Cada vez más personas salen a vender las joyas familiares
Los metales preciosos han escalado a niveles de precios récords en los últimos meses de la mano de diversos factores, entre ellos las crecientes tensiones geopolíticas. En los bancos centrales, particularmente en China se vio pasar pasar la onza desde $2.000 dólares a comienzos de año hasta más de $2.400 en las últimas semanas.
Quienes apostaron a refugiarse en el metal precioso están de parabienes, mientras los amantes de la joyería han visto encarecer los valores de las diferentes piezas. Pero para otros, con dificultades económicas y financieras, la fiebre del oro constituye quizás una válvula de escape para afrontar los desajustes de los presupuestos familiares en medio de la recesión.
De esta manera, ante la escalada inflacionaria, la pérdida de ingresos y del poder adquisitivo, cada vez más gente, principalmente de clase media, recurre a desprenderse, en la medida que pueden o tienen, no solo de ahorros y dólares encanutados de años sino de las joyas familiares de acuerdo a Ámbito.
Es un fenómeno que no es propio solo de la Argentina, cuya clase media, en la medida de puede o tiene, vende dólares encanutados de años y/o las joyas de la abuela para afrontar los desbarajustes del presupuesto familiar en medio de una recesión.
El desarme de los llamados “canutos” se vio en los últimos meses, incluso alentado por el propio Presidente Milei y con ello la retracción de los dólares informales. Pero la venta de las consideradas por las familias como las joyas de la abuela se intensificó con la crisis y la escalada del oro. Primero se ajustan gastos y cuando se bordean límites, se desprenden de tesoros familiares.
Parte de ello se ve no solo en el boom de anuncios de negocios especializados en compra-venta de joyas, oro y relojes etc. sino también en las consultas y transacciones, por ejemplo, en la tradicional porteña calle Libertad y sus símiles del interior del país. Según la “sensación térmica” de los entendidos en estas lides las consultas aumentaron entre 50 y 60% en lo que va del año, y las operaciones otro tanto.
De la misma forma también recrudece la operatoria del empeño, o sea, dejar alguna alhaja en calidad de garantía a cambio de una suma de dinero. Al respecto, en CABA, el Banco Ciudad es el vehículo porteño tradicional para llevar a cabo empeños vía los llamados créditos pignoraticios parece haber ya registrado casi un tercio de las operaciones de todo el año pasado, según fuentes del mercado. Son una especie de préstamo personal a corto y a mediano plazo.