Sociedad20/11/2020

Los más perjudicados: jubilados pobres y chicos sin clases

Mientras la situación tiende a normalizarse en estas latitudes del mundo, esperando la vacuna antes de la tan mencionada y dañina segunda ola de contagios, se va aclarando el panorama post pandemia.

Y es que al momento de hacer balances, con la mayoría de las actividades que tienen a reactivarse, hay dos sectores de la sociedad cuyo resultado es altamente negativo. Para ellos no hubo plan, no hubo reactivación y tampoco un buen plan de contingencia.

Hablamos de los dos extremos etarios, los más chicos, y los más grandes.

Escuelas cerradas, una catástrofe

Mientras la OMS y médicos especialistas recomiendan que la vuelta a las aulas más que necesario es una obligación del estado, en el país y en Salta, eso no sucedió.

No se trata ya de una cuestión sanitaria, ya que se confirmó en base a estudios que los chicos no son los que más contagian. Además, siempre se supo que en caso de contagiarse, el virus no provoca en los menores de edad mayores complicaciones en la salud. Pasa como una simple gripe sin secuelas.

No obstante, ya se puede afirmar que este año perdido de socialización va a dejar en ellos un daño irreparable. Las autoridades educativas nunca estuvieron a la altura de las circunstancias. No hubo plan B, dejaron a los docentes que hagan lo que puedan. Apelaron a que los padres se las arreglen como sea, y trataron de que algo de contenido y aprendizaje fluya. Pero ese no es el único objetivo de educar.


Del estado anímico, de la vinculación, del contacto con el otro, de un plan progresivo de vuelta a las aulas poco se habla.



Párrafo aparte merecen los gremios docentes que tampoco acompañaron ni trabajaron ni se ocuparon de sus afiliados. Sólo siguieron el juego que mejor les quedó, decir que no estaban dadas las condiciones, y esperar la llegada del 2021.

Junto al gobierno siguieron el jueguito que les quedó cómodo: culpar a la pandemia y justificarse que no se podía volver a las aulas, aunque a esta altura ya nadie les cree. 

Lo que es seguro que es con más de 6 meses de escuelas cerradas y ni un peso invertido en cuidar y mantener esos espacios, muchos muy antiguos y deteriorados, resulta lógico pensar que las malas condiciones edilicias y la falta de medidas de higiene mínimas son las verdaderas razones de la no vuelta a clases.

Y los jubilados...

Bueno, ni que hablar de los abuelos, aquellos que aportaron toda la vida y llegan a viejos para ser pobres.

Es cierto, no es culpa de este gobierno, es algo de décadas y décadas. Pero a ellos la pandemia les pegó muy fuerte. Fueron el principal grupo de riesgo, muchos murieron, debieron permanecer encerrados sin contacto con sus familiares durante muchísimos días. Y encima este anuncio de aumento les cae como balde de agua fría.

Cerrar el año con un 5% de aumento (menos de $1.000 de bolsillo), y una polémica fórmula para el cálculo semestral para las actualizaciones a partir del año que viene, muestra a las claras que nunca se piensa verdaderamente en ellos. Parecieran ser un estorbo para el Estado.


El modelo prevé un ajuste semestral que se determinará a través de la aplicación de una fórmula proporcional conformada por la evolución de los salarios y la recaudación impositiva.


Ni qué pensar para los jubilados de las próximas generaciones, cuya caja es permanentemente saqueada por cuanto plan se le ocurre al Poder Ejecutivo de turno.

En definitiva, los chicos sin clases, los jubilados sin plata para comer ni para sus necesidades básicas, dos de las postales más tristes que deja este fin de año.