Habrían hallado rastros de uno de los acusados en el auto que encontraron el cadáver de Monges
Justicia31/01/2023InformateSaltaEl homicidio de Darío Esteban Monges, comerciante, asesor político y también falso abogado, se convirtió en el pasado 2022 en uno de los crímenes de mayor impacto, tanto por la forma en que fue ejecutado, como por los entretelones que rodean el caso, cuyas esquirlas ya se cobraron el desplazamiento de un alto funcionario del ministerio de Seguridad.
Si bien la investigación quedó sellada una vez que paso a la órbita de la PROCUNAR NOA (una unidad especial de la Procuración General de la Nación a cargo del fiscal Diego Iglesias), trascendidos extraoficiales indican que la acusación penal seguida contra Roberto Catalino Bejarano y sus hijos David y Santiago, se mantiene firme.
Como se sabe, padre e hijos fueron imputados formalmente el 18 de octubre pasado por el fiscal general Eduardo Villalba ante la jueza federal de Garantías 2, Mariela Giménez, circunstancias en que se presentaron numerosas pruebas de la presunta participación criminal de los tres acusados en el asesinato.
Cabe recordar que Monges fue hallado muerto el 3 de septiembre del año pasado en el barrio Círculo I, dentro de un automóvil Ford Eco Sporte estacionado frente a la manzana C, lote 15, al lado de la empresa metalúrgica Metalnor, en la zona sudeste de la ciudad. Tenía tres disparos en la cabeza.
Monges había salido de su casa, en el barrio Intersindical, dos días antes y lo que habría dejado dicho era que se iba “de joda”. Sobre lo sucedido durante esas 48 horas, lo que la fiscalía provincial pudo establecer fue que tuvo un derrotero de lo más variado, pero con un común denominador: el taller de moto y vivienda de los Bejarano en la zona norte de la ciudad, donde el asesor fue en varias ocasiones antes de aparecer muerto.
Entre otros destinos, según lo averiguado por este medio, Monges habría estado en una propiedad de los acusados en la localidad de Los Yacones, en Vaqueros, donde guardaban supuestamente la droga en una especie de subsuelo, según lo dicho por un testigo de identidad reservada, dato que fue descartado cuando la vivienda fue allanada.
Si hasta ahí había sospechas, cuando los investigadores del CIF visitaron el taller de los acusados, uno de los hermanos, Santiago afirmó que conocía a Monges, pero que no lo veía desde hacía dos meses, mientras que luego su hermano, David, dijo que unos días antes de ser asesinado el asesor estuvo en su taller para retirar unos accesorios de motos, siendo éste el inicio de una serie de contradicciones que no hicieron más que complicar la situación de los tres imputados.
Aunque el caso llegó ya con los Bejarano detenidos a la órbita federal, se pudo saber que la investigación de la PROCUNAR NOA incrementó las pruebas contra los acusados, entre ellas se habría establecido el rastro de uno de los imputados en el rodado en el que fue hallado el cadáver de Monges.
Por otra parte, se confirmó la hipótesis de que el asesinato fue como resultado de un negocio de drogas y que la víctima, al parecer, tenía varios frentes abiertos y sus acreedores iban en aumento, siendo los Bejarano los más inmediatos, tanto que decidieron asesinarlo por un faltante.
A diferencia de la sospecha inicial, respecto a que ese faltante podía rondar una cifra de drogas de tres dígitos, las pesquisas complementarias determinaron que, en realidad, la deuda era por un monto mucho menor a lo que se especulaba.
Asimismo, se descartó que la víctima haya realizado un fuerte movimiento de plata en los días previos a su asesinato. Por el contrario, se cree que llevaba una vida desordenada, por lo que su incursión en el mundo de las drogas no le era muy redituable.