

Ante el delito flagrante, el oficial trató de poner en contacto con su compañero, pero la comunicación falló, así que apeló a enviarles mensajes a través de la red de WhatsApp, mediante los cuales le ordenó que pidiera más refuerzos, pues iba a entrar en acción y necesitaba más policías para poder detener a todos los implicados.

En esa premura, el vecino que, aún seguía a su lado, como otro policía más, se ofreció a ir hacia el frente de la casa y hacer de atalaya y tomar nota de quienes eran las personas que salían de la casa, tarea que se tomó a pecho, pues a los poco minutos, dos de ellos salieron de la vivienda y se marcharon en bicicletas.

Los datos aportados por el testigo fueron claves para que el oficial, junto a otros uniformados que habían llegado de refuerzos, pudieran identificar a los implicados que habían logrado retirarse, quienes fueron detenidos a dos cuadras del lugar.

Minutos después, con la orden judicial impartida, los policías irrumpieron en la casa de la acusada, para lo cual no fue necesario ejercer actos de violencia, pues las puertas eran de suma precariedad. Adentro, en tanto, la miseria no era menor.

Al recorrer el inmueble, los policías rescataron a un niño de 5 años que lloraba de hambre, pues, según los testigos, la madre lo solía dejar sin comer como castigo, mientras que, en otras piezas, hallaron a las tres menores, quienes vivían en un extremo estado de vulnerabilidad.

También fue detenido el tal Paquiao, quien dormía en una de las camas de la casa, sin poder explicar la razón de su presencia en el lugar, pues la madre de los cuatro menores, víctimas adujo que su novio, un menor de 15 años, dormía en otras de las camas de la vivienda.

De esta manera, los vecinos se deshicieron del antro en que se había convertido el inmueble de la acusada, como así también se logró rescatar a los cuatro menores, quienes fueron asistidos y luego entregado a otros familiares.