Ferias, pulgas y productos usados o de contrabando: el boom que se expande en Salta y Jujuy

Ferias callejeras, populares, están en cada barrio y siguen creciendo. Las ferias americanas, mercados de pulgas y comercios informales de ropa usada o mercadería ingresada sin controles ya no son algo aislado. En Salta y Jujuy, este fenómeno se volvió parte del paisaje urbano y de la economía diaria de miles de personas.

Cada semana, en distintos puntos de la ciudad, se montan estos espacios donde se vende de todo: indumentaria, zapatillas "de marca" por dos mangos, camperas, perfumes, herramientas, artículos electrónicos  y hasta alimentos. Muchas veces, a precios imposibles de igualar para cualquier comercio formal, los más afectados por esta situación.

Una necesidad, la falta de oportunidades y una cultura de lo ilegal

Lo que comenzó como una salida económica para muchas familias en contextos difíciles, hoy se transformó en una alternativa de consumo masivo, especialmente en épocas de crisis como la actual.

Con la caída del poder adquisitivo, la gente busca precios bajos, y en estas ferias los encuentra. Además, existe una cultura cada vez más instalada de lo "second hand" o ropa de segunda mano, que deja de ser tabú y se vuelve tendencia, sobre todo entre los más jóvenes.

¿De dónde viene lo que se vende?

Gran parte de los productos que circulan en estos mercados provienen del contrabando desde Bolivia, sobre todo en Salta y Jujuy, donde la cercanía con la frontera hace más fácil el ingreso de ropa usada, calzado, electrónica y otros artículos.

También hay mercadería donada desde el exterior o rescatada de reciclajes, depósitos y contenedores. Y en muchos casos, se mezclan productos nuevos, robados o remanentes de stock de grandes marcas que, por diferentes vías, terminan en estas ferias.

Competencia desleal y grises legales

El crecimiento de este fenómeno genera preocupación entre comerciantes formales, que son los que pagan impuestos. Alegan que es una competencia desleal, ya que quienes venden en estas ferias no pagan impuestos, alquiler, sueldos ni seguros. “Mientras nosotros pagamos todo, ellos montan un perchero y venden libremente y en un espacio público sin pagar nada”, se quejan.

A su vez, muchas de estas ferias funcionan sin habilitación ni controles sanitarios, lo que también pone en riesgo la seguridad de los consumidores.

Una economía informal que no para de crecer

Según datos extraoficiales, en Salta hay al menos 50 ferias activas por semana, sin contar los puestos ambulantes o ventas en redes sociales. En Jujuy, la cifra es igual o superior. Este ecosistema mueve millones de pesos en efectivo, en negro, sin truibutar nada, por fuera de los circuitos formales, sin generar aportes a nadie. Todo para el bolsillo del vendedor.

Hoy, las ferias son parte de la realidad cotidiana de miles de salteños. Reflejan la crisis, la creatividad, la informalidad... y también la falta de respuestas estructurales.