Salteño solidario ayuda y capacita a refugiados de África

Solidaridad01/08/2022InformateSaltaInformateSalta
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Seguramente en algún momento hemos conocido la historia de vida de los habitantes del continente africano, considerado el más pobre del mundo, donde viven sumidos por necesidades básicas que no pueden ser cubiertas, maltrato, abusos y un sinfín de injusticias. 

Para tener una idea aproximada de lo que allí sucede, solo basta señalar que los 28 campos de refugiados que existen actualmente en Uganda albergan a cerca de 1.600.000 personas procedentes de Etiopía, Somalía, El Congo, Ruanda, Burundi, Sudán del Sur, entre otros países de la región. 

Precisamente, en uno de estos campamentos trabaja desde hace dos años Máximo Herrera (55), un religioso exalumno del colegio Salesiano de Salta, quien dedica su vida a capacitar a miles de jóvenes africanos para que aprendan un oficio que les permita subsistir. 

Máximo se encuentra en África desde 1994 y desde hace un par de años trabaja en Palabek, un campo ubicado al noroeste de Uganda en el que viven más de 65.000 personas que huyeron o fueron expulsadas de Sudán del Sur. Su país, el más joven del mundo, sufrió una sangrienta guerra civil a la que le sobrevinieron interminables enfrentamientos tribales por la tierra.

“Sudán del Norte es ganadero y la joven Sudán del Sur, que tiene solo 11 años de vida, cuenta con territorio para dar de comer a las vacas. Entonces la gente molesta y es cruelmente expulsada. Sí, así de insólito. Son tribus dominantes, guerreras”, explicó el religioso, en diálogo con El Tribuno.

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En la zona existen serios problemas de acceso al agua, escasea la tierra fértil y si no llueve no crece el maíz y por ende no comen, tan sencillo y tan duro como eso. 

La mayoría de los refugiados, casi un 80% son mujeres y niños que escaparon de las masacres y de las violaciones, y cruzaron solos la frontera con Uganda. Son miles los testimonios de chicos de tan solo 7 o más años que contaron que se vieron obligados a correr sin parar por días, por semanas para salvar sus vidas y que vieron morir a sus familias a manos de los soldados.

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En Uganda buscan encontrar un poco de paz, de abrigo y de comida, pero sobre todas las cosas: la esperanza de una vida mejor.

“Existen muchas organizaciones que brindan su apoyo, pero esto no alcanza. Solo los salesianos de Don Bosco estamos autorizados a permanecer y vivir dentro de Palabek. Nosotros nos ocupamos de la formación en oficios, del tiempo libre, las expresiones artísticas y lúdicas, porque otra de las aflicciones en el campo es no saber qué hacer con el tiempo, ya que la permanecen en calidad de refugiados y el pueblo más cercano está a unos 200 km”, contó el religioso.

Cada ONG tiene su labor particular, algunas se encargan del agua, otras de los niños, salud, entre otras tareas.

El salesiano contó sobre las difíciles condiciones dentro del campo de refugiados, donde indicó que la alimentación es muy básica. “Solo comen maíz y porotos, no hay variedad. Tampoco hay pescado, el río más cercano es el Nilo y está a más de 100 km. Los chicos almuerzan en la escuela y se llevan parte de su ración para comer a la noche. La vida es muy dura”, puntualizó. 

En cuanto al aprendizaje, señaló que los jóvenes son muy prácticos y tanto chicas como chicos toman cursos de albañilería y ellas, la mayoría de las veces, tienen un mejor desempeño. No hay diferencia entre mujeres y hombres a la hora de capacitarse ni de trabajar. Las chicas manejan los tractores y se encargan de muchas tareas que hacen a la supervivencia en Palabek.

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