Zanchetta tenía un "cartero" para mandarle cartas de amor a los seminaristas

Por estos días estuvo desarrollándose el juicio contra el ex obispo de Orán, Gustavo Zanchetta, a quien se lo juzga bajo el delito de abuso sexual simple continuado agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido en perjuicio de dos exseminaristas.

En el acontecer de la cuarta jornada del proceso judicial, se conocieron detalles sobre las “cartas de amor” que el ex religioso le habrían mandado a un seminarista, su contenido y hasta que usaba un “cartero” para hacerlas llegar.

Trato diferencial, regalos y consumo de alcohol, más testimonios en el caso Zanchetta

De los 9 testigos que hablaron en la jornada, sobresalió que Zanchetta tenía una especial “obsesión” con uno de los jóvenes, como así las visitas nocturnas en las habitaciones que habría realizado, además de los favoritismos que éste habría expresado.

Según informa el diario El Tribuno, un exseminarista aseveró que Zanchetta le mandaba cartas de amor a su compañero, mientras que un administrativo del obispado aseguró haber oficiado de cartero. “Fui a llevarle una carta cuando dejó el seminario y él (por el joven) me dijo que le dijera al obispo que no lo encontré”, declaró sobre cómo Zanchetta perseguía al muchacho cuando se fue.

Abrazos

Otro de los testimonios que sobresalió fue el de un diácono quien, como otros testigos, dijo que vio los abusos del ex obispo contra sus excompañeros de seminario. “Vi sus abrazos desde atrás, que entre bromas apoyaba los genitales”, aseveró sumando que Zanchetta “metía los dedos en la boca, una invitación al sexo oral”.

“Decía que él nos quería dar el afecto que nunca habíamos tenido en casa” 

Como si fuera poco, el testigo rememoró cómo un día, luego de dormir, se habría topado con el entonces obispo en su habitación. “Estaba durmiendo y cuando me desperté Zanchetta estaba sentado en la punta de la cama y se sonrió”, declaró ante el tribunal.

De los “preferidos”

Otro exseminarista que habló en la cuarta jornada contó cómo era su situación por formar parte del “grupo de los preferidos”. Contó que compartía las salidas con el obispo y el hecho de ir en la camioneta con él se prestaba a tener charlas subidas de tono y bromas. Habló de la cercanía y del trato con una de las víctimas, de las veces que entraba en las habitaciones por la noche y los alumbraba con una linterna. Aceptó que le tocó la pierna varias veces, y que hacía que se sintiera incómodo por lo que se retiraba con alguna excusa.