"Por supuesto, no estamos hablando de una prohibición total del alcohol durante la vacunación. Sólo estamos hablando de una limitación razonable de consumo hasta que el cuerpo haya formado su respuesta inmune a la infección de coronavirus", declaró hoy Alexander Ginzburg, director del Gamaleya.
"Del mismo modo, no se recomienda tomar medicamentos que supriman el sistema inmunológico en un plazo de 42 días mientras se establece la inmunidad al coronavirus. Todas estas son recomendaciones estándar para la vacunación a fin de lograr la máxima eficacia", subrayó.
"Sin embargo -recordó- los médicos recomiendan no beber alcohol durante 3 días después de cada inyección".
Rusia comenzó el sábado a vacunar masivamente a los trabajadores con alto riesgo de contagio de Covid-19, en los nuevos centros de vacunación abiertos en toda la ciudad de Moscú.
En ese marco, la viceprimera ministra de la Federación Rusa, Tatiana Golikova, dijo el viernes que los vacunados deben evitar los lugares públicos y reducir la ingesta de medicamentos y alcohol dentro de los primeros 42 días después de la primera dosis.
"La declaración existió, pero me parece que fue descontextualizada o desafortunada. En Rusia el consumo excesivo de alcohol es un problema muy importante, pero el consumo moderado de alcohol no le hace nada a la respuesta inmune", explicó a Télam Jorge Geffner, doctor en Bioquímica e investigador del Conicet.
Según las autoridades rusas, la Sputnik V logra su eficacia a los 7 días de la segunda dosis, y 28 días después de la primera, pero el porcentaje de 91,4% podría llegar al 95% luego de 42 días.
Hasta el momento es la más barata de las presentadas, con un costo de menos de 10 dólares cada una de las dos dosis necesarias para lograr la efectividad.
En Argentina, el Gobierno nacional anunció que el acuerdo con Rusia garantiza la disponibilidad de 25 millones de dosis de la Sputnik V, y que podrá participar de la producción de manera local, según confirmaron las autoridades rusas durante una exposición ante las Naciones Unidas.
La Sputnik V es una vacuna de vectores viral no replicante; los “vectores” son vehículos que pueden introducir material genético de otro virus en una célula.
En este caso, la vacuna rusa utiliza dos adenovirus humanos (el 26 y el 5) que son virus que causan resfriados comunes y los modifican genéticamente para que no se repliquen en el organismo al tiempo que "insertan" material genético de la proteína espiga del coronavirus.
"El elemento insertado es seguro para el organismo y ayuda al sistema inmunológico a reaccionar y producir anticuerpos que nos protegen de la infección", explicaron sus desarrolladores.