Salteño cuenta su carrera como artillero de la Armada Argentina y cómo conoció el mundo
Hoy es el Día de Santa Bárbara, patrona de los artilleros, por esto el, salteño, Cabo Principal Lionel Frías, relató a GacetaMarinera acerca de sus funciones como artillero en el Batallón Antiaéreo, perteneciente a la Brigada Anfibia de la Infantería de Marina, en la Base Naval Puerto Belgrano. Frías cuenta con 20 años de servicio en la Armada Argentina.
Nacido hace 40 años en la Ciudad de Salta, el Cabo Principal Carlos Alberto Lionel Frías, destinado en el Batallón Antiaéreo (BIAA), cuenta cómo llegó a ser Jefe de la Segunda Sección RBS 70, arma única de artillería en las Fuerzas Armadas de Argentina.
“Actualmente adiestro al personal del batallón y contribuimos a la defensa antiaérea. En el 2014 realicé el curso para operar el sistema de armas de la pieza y asesoro en la cobertura antiaérea”, introduce el Infante de Marina Frías, quien hoy transmite su conocimiento y experiencia adquiridos a lo largo de 20 años de servicio.
Su carrera comenzó en el 2005 al ingresar como Marinero Tropa Voluntaria, siendo Infante de Marina. Sus primeros años como Marinero, destinado en el Batallón de Seguridad (BISP) en Puerto Belgrano, le aportaron el espíritu de cuerpo, la camaradería y el compañerismo característicos de la Infantería de Marina, que aún lo acompañan en su carrera.
Especialidad que mantuvo al cursar en el 2008 en la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA), de la que egresó como Cabo Segundo IM con orientación Artillero.
En el 2009 fue destinado al Batallón de Artillería de Campaña Nº 1. Aunque joven y moderno en su jerarquía, supo conducir con responsabilidad al personal como Jefe de pieza de los obuses de 155 mm, arma de artillería de aquel batallón. Así fue convocado a participar de su primera Misión de Paz.
Como integrante de la Fuerza de Tarea Argentina, bajo la XIV Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), se desplegó en 2011 a ese país caribeño. “Fue una experiencia muy enriquecedora. Uno trabaja junto a otras fuerzas militares argentinas y extranjeras en un país lejano a nuestras costumbres; allí cubrí el rol de combate como apuntador de vehículo”, dice mientras recuerda que su hija Luciana Sofía tenía 8 meses de vida cuando partió, hoy tiene 14 años. En 2013 nació su segundo hijo, Thiago, quien actualmente tiene 11 años.
Al hablar, Lionel manifiesta la importancia de la familia. Destaca el apoyo incondicional de sus hijos y su señora Melina, quienes luego de la pandemia decidieron radicarse definitivamente en Campo Quijano, “una localidad salteña hermosa, tranquila y muy turística, donde estamos construyendo nuestra casa y viajo varias veces al año, cuando me lo permite el servicio”.
Su primera etapa en el BIAA fue entre el 2014 y 2017, perfilando su carrera como guiador de misiles, siendo Cabo Primero en el primer año. Durante ese período, en 2015 volvió a participar de una Misión de Paz, esta vez a la Isla de Chipre, cumpliendo el rol de combate tirador-radioperador.
Subraya la importancia de esta experiencia desde lo profesional, donde puso a prueba el idioma inglés al tener que interactuar con personal de otras naciones. Asimismo, estando en la Misión de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas en la República de Chipre (UNFICYP) tuvo la oportunidad de conocer otros países de Europa.
De regreso fue destinado al sur, a la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew (Chubut). Allí cumplió funciones de seguridad de base y organizó las guardias en la Compañía de Vigilancia y Seguridad del Departamento de Defensa.
Luego de 5 años, en febrero del 2023 volvió a formar parte del BIAA. “En esta segunda etapa tengo a cargo personal de dos dotaciones de unidades de lanzamiento. Es un orgullo para mí conducir la columna vertebral de la Infantería de Marina y lo considero un objetivo logrado con gran satisfacción. A fin de año asciendo a la jerarquía de Suboficial Segundo”, relata con emoción el Lionel, quien además es conductor de vehículos Hummer, “algo que también me apasiona”.
"Para un artillero el momento de hacer fuego y explosión, implica mucha adrenalina y responsabilidad y siempre tenemos presente a Santa Bárbara, porque es la patrona de nuestra Arma"
El Cabo Frías espera regresar a Chipre, y algún día también conocer la Antártida y las Islas Malvinas, “siendo Infante de Marina no tengo muchas posibilidades, pero no pierdo las esperanzas; de igual modo estoy más que agradecido con todo lo vivido hasta el momento en la Armada”.
“La Armada Argentina es gran parte de mi vida, es la Institución que me formó profesionalmente pero también terminó de formarme como persona y forjar mi carácter”, enfatiza el IM Artillero
De niño nunca imaginó ser militar, mucho menos artillero operador de misiles. Le gustaba jugar a la pelota, pasar tiempo en la escuelita de fútbol y estar con su abuela Sofía.
Nació en la Ciudad de Salta, pero vivió en muchos lugares. Cursó sus estudios primarios y secundarios en varias localidades salteñas y bonaerenses, aunque recuerda con mucho cariño la escuela primaria “General Manuel Belgrano” de Metán, al sureste de la provincia de Salta.
“Tuve una infancia muy linda pero particular porque cambié mucho de colegio; pero recuerdo a ésta y a la Escuela de Fútbol de Ñato Grandan. Nos llamaban ‘los dragones del barrio Sarmiento’; yo soñaba con ser futbolista”, confiesa con una enorme sonrisa.
Su mamá Marta se casó con un Infante de Marina: el Suboficial Vitancor, quien con su ejemplo llevó al joven Lionel a decidir incorporarse a las filas de la Armada.
Se convirtió en el mayor de los 5 hermanos de la familia. Con dos de ellos, Noralí y Ezequiel, comparte la profesión militar.
“Con Noralí ingresamos a la ESSA el mismo año. Yo tenía la experiencia y un camino recorrido como Tropa Voluntaria, pero ambos logramos egresar de la Escuela de Suboficiales de la Armada, yo como Artillero y mi hermana como Furriel; realmente fue muy bueno compartir este momento con ella, quien también es Cabo Principal. Ezequiel es Cabo Primero Motorista”, cuenta.
De su infancia nombra con nostalgia a su abuela materna Sofía: “Me encantaba estar con ella, era una persona con enormes valores. Falleció este año, pero supo acompañarme siempre, incluso recuerdo que me insistía para que ingresara en la Armada”.
En Salta trabajó en el campo, en las tabacaleras, en carbonerías, hasta como ayudante albañil. Hoy lo capitaliza al entender que todo suma para ser la persona que es. “A Salta no la cambio por nada. Es para mí tradición, folclore y empanadas; el lugar donde siempre vuelvo”, concluyó el Artillero de la Armada