Jugaba a la "Loba", y el premio era que manosearan a sus hijas menores

Policiales 23/08/2022
juego de loba cartas

En otro hecho aberrante, sin precedentes en esta ciudad, la justicia provincial expuso los aberrantes hechos de abuso sexual sufridos por los cuatro hijos menores de una mujer de 29 años, quien se valía de los mismos para evitar el pago de cada bajada que perdía a manos de amigos que la visitaban para jugar a las cartas al juego de la "Loba".

Como muchos otros casos similares que ahora son motivos de juicios, este sucedió en los primeros meses de iniciada la cuarentena obligatoria, medida dispuesta por el gobierno nacional en el marco de la pandemia del coronavirus, la que no sólo dejó miles de muerte, sino hechos degradantes como el que ahora salió a luz.

Ayer, la justicia provincia informó la condena de 10 años de prisión impuesta a la protagonista principal de este caso, quien fue trasladada al término de la audiencia a la Unidad Carcelaria Número 4, del penal de Villa Las Rosas, donde cumplirá su pena por los delitos de corrupción y facilitación de la prostitución de sus propios hijos, el menor de 5 años y las otras tres de 13, 14 y 15.

InformateSalta pudo acceder a detalles de los hechos, los que sucedían en la casa de la acusada, una mujer de 29 años que residía en el barrio Nueva Esperanza II, en la zona oeste de la ciudad, lugar al que solían acudir varios hombres para jugar a la Loba, juego de cartas tradicional en el que se apuesta por cada bajada.


 La madre oficiaba de anfitriona y mándame, promovía la prostitución, siendo sus propias hijas menores las ofrecía como premio en cada juego.



La convocatoria, en este caso, era más que especial y no precisamente por el pozo de cada ronda, sino por el premio que el ganador se llevaba si le ganaba a la dueña de casa, quien oficiaba de anfitriona y mándame, pues promovía la prostitución, siendo sus propias hijas menores las ofrecía como premio en cada juego.

La música, la ingesta alcohólica y los gritos de los jugadores, quienes festejaban cada vez que le ganaban a la dueña de casa, no tardaron en poner a los vecinos en sobre aviso de lo que sucedía realmente en la casa de la acusada, la cual era –por cierto- bastante precaria.

Pese a ello, los jugadores, entre ellos uno que siempre estaba, aparecían al caer la noche en sus bicicletas, las que dejaban en el fondo de la vivienda para luego entrar en las partidas, rutina que llamaba la atención por las largas horas de juego.

Reclamaban los premios a gritos

Según surge de la acusación penal, se pudo establecer -a partir de testigos- que, al terminar cada partida, los que ganaban reclamaban su premio sexual a gritos, lo que la dueña de casa satisfacía al designar cuál de sus hijas iba a ser víctima de los abusos sexuales del ganador.

Uno de los policías que trabajó en la investigación del caso, pudo escuchar cómo sucedía estar parte de los hechos. “Vamos sacate la ropa mami que los changos ya se quieren ir”, solía gritar uno de los jugadores, mientras que otro le avisaba a un tercer que vaya a la cama, pues otra menor ya estaba para satisfacerlo. “Ya está lista para que la tires en la cama”. “Dale mami, apura veni bésame el cho… dale”, repetía otro.

Incluso se registró el pedido de una de las víctimas, quien, en sus intentos para no ser abusada, decía: “Yo no juego así, yo no estoy jugando por prendas como uds.,”, a lo que uno de los comensales le respondió: “Dale dame un beso en la punta apura que los changos ya se quieren ir en la bici”.

Estos testimonios, entre otros, fueron contundentes y llevaron a la defensa de la acusada a buscar un acuerdo de juicio abreviado con la fiscalía, lo que finalmente sucedió, pues la condena impuesta por el juez Javier Aranivar, de la Sala I del Tribunal de Juicio, fue parte de la propuesta presentada por la acusación, la que también incluyó la condena de uno de los jugadores detenidos, a quien se impuso una pena de dos años y seis meses de prisión condicional.

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