En los últimos años varios expertos internacionales vienen alertando sobre el riesgo del agotamiento de recursos naturales claves para la construcción y otras industrias vinculadas como la arena y la grava. Sin embargo, la gente cree que son materiales que abundan ya que hay millones de hectáreas de desiertos y dunas y la desertificación del planeta sigue aumentando año tras año.
¿Cómo va a faltar arena? La creencia de la abundancia, lamentablemente, es errónea.
Ya varios especialistas vinculados al Programa del Medio Ambiente de la ONU encendieron las alarmas, y quizás el informe “Sand and sustainability: Finding new solutions for environmental governance of global sand resources” fue el más contundente al poner sobre el tapete la necesidad de debatir el uso racional de estos recursos. De lo contrario el desarrollo de la sociedad corre serios peligros.
Por eso, la arena, que hoy está más asociada a una playa veraniega o una travesía o rally por un desierto podría convertirse, como algunos predicen, en el producto del siglo XXI, como lo fue el petróleo para el siglo XX. Es que ante la creciente y sostenida demanda mundial de esta materia prima, con reservas en retroceso, lleva a algunos a plantearse si la arena podría convertirse en oro. Tal es así que ya existen “mafias” en la comercialización mundial de los áridos. Se trata de un tema no menor, incluso para la Argentina, porque no solo afecta al sector construcción sino al fracking de Vaca Muerta.
La extracción de grava y arena ha experimentado un colosal crecimiento en los últimos años, superando los 330 millones de toneladas en 2019 (en 2018 llegaron a 335 millones) desde los 190 millones en 2016. A nivel mundial, la arena es el segundo recurso natural más utilizado después del agua. Es insoslayable que es de gran importancia en la industria de la construcción.
Y con la urbanización extendiéndose por todo el mundo, se necesitan más materiales de construcción para construir infraestructura en áreas urbanas.
El hormigón, que representa dos tercios de los materiales de construcción, está compuesto por dos tercios de arena. Además la arena y la grava industriales, que son ricas en sílice, pueden utilizarse en la fabricación de vidrio, pero también para operaciones de fracking (shale oil), lo que explica el fuerte aumento de la demanda en los últimos años. Aunque no hay cifras globales para la minería de arena para construcción, el aumento en la producción mundial de cemento muestra que la demanda de arena acompaña el boom.
En 2008, la producción mundial de cemento ascendió a 2.800 millones de toneladas. En 2019, esa cifra aumentó a más de 4.000 millones de toneladas, lo que indica una demanda de arena y grava para construcción de 40.000 millones de toneladas solo para la producción de cemento. Se estima que se consumen 50.000 millones de toneladas de arenas por año en total.
En general, la arena es suministrada por fuentes locales, ya que el transporte representa hasta el 70% de los costos totales del comercio internacional de arena. Sin embargo, algunos países han tenido que importar este producto para satisfacer su demanda interna. Se sabe que los Emiratos Árabes Unidos importan toneladas de arena de Australia para llevar a cabo sus proyectos de infraestructura. Por ejemplo, las importaciones de arena de Qatar ascienden a u$s6.000 millones anuales. Y países como Vietnam se espera se queden sin arena y se conviertan en importadores. “Esta escasez de arena en algunas zonas está provocando que los precios suban en todo el mundo. En India, la escasez ha provocado un aumento del 100% al 150% en el precio de la arena en dos años. En EE.UU., los precios del cemento y el hormigón han aumentado casi un 70% durante los últimos 14 años”, señaló días atrás John Plassard, director de Research de la banca suiza Mirabaud, en un informe.
¿Cuál es el problema? La arena, grava y gravilla son agregados aluviales que con el tiempo formaron sedimentos que eventualmente crearon depósitos. La extracción de estos materiales es poco profunda y generalmente se realiza mediante dragado o pala mecánica. La arena es un material natural, hecho de cuarzo y pedernal. Puede constar de granos finos de forma variable. Se clasifica en fino, grueso y grava. Hay dos tipos de arena: natural y artificial.
El informe de la ONU afirma que para entender la magnitud del problema, como uno de los mayores desafíos de sostenibilidad del siglo, señala que “la mayoría de los grandes ríos del mundo han perdido entre la mitad y el 95% de su entrega natural de arena y grava al océano”. “La construcción de represas en los ríos para la producción de energía hidroeléctrica o el riego está reduciendo la cantidad de sedimentos que fluyen río abajo. Este sistema de reabastecimiento roto exacerba las presiones en las playas ya amenazadas por el aumento del nivel del mar y la intensidad de las olas de tormenta inducidas por el cambio climático, así como los desarrollos costeros”, sentencia.
El problema es que la arena del desierto es en buena medida inútil para la construcción porque no tienen una estructura apropiada para fabricar hormigón.
Dado que en el desierto los granos de arena fueron erosionados por el viento (en lugar de por el agua) son demasiado lisos y redondeados para producir hormigón estable.
Ahora bien no es sencillo invertir en arena como invertir en otros productos básicos. Aún no hay un mercado financiero donde opere como un activo. Aunque, en total, se utilizan toneladas de arena anualmente en todo el mundo, es prácticamente imposible invertir directamente en ella. La falta de un mercado global de arena se debe a su alto peso en relación con el costo, lo que hace que el transporte y cualquier falla sean bastante costosos. Por lo tanto, Plassard señala que para beneficiarse de la arena como producto básico, es más prometedor invertir en empresas que producen arena o forman parte de la cadena de suministro de arena, por ejemplo, los productores de cemento. Al respecto, destaca a “Vulcan Materials Company”, a “Martin Marietta Materials” y a “Cemex”, y si se piensa en algo más global en “PAVE US” (ETF industrial).
La arena tiene el potencial de convertirse en el oro negro del mañana. Sin embargo, su extracción debe ser monitoreada de cerca.
Por Jorge Herrera para Ambito