Desde el año 2004 se estableció la fecha del 10 de mayo como el Día Mundial del Lupus. La celebración busca informar sobre la existencia de esta enfermedad poco frecuente, de carácter crónico y grave, que afecta mayormente a mujeres en edad fértil.
Se trata de una patología sin cura aún y de difícil diagnóstico, ya que los síntomas pueden confundirse con los de otras enfermedades. No obstante, el diagnóstico temprano y un adecuado tratamiento médico pueden reducir los efectos discapacitantes y mejorar la calidad de vida del paciente.
El lupus es una de las enfermedades autoinmunes más comunes. El sistema inmunológico es un conjunto de glóbulos blancos y proteínas - llamados anticuerpos - encargados de defender al organismo de infecciones, microbios y otros microorganismos invasores.
En algunas circunstancias, estos anticuerpos se comportan de manera anormal, convirtiéndose en autoanticuerpos y, en vez de defender al organismo lo atacan. Pueden afectar una parte concreta del cuerpo, como la piel en el caso de la psoriasis, o las articulaciones, en la artritis reumatoidea.
Sin embargo, en el lupus el ataque puede ser a cualquier parte del organismo, como piel, articulaciones y órganos internos.
Ni hereditaria ni contagiosa
Hasta ahora se desconoce con exactitud qué es lo que provoca el lupus. Se considera que hay varios factores desencadenantes, entre los que se incluyen los genes. Si bien la enfermedad no es hereditaria, se estima que en algunas familias hay una predisposición genética.
Un factor clave son las hormonas femeninas, ya que, de cada 10 personas con lupus, 9 son mujeres. Otros factores son la exposición al sol u otro tipo de rayos ultravioleta, infecciones virales, estrés, sobreesfuerzo, tratamientos hormonales, medicamentos.
La enfermedad no tiene un curso lineal, sino que oscila con brotes que se producen por algún factor desencadenante. No se transmite de persona a persona y no puede prevenirse, aunque sí se pueden mitigar los brotes evitando situaciones que pueden favorecerlos.
El comienzo del lupus es raro en menores de 5 años e infrecuente antes de la adolescencia. Se observa, sobre todo, en mujeres entre los 15 y los 45 años.
Síntomas
El comienzo de la enfermedad es lento. Los síntomas aparecen de forma progresiva, durante meses e incluso años. En general, todos los pacientes presentan: Compromiso del estado general, febrícula persistente, decaimiento, fatiga, caída del cabello, dolor musculoesquelético, inflamación articular, cambio de coloración en dedos de manos y pies al exponerse al frío, erupciones en la piel que empeoran con la exposición al sol, enrojecimiento en forma de alas de mariposa en la cara y puente de la nariz.
Los niños con lupus pueden llevar una vida adecuada para su edad si reciben el tratamiento correspondiente. No es necesario suspender la asistencia a los establecimientos educativos, salvo que la enfermedad se encuentre en un período de gran actividad o exista compromiso neuropsiquiátrico. En el segundo caso, se debe adoptar un plan de educación específico.