"Comer, rezar, amar“, por Nico Cortes

Los Marginados30/03/2025
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“Unos relatos dedicados a ellos. Esos personajes que viven por las sombras, vestidos de silencios, maquillados por la oscuridad. Generalmente, a un costado del sistema, señalados por prejuicios, subrayados con anonimato. Refugiados, rechazados, desaprobados, sobrevivientes. Con el dolor de la guerra cotidiana, pero con la grandeza de los valientes”.

Episodio 9: “ Comer, rezar, amar “ 

En la cocina de la Sociedad Española, por los pasillos del Bochin Club, siguen habiendo personas haciendo fila por una cazuela. ¿ A que se debe la multitud, por qué el alboroto, ante un simple plato de la carta? Escucho decir a sibaritas, expertos culinarios, que es la mejor del pais. Ante el desconcierto yo me sigo preguntando.¿Es el lugar, es el aroma, los sabores, el autor?

“La Nueva Casa”, es el sitio que le devolvió vida a un refugio que había sido cuna, sede y oficina de pescadores y aficionados a la comida, por décadas. El lugar tenía tanta mística e historia que por generaciones fue visitado por todos los personajes de la ciudad de Salta. Un lugar masculino por tendencia, donde se fusionaba la política, el deporte, la música. En fin, toda la comunidad intelectual y bohemia. Lo que había sido el “Bochin”, pasó a resurgir, post pandemia, por calle Rivadavia al 900, de la mano de un artesano de la cocina.

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Javier “ Trucha “ Velez parece tener el don de la atracción. Con un salón desbordado, el hombre posa con una sonrisa que inicia desde las entrañas. Pañuelo, chaqueta y delantal, confirman su profesionalismo y seriedad a una vocación, que transformó en pasión. Lejos de pronunciarse Chef o Cocinero Profesional y mucho antes que prender cualquier hornalla, me mira a los ojos con una inmensa emoción y nombra a su maestro y mentor. 
- Soy lo que soy, hago lo que hago, gracias a mi maestro. Roque Jiménez. Es un cocinero que me enseñó cada detalle, todos los secretos y el amor por este trabajo. Sabía decirme torbellino, y supo con paciencia y cariño educarme. Siempre que lo veo me nace decirle gracias y al despedirme también, gracias!

“Trucha” formó su familia desde joven y tiene cinco hijos. Su mujer lo acompaña en todo instante y sueñan juntos alguna vez, instalar un negocio propio y poder llegar a construir la casa que siempre desearon. Agradece a la vida por la generosa amistad de Gonzalo Fernandez. Relata recuerdos de su pasión por el fútbol. Por Boca Juniors. Recuerda con emoción a Maradona y admira a Messi. 

Revisa meticulosamente el corte de las papas antes de freír. Tan así, que me arriesgo a decir que son perfectas. Está pendiente de la paella con el olfato y el oído. Revive en su mundo. Hay ollas por doquier, las especias empiezan a resaltar perfumes y la cocina se ordena y se moviliza a su antojo. 

Salen milanesas, pastas, ensaladas, empanadas casi todo a la vez. Cómo un “Rambo” gastronómico. Es un pulpo que saca brazos con cucharas y bandejas y parece clonarse segundo a segundo. De verlo, uno se genera tensión, pero el cocinero made in Castañares, simula estar en las arenas blancas del Caribe.

Cada tanto sale al patio y de reojo, controla los peces dorándose en la parrilla. Es una máquina. Muchas personas, en una. El cuchillo es parte adherida de sus manos. Manos que hacen magia. Corazón destinado a servir. Alma generosa que nos abraza con cada pizca de sal. Y cuando nuestro ánimo tiende a decaer, bate unos huevos con leche y azúcar y nos reemplaza el psicólogo, con un flan de ensueños. 

El público entra en proceso de digestión. La felicidad es plena y estomacal. Entre tés y cafés, aparece el libro de reseñas y se lee entre los escritos: 
-“ Sr Cocinero: 
Dios bendiga,
 sus manos, sus sentidos. 
Mi existencia,
parece tener motivos. 
En cada bocado 
de sus cumplidos, 
yo he sentido,
unos mil latidos.”

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