Hace unos días, la denuncia de una joven contra su abuelo por abuso sexual generó gran conmoción en Tartagal. InformateSalta pudo conocer las atrocidades a las que fue sometida y cómo logró salir adelante.
Antes de revelar su historia, fue advertida del delito de falsa denuncia, lo cual no causó en ella ningún impacto, pues lo que estaba dispuesta a contar asegura es cierto, una verdad que por 17 años buscaba la manera de ser contada, aún a pesar de que parte de su familiar se negaba a reconocerla.
Sin rodeos, reveló que su abuelo la había abusado sexualmente y que lo hizo desde los 6 años, y hasta los 12. Prácticamente desde primer grado y por todo el tiempo que transitó la etapa primaria, en dos escuelas de Tartagal.
Como muchas historias similares, explicó que su madre la mandaba a la casa de sus abuelos junto a una hermana mayor porque no había nadie para cuidarla. En la casa se juntaba con unas primas y se iban a pasear, dejándola sola con su abuelo, pues su abuela, que era docente, también se iba a trabajar.
Sin imaginarse nada extraño, reveló que en un comienzo su abuelo la llevaba a la cama y allí la ponía en su regazo y la hacía jugar al “caballito”, un juego que se tornó obligado en cada visita, aunque luego se sumaron otros más, como el de “papá y mamá”.
Entre otra de las rutinas, de las cuales luego de algunos años se percató de que eran una preparación para los abusos, estaba el baño. Su abuelo era quien la bañaba, oportunidad en que era manoseada.
Con juegos, todos de sentido sexual, el abuelo comenzó a mostrarle sus genitales y a obligarla a que se los toque, para luego enseñarle otras prácticas, entre ellas el sexo oral.
Cuando debía quedarse por las noches, tampoco había descanso, pues el abuelo esperaba a que todos se durmieran para ir a buscarla a su cama, donde le mostraba pornografía, oportunidad en que le indicaba cosas que ella debía hacer con él.
Por la tele
Para ello, el pervertido abuelo, la llevaba hasta un televisor donde ponía los canales en que se transmitían programas de sexo explícito, como prueba de ello, la joven indicó los números de los canales que marcaba el acusado.
Este calvario se repitió por años hasta que, en una ocasión, se rebeló porque el abuelo la había lastimado en sus partes íntimas.
“Me decía mi muñequita o princesita”, recordó en un relato que dejó pasmado a los funcionarios de la fiscalía de Violencia de Género, quienes no podían creer las atrocidades que la denunciante padeció a manos de su propio abuelo.
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