Un grupo internacional de paleontología, liderado por científicos argentinos, descubrió una nueva especie de dinosaurio carnívoro cerca de Villa El Chocón, en la provincia de Neuquén.
El animal, que alcanzaba unos 11 metros de longitud y del que se recuperaron gran cantidad de huesos del cráneo y de las patas, pertenece al grupo de los carcarodontosáuridos, grandes carnívoros del Cretácico Superior que vivieron hacen entre 120 y 90 millones de años atrás.
Sebastián Apesteguía, investigador del CONICET y uno de los autores del trabajo indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “es un hallazgo de enorme importancia porque se trata de uno de los esqueletos más completos de este grupo de dinosaurios. El registro fósil que descubrimos incluye un cráneo casi completo, aunque sin mandíbulas, algunas vertebras del cuello y la parte primera y media de la cola y la cintura pélvica, con las patas posteriores y los brazos completos. Fue un animal de gran dimensión, calculamos que pesaba unas cuatro toneladas”.
La nueva especie fue bautizada Meraxes gigas, en referencia a uno de los dragones de la serie de libros Canción de Hielo y Fuego del escritor George R.R. Martin, que luego fueran llevados a la popular serie de televisión Game of Thrones. El nombre fue propuesto por el doctor Juan Canale, paleontólogo argentino e investigador del CONICET, quien, además, lideró el actual estudio. El trabajo fue publicado en el último número de la revista científica Current Biology.
El nivel de conservación de los fósiles, explica Apesteguia, aporta una enorme cantidad de información para poder conocer más sobre este nuevo animal. “En muchísimas ocasiones, se nombran nuevas especies con muy poquitos restos. Se han nombrado mamíferos a partir de un solo diente, por ejemplo. En el caso de Meraxes, el hallazgo del cráneo nos permite conocer la medida exacta de la cabeza. De este grupo de dinosaurios, por ejemplo, el más emblemático y el más grande es el Giganotosaurus carolini, también descubierto en el sur argentino, y del que el cráneo no está completo”, detalla.
A nivel evolutivo, el descubrimiento de esta nueva especie, además de aportar datos sobre esta última, también ofrece nuevas pistas sobre la proporción de los brazos en relación al cráneo en este grupo de animales.
“Los brazos están completísimos, lo que nos permite saber cuánto se habían reducido, a nivel evolutivo, en especial porque se trata de un animal adulto. Para tener de referencia, los ejemplares de Tyranosaurus rex más viejos que se conocen eran de 30 años, y el Meraxes que hallamos tenía 45, aproximadamente”, agrega el investigador, con sede de trabajo en Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”, que funciona en la Universidad Maimónides.
Otra de las partes bien conservadas fueron los pies del animal. “Son huesos robustos y con fuertes uniones ligamentarias entre sí, que estaban preparadas para sostener el peso de estos carnívoros. Uno de los aspectos más interesantes es la garra del dedo interno del pie, bastante más grande que las otras dos y con un borde más afilado. Esta característica estaba presente en otros dinosaurios carnívoros, pero nunca con este nivel de desarrollo, por lo que implica un aspecto, al menos hasta ahora, propio de esta especie”, analiza el paleontólogo.
Mucho más que una cantera de tesoros
El hallazgo fue realizado en una zona de rocas conocidas como Formación Huincul, a unos 20 kilómetros de Villa El Chocón, en Neuquén. Con una antigüedad de unos 95 a 90 millones de años, la zona da cuenta de una época en la que convivían los mayores dinosaurios herbívoros del mundo, terópodos medianos y grandes dinosaurios carnívoros, como el Meraxes. La excavación de este último tomó cuatro campañas anuales, de dos a cuatro semanas cada una.
Para Apesteguía, más allá de que el sur argentino en particular y el país en general sea una fuente casi inagotable de tesoros paleontológicos, es clave el desarrollo y los trabajos de investigación de grupos locales, dedicados a interpretar qué significa este dinosaurio en el contexto prehistórico correspondiente.
“No somos solamente una cantera o mina de fósiles. Llevamos 200 años de historia de paleontología argentina, con profesores y discípulos y varias generaciones de trabajo muy duro y de enorme aprendizaje. Sometidos, además, al sistema científico internacional, donde todo se chequea, se corrige, se evalúa”, asevera.
Respecto al trabajo científico durante la excavación, Apesteguia destaca el clima de articulación entre todos los integrantes del equipo. “Fue una cooperación internacional sumamente interesante, con científicos y colaboradores de varios países, como Dinamarca, Japón y Estados Unidos. Las campañas son trabajos muy duros y desgastantes, porque son largas jornadas de labor desenterrando los fósiles. El hecho de trabajar de forma horizontal a nivel de organización y la continua colaboración ayudan, desde luego, al buen clima de trabajo”, considera el investigador.