Argentina desde Salta: ¿qué lugares conocer saliendo desde 'la linda'?

Turismo20/03/2025
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A veces nos pasa. Vivimos en una de las provincias más hermosas del país, pero la rutina nos hace olvidar que a pocos kilómetros tenemos destinos increíbles por descubrir. Salta es privilegiada no solo por su belleza, sino también por su ubicación estratégica que permite explorar joyas turísticas sin necesidad de cruzar fronteras ni viajar eternamente.

La Quebrada se disfruta más fuera de temporada alta

¿Quién no se maravilló alguna vez con las fotos de esos cerros multicolores? La Quebrada de Humahuaca, a unos 270 km de nuestra capital, es uno de esos lugares que sorprende hasta al viajero más experimentado. Pero ojo, no es lo mismo visitarla en pleno enero que hacerlo en temporada baja.

Los fines de semana largos son ideales para recorrerla sin las avalanchas de turistas. En Purmamarca, por ejemplo, podés contemplar el Cerro de los Siete Colores con tranquilidad, mientras que en verano hay que madrugar para conseguir una foto sin decenas de personas alrededor.

Tilcara tiene ese encanto especial con su Pucará, donde la historia se respira en cada piedra. No es necesario ser un experto en arqueología para valorar este sitio preincaico, basta con subir hasta la cima y dejarse llevar por el paisaje que se despliega ante los ojos.

Para llegar desde Salta, la mejor opción es buscar pasajes en micro con anticipación, sobre todo si planeás viajar en fines de semana. Hay varias frecuencias diarias y el viaje dura unas 3 horas que se pasan volando entre paisajes que cambian a cada curva del camino.

Cafayate: más que bodegas y Torrontés

Cuando el calor aprieta en Salta capital, muchos escapamos hacia Cafayate. El viaje en sí mismo ya vale la pena: la Quebrada de las Conchas es un espectáculo que nunca cansa. Esas formaciones rojizas que parecen de otro planeta han sido esculpidas durante millones de años, y siguen cambiando con el clima y la luz.

Cada uno tiene su parada favorita. Algunos no se pierden la Garganta del Diablo, otros prefieren el Anfiteatro para probar su acústica natural cantando alguna copla. Y están quienes simplemente disfrutan del silencio contemplando Los Castillos desde algún mirador improvisado.

Ya en Cafayate, el ritmo cambia. A diferencia de lo que muchos piensan, no hace falta ser un entendido en vinos para disfrutar de una visita a las bodegas. Las hay muy turísticas y otras más exclusivas, pero todas ofrecen esa experiencia única de probar un Torrontés helado mientras contemplás viñedos con montañas de fondo.

La plaza principal se llena de vida al atardecer. Los artesanos exponen sus trabajos, suena alguna guitarra en una esquina y el aroma de las empanadas caseras se mezcla con el perfume de los jazmines. Si buscás un recuerdo diferente, los tejidos de la zona tienen esos colores vibrantes que solo las tinturas naturales logran.

San Salvador de Jujuy: la sorprendente

¿Cuántos salteños pasaron por San Salvador solo de camino a otros destinos? Esta ciudad vecina, a tan solo 100 kilómetros, guarda rincones que merecen más que una parada técnica.

Su casco histórico tiene ese aire señorial que nos remonta a la época colonial. La Plaza Belgrano concentra los edificios más emblemáticos: la Catedral, el Cabildo y la Casa de Gobierno, todos con esa arquitectura que combina influencias españolas e indígenas.

El Parque Botánico Municipal es perfecto para esas tardes de calor donde solo querés sentarte bajo un árbol con un buen libro. Y si hablamos de refrescarse, las Termas de Reyes quedan a tiro de piedra (unos 20 minutos en auto) y ofrecen piletas de aguas termales con diferentes temperaturas.

La gastronomía jujeña tiene sus particularidades. Aunque compartimos platos típicos del norte, cada provincia le da su toque. Las empanadas jujeñas son muy jugosas, con ese toque de comino que las hace inconfundibles. Y qué decir de los tamales envueltos en chala, un poco diferentes a los nuestros pero igualmente deliciosos.

Tafí del Valle: el refugio tucumano

Cuando el termómetro supera los 35°C en Salta, muchos buscamos aire fresco. Tafí del Valle, aunque requiere un viaje más largo (unas 5 horas y media), recompensa con temperaturas que rara vez superan los 25°C en pleno verano.

Este valle tucumano a 2000 metros sobre el nivel del mar tiene ese microclima único que permite cultivar frutillas y manzanas mientras en el llano el calor no da tregua. Las cabañas de piedra y madera se mimetizan con el paisaje, y por las mañanas la neblina crea postales dignas de cualquier película.

El dique La Angostura, a pocos minutos del pueblo, es ideal para esos mediodías donde necesitás refrescarte. El agua es fría, sí, pero después de una caminata por los cerros, ese chapuzón se agradece como pocos placeres en la vida.

¿Y el queso de Tafí? Imposible irse sin probar esta delicia artesanal. Los lugareños mantienen la tradición que trajeron sus antepasados europeos, pero adaptada a los sabores locales. Un pedazo de queso fresco con dulce de cayote es la merienda perfecta mientras contemplás el valle desde alguna confitería panorámica.

Estos cuatro destinos están ahí, esperando a que los redescubramos con ojos de turista aunque seamos casi-locales. A veces no hace falta cruzar océanos ni recorrer miles de kilómetros para sentir que estás de vacaciones. El norte argentino, con su diversidad de paisajes y culturas, nos regala experiencias tan cercanas que hasta parece mentira que tengamos tanta belleza a tan poca distancia de casa.

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