Los empleados de la cuarta revolución industrial

Sociedad15/11/2022 Roberto Dib Ashur
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Los cambios que se suceden en nuestra época avanzan con tanta velocidad que hasta nos cuesta interpretarlos mientras los vivimos. La tecnología, el manejo de los datos y la conectividad varían de manera vertiginosa cambiando nuestras maneras de comunicarnos, interactuar y hacer negocios.

Este nuevo mundo requiere nuevas habilidades. No obstante, existe incertidumbre sobre cómo serán los empleos del futuro cercano. Pero de lo que sí tenemos certeza es que una enorme mayoría de ellos estarán parados sobre la economía del conocimiento.

Sabemos que todo lo que se pueda automatizar se va a automatizar, por lo tanto, muchos empleos clásicos del pasado se van perdiendo, y lo continuarán haciendo con el correr de los años. Persiste una válida preocupación sobre cuáles serán aquellas habilidades y conocimientos que irán dejándose de demandar. La respuesta es clara, todos aquellos que puedan ser transformados en algoritmos y reemplazados por una máquina. 

La buena noticia es que mientras algunos empleos se pierden por obsoletos otros nuevos se crean a diario. Las preguntas más interesantes en este escenario son ¿Cuántos se crearán? ¿De qué tipo de empleos hablamos? ¿Qué conocimiento se necesitarán? Es decir, ¿Cuáles son los empleos y habilidades que se están creando en este momento, en la cuarta revolución industrial?

La primera revolución industrial ha tenido un impacto productivo, demográfico y social provocado por el uso de las máquinas de vapor en la industrialización de las manufacturas entre los siglos XVIII Y XIX y parte de la gente dejó los empleos rurales para trasladarse a las ciudades.

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A partir de la última parte del siglo XIX hasta la primera guerra mundial (1914), se inicia el proceso de fabricación en masa a través de líneas de producción, utilizando electricidad, con un gran impacto en las capacidades productivas globales. Las grandes industrias se imponen ante las pequeñas y medianas, el comercio mundial se expande, el tren y el telégrafo imprimen potencia a esa revolución. Las cadenas de producción exigían un trabajo con alta supervisión, estudios de tiempos y movimientos.

La tercera revolución se manifiesta, a fines del siglo XX, a través de la producción automatizada usando electrónica, controladores lógicos programables (PLC), la tecnología de información IT y los robots. Al automatizarse los procesos ya no es necesaria la participación continua del ser humano.

Ahora que vivimos en la cuarta revolución industrial desde hace unos años, vemos como el big data, el internet de las cosas, el machine learning, la información en la nube, la nano tecnología, la biotecnología y un gran etcétera de innovaciones cambia, a un ritmo exponencial, la forma de producir y comercializar.

Se acuñó el término ¨darwinismo tecnológico¨, tomando la idea de Charles Darwin sobre la evolución de las especies. Este nuevo término sugiere que aquellos que no se adapten a estos cambios no lograrán sobrevivir. Es fundamental innovar y adaptarse.

En una misión comercial, en la cual participamos en Europa en el año 2022, escuchamos de manera reiterada por parte de los empresarios y funcionarios españoles la idea de que ¨aquellas empresas que no se digitalizan morirán¨. Bajo un escenario dinámico, la Unión Europea financia actualmente un plan potente de digitalización de empresas y estados dándole un sentido de urgencia a la situación.

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La pregunta que sigue es ¿nos estamos dando cuenta en Argentina de este sentido de urgencia? ¿Estamos transformando esta revolución en una oportunidad? Si nos quedamos quietos, o no nos movemos en la dirección correcta y con la suficiente velocidad, estoy convencido de que al menos vamos a perder algunos beneficios o, lo que es preocupante, perder la oportunidad y quedar enormemente rezagados.

Viendo la parte positiva del contexto, los argentinos tenemos un talento que ya está produciendo y exportando conocimiento. Los servicios profesionales y creativos se demandan de manera incremental. Es sumamente necesario que esto continúe creciendo. Pero no es suficiente.

Sin dudas que para adaptarse, innovar y aprovechar estas oportunidades es preciso saber ¿Cuál es el camino? ¿Qué es necesario aprender? La experiencia indica que una sólida formación en las STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus siglas en inglés) son un buen comienzo. A esto, en nuestro país, más aún en las provincias el aprendizaje profundo de idiomas es clave, particularmente el inglés.

Las áreas del trabajo del futuro incluyen a programadores, ingenieros, analistas de datos, cyber seguridad, especialistas en energías alternativas, especialistas en ventas digitales, creadores de contenidos audiovisuales, creadores de entretenimientos digitales, gaming, artistas, deportistas, asesores espirituales, cuidadores de la salud y la alimentación y lógicamente docentes. 

Especial atención en las habilidades blandas es otro espacio donde se está trabajando con especial interés en el desarrollo de las carreras personales y organización colectiva.

A esta dinámica global debemos ponerla en un contexto nacional destacando complejidades y ventajas. En la Argentina casi la mitad de la población económicamente activa no tiene secundario completo y alrededor de dos tercios de la PEA tiene como máxima formación el secundario. Es complejo poder competir en el mundo del conocimiento si nuestro nivel formativo general como país está bajo y distante de aquellos países que lideran el desarrollo.

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Como dato positivo, el talento y la creatividad argentina son demandados y muy bien considerados a nivel mundial. Los científicos, consultores, ingenieros, creativos en particular y profesionales en general, son una ventaja competitiva de nuestro país.

Entonces, tenemos un gran desafío en la finalización de la formación media, con lo cual debemos focalizarnos en esas terminalidades del nivel medio prestándole especial atención a la calidad.

En segundo lugar, es preciso potenciar las vocaciones científicas y creativas incentivando y promoviendo el talento local. Para esto existe diversas estrategias como olimpiadas de ciencias, de matemáticas, concursos, encuentros, campamento, laboratorios de experimentación e innovación, desafíos creativos, viajes de estudios, por nombrar algunos.

Por último, y muy importante, es clave fortalecer los estudios superiores focalizándolos en las carreras vinculadas a las ciencias, tecnologías, ingenierías, matemáticas, idiomas y carreras creativas. Trabajar en la internacionalización y cooperación de los docentes y estudiantes. Todo esto sin perder de vista la importancia del desarrollo de las habilidades blandas que requieren todo un capítulo aparte. 

En síntesis, el mundo cambia de manera permanente la forma de producir y comercializar. Estamos viviendo una era donde los cambios se producen con mayor velocidad que en las revoluciones industriales anteriores. La carrera por la adaptación es frenética y requiere un sentido de urgencia. El conocimiento y el talento son los mayores recursos para el crecimiento y desarrollo de los países. Es indispensable para sobrevivir como país saber crear los conocimientos necesarios y potenciarlos. Es fundamental adaptar las formaciones con la velocidad, calidad y cantidad que este mundo demanda en este mismo momento. Las STEM, la innovación, la creatividad y el talento son las llaves.

Es por ahí.

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