Sociedad28/05/2023

Mujeres salteñas rescatan basura de un vertedero, la reciclan y la venden para sostener un comedor comunitario

Las mujeres de un merendero comunitario que funciona en Salta, buscan en la basura del Vertedero San Javier, al sudeste de la ciudad, elementos para reciclar y vender, con lo que juntan fondos para dar comida a muchas familias sin recursos.

Se trata del merendero "Por una Sonrisa", del barrio Primera Junta, que está camino al basural de Salta. Allí un "batallón" de mujeres, comandado por Cristina Mamaní, sale por las tardes a remover entre la basura, en búsqueda de objetos que luego puedan vender en las ferias de trueque que están organizadas en el sudeste capitalino.

El sistema es así: las mujeres buscan entre los desechos objetos que se puedan reparar, limpiar o reutilizar. Obtienen muchas prendas y bolsos con cierres inútiles que las costureras del merendero arreglan, lavan y ponen en condiciones de ser llevadas a las ferias vecinales, donde se cambian por mercadería o se las venden para ganar dinero y así comprar lo necesario para preparar la comida.

El merendero brinda su servicio los martes y jueves. Más de 300 personas llegan a buscar comida, en su gran mayoría niños y adultos mayores. Si sobra algo, puede ser que algún miércoles también haya comida. "Primero dábamos almuerzo tres veces a la semana. Con estas subas en los precios de alimentos y de la cantidad de gente con hambre ya no nos alcanza", dijo Cristina Mamaní.

La mujer contó que "me vine a vivir a Salta hace 16 años cuando una prima me invitó a ir a la shopping. Yo le dije que no tenía plata para ir a ese lugar. Nunca me imaginé que su shopping era el vertedero San Javier. Allí comenzamos a ver que la gente tira cosas que aún sirven. En ese mismo año abrimos el merendero al cual comenzamos a financiar con lo que encontrábamos, arreglábamos y vendíamos. Antes había acceso libre, pero ahora nos disfrazamos de linyeras y pasamos de contrabando a buscar cosas", contó Cristina.

Cuando comenzó llegaban unas 80 personas de promedio, nunca más de 100 por día. Desde hace unos 5 años la cantidad se multiplicó y antes de la pandemia llegaron a ser 700 las personas que buscan comida. Ahora la golpean las subas de precios en los alimentos. En julio del año pasado hubo una semana que no pudo cocinar. Es por eso que de tres días a la semana pasó a dos. Entonces llora porque sabe que mucha gente necesita de su ayuda.

Muestra un gancho con una manija: "Esta es mi herramienta de trabajo porque revuelvo en la montaña de basura y vamos sacando lo que nos puede ayudar. También hay mucha comida enlatada que está con poco vencimiento o abollada y eso comemos", dijo Cristina.

De varias bolsas que tiene en su casa, que antes contenían papas, saca ropa, calzados, juguetes, mochilas y otras cosas que tienen el destino de ser limpiadas y reparadas para luego ser comercializadas en las ferias del trueque que volvieron a aparecer como en los tiempos de las peores crisis económicas que se registraron en nuestro país.

Hay todo un circuito de trueques que van de lunes a viernes, en el sudeste de la ciudad. A ese cronograma de ferias se lo saben de memorias las mujeres del merendero.

Los lunes y viernes se organizan en barrio Solidaridad, los miércoles en el barrio Gauchito Gil, los martes en barrio La Paz y los jueves en el cruce de Santa Cecilia.

Esas ferias permiten el intercambio social de la mercadería, de las ropas y calzados que circulan a muy bajos precios o por intercambio de alimentos. Ahora también sabemos que se utilizan para el intercambio de objetos que se reutilizan y que de alguna manera cumplen con un importante rol de reciclado. Es una herramienta que utilizan en su gran mayoría las mujeres ante la aceleración de las subas de precios en los alimentos y la indumentaria.

"Yo a veces pienso sobre qué es lo que hago en esa montaña de basura con todos los peligros que significa. Pero luego miro hacia abajo y veo a toda esa gente que no tiene para comer y pienso que Dios me dio esta tarea que es noble, que es buscar, reparar, reciclar y luego trocar para conseguir alimentos para quien más lo necesita", concluyó Cristina llorando.

Todos los sábados parte Cristina con rumbo al Cofruthos. Allí los puesteros se organizaron y le brindan frutas y verduras desde hace 16 años. Hay otros amigos solidarios que le brindan de manera anónima carne y pollo. Con eso sobrevive el comedor comunitario "Por una Sonrisa".

Ahora bien, lo ideal es que Cristina no tenga que ir al Vertedero a buscar basura, sino que la gente solidaria y organizada pueda donarle todas esa mochilas, prendas de vestir, calzados y objetos que ya no utilice para que las mujeres costureras puedan reparar sin tener que limpiar esas cosas tantas veces. Eso les ayudaría mucho en los tiempos.

De más está decir que necesitan todo tipo de alimentos porque nunca alcanza nada. Desde frutas y verduras hasta mercadería como arroz, polenta, azúcar, harina, aceite, yerba, etc; hasta pollo y carnes. "Al pollo lo hacemos hervir hasta que se desarma y de ahí hacemos salsas o guisos para que nadie se quede con una pierna y haya problemas", dice mientras se ríe

Lo que también cuesta mucho ahora son los artículos de limpieza. No solo detergentes, sin también para lo que encuentran en el Vertedero que tiene que ser higienizado al extremo.

Por último, pero muy importante. En el Vertedero también buscan madera para leña, la cual es un peligro porque siempre tienen clavos. Los pallets son oro, pero cuesta transportar. Ellas necesitan garrafas y leña, más ahora que se viene el invierno. /

Fuente: El Tribuno Salta