Encuestas, periodismo y su responsabilidad ante la sociedad
Recientemente se realizaron las elecciones nacionales en Argentina y sus resultados para muchos fueron sorprendentes. Esto generó críticas a la actividad de quienes realizan las encuestas.
La Reflexión de Datamática, por el Ing. Héctor Iván RodríguezEl Ing. Héctor Iván Rodríguez es uno de los Directivos de Datamática, empresa galardonada en los años 2014 y 2015 como mejor encuestadora de Iberoamérica en los Victory Awards, en Washington. Es profesor adjunto en las Cátedras de Estadística experimental, probabilidades y estadística en la Universidad Nacional de Salta y Profesor de la Cátedra Estadística Aplicada en la Maestría Master in Business Administration de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica de Salta.
Recientemente se realizaron las elecciones nacionales en Argentina y sus resultados para muchos fueron sorprendentes debido a que los pronósticos de algunas empresas que realizan encuestas no fueron concordantes con esos resultados. Esto generó críticas a la actividad de quienes realizan las encuestas generalizándolas a todas las empresas que llevan adelante esta actividad. Por ello la empresa Datamática, especializada en Estudios de Opinión con más de 26 años de experiencia internacional, presenta la siguiente reflexión respecto a la relación entre el periodismo, las encuestas y su rol ante la sociedad.
Encuestas, Periodismo y su responsabilidad ante la sociedadHemos asistido a una elección en donde por las diferencias observadas entre los resultados de las PASO y las elecciones del pasado domingo 25 de octubre, tomaron protagonismo cuatro actores: los políticos, periodistas, encuestadores y la sociedad en general. Se abrió el debate, y parte de ese debate cuestiona los pronósticos comunicados por un grupo reducido de encuestadores a través de los medios de comunicación. Es así que se menciona como artífices de los malos pronósticos a “los encuestadores” o a “las encuestas” en su conjunto, lo que me obliga personalmente a señalar lo injusto de tal caracterización, tanto para el resto de encuestadores que no participaron activamente o no difundieron sus resultados, como también para la actividad de las encuestas como aplicación científica de la Estadística.
Es preciso señalar cómo se complementan periodistas y encuestadores en la difusión de estudios de opinión. El periodista se beneficia con obtener material interesante que otorgue contenido a sus notas, y el encuestador con la notoriedad que recibe por exposición pública masiva. Cuando el encuestador difunde públicamente o participa en distintos programas periodísticos, tanto periodista como encuestador pasan a ser ambos comunicadores sociales, y por lo tanto responsables ante la sociedad sobre lo que comunican. Dicho ésto merece una reflexión sobre los tópicos y la ética que debe regir a todo comunicador social para no perder el enfoque, ni perder de vista la frontera entre lo legal e ilegal. Cuando un periodista difunde encuestas o invita a su programa a un encuestador, está cumpliendo con su trabajo de buscar fuentes especializadas, que hablen con propiedad y sobretodo, que orienten al público; pero, para no caer en el defecto de hacer lo mismo que cuestionan, apasionarse con lo urgente, lo llamativo o lo escandaloso y quedarse ahí, el periodista debe actuar de acuerdo con su conciencia y “no puede ser sancionado por ello”, teniendo presente, siempre, que los daños por faltas a la verdad, no pueden ser totalmente reparados; aun publicando correcciones o aclaraciones. Por ello cuando la información aportada por ciertos encuestadores no se condice con la realidad, es deber del periodista referirse al hecho con nombre y apellido y no generalizando en desmedro del resto de los profesionales que se verán injustamente afectados por una acción en donde no fueron participes. La libertad de información se protege más cuando los periodistas están reflexivos de su responsabilidad social, porque realizan una función mediadora entre la realidad y quienes no tienen acceso directo a ella. La mesura es importante, porque los periodistas tienen un compromiso adquirido con la opinión pública y la sociedad en general, compromiso que también deben asumir todos los que de una manera u otra integran el rol de la comunicación social, entre ellos los encuestadores.
Hay un orden de responsabilidad para el ejercicio tanto del periodista como del encuestador. Según los principios éticos, primero ambos deben ser responsables ante el público al que envían la información; en seguida ante sus empresas, pero también deben serlo con ellos mismos, por la reputación, es decir, el cuidado del nombre.
En cada profesión existen valores que la distinguen de las demás y le construyen su propia imagen; en el ámbito de las encuestas, ese valor distintivo lo constituye la veracidad. El encuestador no solo debe ser ético sino también idóneo, y cuando por lo menos uno de estos factores no está presente, es deber del periodista hacer conocer la verdad completa, ya que si obtiene una verdad a medias, será una verdad mutilada, deformadora de los hechos. Nombrar como responsables de los malos pronósticos electorales a los encuestadores, sin mencionar a los responsables es una verdad mutilada.
Tanto el periodismo como las encuestas son actividades realizadas por personas, por lo mismo, no son perfectas, pero deben ser consecuentes y responsables. Pero hasta aquí me he referido solo a dos de los cuatro actores mencionados a principio de esta nota, entonces, ¿Cómo afecta la falta de profesionalismo a la clase política y la sociedad en general? Diría en síntesis que las encuestas sirven como uno de los medios por los que la clase política puede conocer sobre las necesidades y demandas de la sociedad a las que representan o pretenden representar. Y la sociedad, a través de estudios de opinión social, tiene la oportunidad de expresar sobre lo que desea que la clase política atienda. Es en este triángulo donde el periodismo debe cumplir la función de mediador y facilitador de la información haciendo uso del profesionalismo en toda su dimensión, para que el beneficio sea completo, y así el político de bien no solo se dedique a llevar a cabo las actividades que son de su agrado y las obligatorias, sino también ponga el acento en aquellas demandadas por la sociedad. La pregunta es entonces la siguiente: ¿Dónde está el beneficio de difundir un pronóstico electoral? Pues no hay mayor beneficio que el show mediático, porque la difusión de encuestas no cambia la voluntad del electorado, y eso ya está demostrado por los hechos mismos, pero sí convalida la credibilidad; por ello el daño que hacen a la profesión los malos encuestadores también perjudica a la sociedad toda, cada vez que se pierda la confianza en las encuestas como medio de información científica entre representantes y representados. Queda en manos del periodista responsable en no generalizar y proteger este medio que hace de vínculo entre las demandas sociales y la clase política.
Fuente: Parte de prensa