“Mal comidos” nos muestra que la alimentación también es un negocio

La autora del libro, Soledad Barruti llegará a la ciudad para disertar en el ciclo Primavera Planeta. La charla, con entrada libre y gratuita, será hoy desde las 19 en el Hotel Alejando I.

Cultura 02/11/2013

En el marco del ciclo “Primavera Planeta”, la escritora y periodista Soledad Barruti llegará a la ciudad para dar una charla acerca de su más reciente y exitoso libro “Mal comidos”, una investigación que nos muestra “cómo la industria alimentaria argentina nos está matando”. La charla, organizada por Editorial Planeta y Banco Hipotecario, será hoy desde las 19 en el Salón Castellanos del Hotel Alejandro 1 (Balcarce 252). La entrada será libre y gratuita.Feedlots en la pampa húmeda, criaderos en Entre Ríos, plantaciones en el Gran Buenos Aires, desmontes en Chaco, puertos en Chile y el Litoral, poblaciones devastadas en todo el país. Después de recorrer durante dos años los escenarios de este nuevo mapa, Soledad Barruti despliega una investigación rigurosa y a la vez inquietante que explica por qué estamos mal comidos, peor encaminados, pero todavía a tiempo.
 

¿Qué despertó tu interés por investigar acerca de este tema?

Siempre me gustó la cocina, es algo que viene de mi infancia donde los mejores recuerdos quedaron vinculados a la mesa de los fines de semana que estaban comandados por mi abuela Wanda y sus platos, uno mejor que el otro. Fue en esa casa también, en su cocina, donde experimenté cómo un plato podía fallar, no por culpa de la receta sino por culpa de los cambios en la producción de los alimentos. Ese día fue el pollo. Por primera vez mi abuela había comprado un pollo empaquetado en lugar de los que venían de los productores de la zona y el efecto fue desastroso.

Si bien hoy pareciera que estamos acostumbrados a que los pollos estén rodeado de sus has, en ese momento era todo un acontecimiento. Y en mi casa esas dudas siguieron interesantes búsquedas de información, en este caso por parte de mi madre que es médica y que siempre nos educó en la idea de que la comida te puede hacer muy bien o muy mal.

Entonces, este tema me resulto siempre interesante. Como la industrialización de los alimentos y sus consecuencias es un tema global, en los últimos años aparecieron sobre todo en Estados Unido y Europa un montón de producciones periodísticas en forma de documental o de libro que buscaban responder cómo se producían los alimentos, por qué y cuál era el efecto de ese cambio productivo sobre nosotros y el medioambiente. Y yo los leí todos con un fanatismo total.

Pero siempre terminaba con muchas preguntas porque ninguno abordaba nuestra situación particular. Eso fue entonces lo que me llevó a escribir Malcomidos: era el libro que estaba buscando leer.

¿Por qué crees que la comida se convirtió en un negocio?

Vivimos en un sistema en el que absolutamente todo es un negocio: la salud, la educación, los alimentos. Y, como todo negocio, año a año se va volviendo más específico, más minucioso. Para hablar específicamente de alimentos el gran cambio comienza en la década del sesenta con la Revolución Verde: el mejoramiento de cultivos para sembrar una única especie en forma extensiva, sorteando a la naturaleza y su diversidad con un montón de químicos, incorporando máquinas y otras tecnologías. La consigna era la misma que pareciera regir la producción actual: producir muchos alimentos para un mundo con muchas personas que tienen que comer.

La revolución verde se instaló fuertemente en India donde, si bien la producción aumentó considerablemente, en seguida se convirtió también en contaminación y enfermedad (por el uso de agro químicos), más pobres (endeudados por lo costosa de esa tecnología) y menos personas con acceso a la comida (la pobreza, las guerras o la opresión económica de un país sobre otro son siempre las verdaderas causas del hambre). Pero lo importante fue que los procesos agrícolas tuvieron como nunca un dueño y ese dueño eran las compañías detrás de las semillas, los químicos, los insumos. Y que todo entro en la misma lógica: los animales también fueron rediseñados así como los espacios donde se los criaba. La idea era produciré mucha cantidad sin pensar en la calidad y sin tener en cuenta que esos "controles químicos" que se ejercen sobre la naturaleza -con plaguicidas pero también con fertilizantes y con antibióticos en el caso de los animales- tendría efectos devastadores sobre todos.

La Revolución verde se consolidó con la Revolución biotecnología que es la que dio los cultivos transgénicos: plantas que son modificadas para posibilitar el uso de determinados agro químicos, o que actúan como un agro químico en sí mismas. Las mismas compañías que venden las semillas venden por supuesto el químico y el negocio es perfecto.

