¿Qué es de la vida de el niño prodigio de Sexto sentido?

Espectáculos 11/01/2022
veo gente muerta

Si un programa de desafíos lanzara la consigna de pronunciar las frases más recordadas del cine seguramente aparecerían “Hasta el infinito y más allá”, de Toy Storie, “Que la Fuerza te acompañe”, de La guerra de las galaxias, “Soy el rey del mundo”, de Titanic, y sin dudar, “Veo gente muerta”, de Sexto sentido.

En esta última, con apenas tres palabras -y los lectores que la vieron coincidirán conmigo- un niño lograba transmitir todo el miedo, el terror y el asombro de percibir personas muertas ya que -convengamos- la visibilidad no es precisamente una de las características de los fallecidos.

El muchachito traumatizado y que un poquito nos traumatizó con su “I see dead people” es Haley Joel Osment. Tenía 11 años, aunque en la película interpretaba a un chico de 9, y su actuación fue tan convincente que fue directo y sin escalas a una nominación al Oscar.

 
Osment no era un recién llegado al mundo de la actuación, sino casi casi que entraba en la categoría experto. Desde la cuna, el cine y el teatro lo rodeaban. Nació en Los Ángeles, donde gran parte de la población trabaja o quiere trabajar en Hollywood, pero además su papá, Michael, era actor. Haley había cumplido cuatro años cuando su mamá debía realizar unas compras en una cadena de artículos para el hogar y lo llevó con ella. En el lugar un señor observó a ese rubiecito de mirada angelada y, claro, como estamos en Hollywood no resultó un simple vecino charleta sino un cazatalentos que le sugirió a Mrs Osment llevar al niño a una audición para un comercial de una reconocida cadena de pizzas.

A los seis años, como el 99,9% de los chicos, tuvo su debut en la escuela primaria, pero solo como el 0,1% él, además, tuvo su debut en la gran pantalla. Y nada de andarse con chiquitas. Lo hizo en Forrest Gump junto a Tom Hanks,

En 1999 llega la convocatoria para Sexto sentido. Antes de la prueba y para no traumatizar a su hijo, Michael le dijo que no era una película de terror sino de comunicación. Cierto que su personaje se tenía que andar comunicando con los muertos que otra vez -convengamos- no se andan comunicando por WhatsApp, pero bueno, quizás por eso necesitaban la ayuda de un niño intérprete. El consejo se ve que funcionó porque el director Night Shymalan quedó impactadísimo con su audición. “Era como si nunca hubiera escuchado el diálogo antes”, recordó el cineasta. “Concluyó la escena y él estaba llorando y yo estaba llorando. No lo podía creer. Dije: ‘Oh, Dios mío, ¿quién eres?’”.

Osment siguió filmando aunque no siempre apareciendo en pantalla. Una de sus últimas apariciones no había sido en la sección espectáculos sino en la de policiales.

A los 18 años fue detenido por conducir ebrio y bajo los efectos de la marihuana. Esta detención, más su evaporación de películas, series, anuncios y portadas, dio pie a múltiples especulaciones. Más de uno debe haber pensado que Osment seguía el camino cuasi obligatorio de niño estrella a adulto estrellado, a lo Macaulay Culkin. Alguno especuló que quizás el niño que de pequeño en pantalla daba adorable, de adulto daba común, estilo Mara Wilson, y por eso se le acabaron las oportunidades.

La verdad fue mucho más extraña que cualquier ficción. Con un abono en primera clase en el tren de fama + dinero + buenos proyectos, Osment decidió bajarse, y encima en una estación que no es la preferida de muchos: la del estudio.

Después de terminar la secundaria, entre el 2006 y el 2011 Osment estudió en la Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York. Lo hizo en un curso tan riguroso como novedoso, convencido de que los caminos más tradicionales no le enseñarían nada que no haya aprendido ya en los sets. “Una película como Sexto sentido crea una imagen permanente de quién eres en la mente de las personas”, explicó en la prestigiosa The New Yorker. “En medio de todo eso, es difícil saber quién eres, o en quién te estás convirtiendo. La universidad parecía como un manejable siguiente paso, un lugar donde podía desentrañar todo eso”.

Durante su tiempo en la universidad se mantuvo casi completamente desconectado de su anterior carrera profesional y sus beneficios colaterales como el dinero rápido, la fama y la adulación. 

Un adulto normal que vive su vida como quiere y no como le indican, que priorizó estudiar a ser famoso. 

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