El Tren a las Nubes cumplió 50 años, y para celebrar una de las experiencias más cercanas a tocar el cielo con las manos, InformateSalta te cuenta el paso a paso de una excursión que no tiene desperdicio para turistas y salteños.
El atractivo nació allá por el 1972 como un emprendimiento, ferro-turístico combinando una obra de ingeniería única del tercer sistema ferroviario más alto del planeta y si, es salteño. El trazado fue realizado por el ingeniero Richard Maury, quien se hizo cargo del proyecto desarrollado por el ingeniero bávaro Josep Heinrich Theodor Rauch, teniendo en cuenta el principio de adherencia de las ruedas del tren a las vías.
El recorrido ofrece una perfecta combinación por diversos ecosistemas que hoy por cuestiones de mantenimiento ofrece una variación en el servicio que no deja de impresionar.
El recorrido comienza en la estación de tren, ubicada en Balcarce y Ameghino, allí en colectivos perfectamente acondicionados inicia la travesía que implica todo un día. Durante el recorrido por la ruta 51 hacia San Antonio de los Cobres, se realizan varias paradas en diferentes parajes que no sólo permiten conectar con la naturaleza sino también con sus pobladores.
El primera y obligada es Alfarcito, ubicado en el corazón de la Quebrada del Toro, a 2800 metros de altura y con una historia más que inspiradora y que nació con la llegada del Padre Chifri, quien llevó adelante un importante trabajo con la comunidad con una fuerte impronta educativa.
Allí se construyó el único colegio segundario de la Quebrada del Toro, que permite a los pobladores de la zona completar sus estudios; también trabajó fuertemente en el crecimiento y puesta en valor de sus economías regionales; con el trayecto terrestre del Tren, su labor ha sido fuertemente revalorizada, cambiando la realidad de las familias que allí viven.
Con un cielo celeste, en medio de la nada aparece la capilla, un comedor, una tienda de recuerdos y un corral de llamas, los visitantes hacen una cálida parada para tomar un desayuno hecho por los estudiantes del lugar. El mismo consta de una bebida caliente y opciones dulces y saladas.
El viaje continúa por otros parajes mientras la guía de la travesía cuenta paso a paso la historia de cada rincón, el paisaje muestra postales increíbles, por las bajas temperaturas los arroyos en su mayoría están completamente congelados, la vegetación del lugar y el característico viento proporcionan la mejor desconexión de la tecnología, para respirar aire puro.
El viaje en colectivo termina en San Antonio de los Cobres, allí se encuentra la estación de trenes y comienza la tan ansiada aventura hacia el Viaducto de la Polvorilla, con un pico máximo de altura de 4200 metros.
El trayecto dura alrededor de una hora y media hacia el ansiado puente; en el camino se puede conocer ojos de aguas termales, pequeños parajes, volcanes y las ruinas de una antigua mina. Cuando se comienza a transitar el puente es imposible no sentir la adrenalina de tocar el cielo con las manos, de sentirse ínfimos en medio de la inmensidad.
En el lugar hay un mirador, allí se podrá descender y contemplar la belleza; y el contacto más puro con la naturaleza.