La última etapa de volver a los alimentos solo un negocio es la especulación financiera que se hace en las bolsas del mundo donde se trata a los alimentos como si fueran fichas de un casino enorme en el que pocos ganan y muchos perdemos.

¿Cuál crees que es el problema del mal comer de la sociedad argentina?

Este país entró tarde a la revolución verde pero adoptó ciegamente la revolución biotecnológica cuando en 1996 se convirtió en el primero fuera de Norteamérica en incorporar la soja transgénicos de Monsanto. Y lo hizo sin realizar ningún estudio propio: tomando por bueno lo que la empresa decía de sí misma y de su propio trabajo. Así nos convertimos todos en el campo experimental de esta producción.

Hoy el de la soja es un negocio inmenso y el de producir alimentos reales uno periférico a ese. Las vacas dejaron el campo y se reinstalaron en corrales de engorde para dejarle lugar a la soja, los cultivos de trigo, de girasol, los campos frutales, los tambos y los bosques -en donde también hay alimentos- desaparecieron en pos de ese cultivo que no alimenta a humanos.Y la responsabilidad de eso no se puede poner en manos de los productores. No hay un Estado que esté diseñando un plan productivo que garantice el trabajo rural y la alimentación sana para todos.

Con el PEA se pretende aumentar la producción para el 2020. ¿Crees que este Plan nos va a proveer mejores alimentos?El PEA propone aumentar la producción de soja y también de maíz transgénico para alimentar animales y generar biocombustibles. Con respecto a los alimentos que llegan a nuestra mesa también propone aumentar la cantidad apostando a los lugares de producción intensiva: animales hacinados en criaderos, hortalizas en invernaderos tóxicos, vacas en corrales de engorde. De esos lugares salen carnes con más grasas saturadas, con un desequilibrio en sus ácidos grasos esenciales y más propensión a venir con bacterias para las que no hay cura, frutas y verduras con residuos químicos venenosos... Y ni hablar del sabor perdidos de los alimentos.

Lo que sucede con animales como el pollo es verdaderamente un negocio perverso…Sí los criaderos son lugares que consideran a los animales como máquinas o engranajes de máquinas que sueltas proteínas. Las condiciones en las que se los hace vivir: sin espacio para pararse si no es uno sobre otro, sobre sus propios excrementos, con luz artificial permanente, sin aire o sin lugar para guarecerse de la lluvia o el sol. Los animales sólo soportan esas condiciones de vida porque se les da una cantidad de drogas crónicas que evitan las enfermedades o las ocultan. Pero el comportamiento de los animales es inocultable: muchos terminan en conductas caníbales, comiéndoselo unos a otros.

¿Quién crees que es el responsable de que seamos mal comidos?

Creo que hay una connivencia muy grande entre el Estado y las corporaciones. El Estado no controla, no regula, deja hacer. Y este modelo avanza y avanzan las enfermedades, y avanza la infertilidad de los suelos, y avanza la cantidad de personas que unos años atrás rebajaban en el campo y ahora viven a la vera del sistema, en un barrio social o en un barrio marginal. El derrame económico no se ve hacia donde avanza la frontera agropecuaria, todo lo contrario.

La mala alimentación trasciende las clases sociales. Sin embargo, ¿Quiénes son los que están más mal alimentados?

Los sectores pobres sin dudas están peor alimentados: el acceso a la comida real para el sector más vulnerable de la sociedad, el que más lo necesita es cada vez más difícil. La dieta de los pobres está compuesta por hidratos de carbono, grasas de mala calidad, azúcar. Y no hablar de los que tienen que comer en comedores del Estado o en hospitales.
La obesidad, la hipertensión, la diabetes tipo 2, esas enfermedades avanzan a pasos acelerados en nuestra sociedad pero los peores estragos ya son muy evidentes en los sectores pobres.
Nuestro país no siempre tuvo esa injusticia sentada a la mesa. Y es un fenómeno que lejos de menguar crece.

El libro no nos plantea ser buenos consumidores sino dejar de comernos…

Creo que el cambio real empieza con la información. Saber inevitablemente lleva a algún tipo de movimiento. Nadie puede permanecer igual después de conocer ciertas cosas, o no debería.
Por supuesto en relación a los alimentos saber ciertas cosas lleva a buscar alternativas para la salud de las personas que queremos. Pero al ser este un país que articula su producción en torno a la exportación, estoy convencida de que el cambio real se va a dar cuando el reclamo llegue a la parte del Estado a la que le corresponde legislar y gobernar para nuestro cuidado. El libro apuesta a eso no a qué seamos mejores consumidores sino a que seamos actores sociales activos de un cambio que no sólo es posible sino que es sumamente necesario y urgente.

Fuente: www.informatesalta.com.ar

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