Curas abusadores: Aguilera no pudo revertir la acusación fiscal por los detalles sexuales del caso
El último de un rosario de sacerdotes denunciados por abuso sexual en Salta, el Padre José Carlos Aguilera, profesor universitario y ex Capellán de la Universidad Católica de Salta, no pudo ocultar su enojo al momento de la imputación penal, instancia que, tanto el sacerdote como sus defensores, no pudieron desacreditar.
Justicia25/03/2019Como sucedió con el Agustín Rosa Torino, tal vez uno de los sacerdotes más influyentes en la iglesia local, hace unos días otro cura de peso, como José Carlos Aguilera, titular de la Parroquia del barrio Santa Lucía, profesor y ex capellán de la Universidad Católica, tampoco pudo evitar las rejas de la Alcaidía Judicial.
Los cuidados extras que recibió desde que fue detenido, el jueves pasado, este sacerdote, que en sus clases en el campus de la UCASAL solía amenazar con el infierno a los estudiantes que no iban a misa, finalmente sufrió el rechazo de la justicia, no la divina sino la de los hombres.
Irascible, pudo conocer InformateSalta, el cura fue conducido por los pasillos internos de la ciudad judicial para impedir que le tomen una fotografía con las esposas en sus muñecas, tanto que sus abogados, conocedores de estos vericuetos legales, exigieron que la imputación se concrete en el mismo Juzgado de Garantías 5, en el primer piso del edificio, y así evitar que Aguilera tuviera que caminar un poco más de 100 metros hasta la fiscalía 2 de la UDIS.
Confiado en que todo se trataba de una ignominia, el sacerdote se encontró con dos abogados defensores, uno de ellos identificado con el Opus Dei local, quienes llegaron para asesorarlo, sin embargo, Aguilera creyó que no iba a ser necesario tanto despliegue, pues estaba seguro de que una vez que hablara con el magistrado regresaría a su actividad religiosa.
Pero nada de eso sucedió, pues cuando el cura llegó a la sala del Juzgado de Garantías, saludó amablemente al juez, Héctor Martínez, pero ese rostro amable y angelical se le desdibujó cuando la fiscalía comenzó con la lectura de la acusación penal.
Los detalles de ciertas prácticas sexuales enfurecieron al sacerdote, quien se salía de la vaina para aclarar y echar por tierra, pero cuando llegó el turno de responder si iba a prestar declaración indagatoria, Aguilera hizo agua y mostró su peor cara.
El cura creyó que estaba en el aula del campus universitario y no imaginó que sus palabras iban a ser analizadas, interpretadas y cuestionadas por la fiscal, quien no anduvo con rodeo y empezó a dejar expuestos la flaqueza de los argumentos del sacerdote, quien allí visiblemente molestos por quedar en evidencia, no supo qué contestar y su rostro iracundo fue lo más sobresaliente.
Al borde del papelón, los abogados entraron en acción, calmaron al sacerdote y pidieron al juez suspender la declaración, la cual posteriormente iban a completar con un escrito más extenso y pormenorizado en cuanto a los detalles de la acusación penal.
Pedido rechazado
Lo peor, sin embargo, no fue haberse quedado sin argumentos o que estos no hayan tenido el efecto que se esperaba, fue la decisión del magistrado de rechazar el pedido de los dos defensores, quienes esperaban obtener, al menos, la libertad provisoria de su cliente, al igual que Rosa Torino y Lamas.
Los abogados fundamentaron tal pedido, pero la fiscalía también hizo lo propio y sus argumentos tuvieron mayor peso, por lo que el juez resolvió que Aguilera siga detenido en la alcaidía de la ciudad judicial fallo que dejó al sacerdote sin palabras.
La permanencia de Aguilera tras las rejas dependerá del tiempo que demoren una serie de medidas de pruebas pendientes, entre ellas testimoniales, pericias e informes que la fiscalía ya realizó al iniciar las actuaciones penales del caso.
Con la detención, lo se busca es que el sacerdote no influya negativamente con dichas pruebas, por ejemplo sobre posibles testigos que podrían ser intimidados por el cura y su entorno. Aunque no haya fechas estimadas, se calcula que los días de Aguilera en la cárcel podrían superar el mes o más.
Esto sin contar con la posibilidad de que surjan nuevas denuncias en su contra, hecho que podría complicar la situación procesal del sacerdote, quien ahora espera desconsolado que sus defensores reviertan su difícil posición frente a las denuncias de dos jóvenes que solían acudir a las actividades de la Pastoral que dirigía en Campo Santo, donde ocurrieron los abusos denunciados.