A Lucio Dupuy lo asesinaron el 26 de noviembre del año pasado, pero su destino había comenzado a escribirse mucho antes. Durante largo tiempo, el nene de 5 años fue víctima de un trajín judicial que incluyó regímenes de visitas, disputas entre familiares y un acuerdo final entre las partes que les otorgó a la mamá y a su novia la posibilidad de quedárselo definitivamente. Esa resolución de la Justicia de La Pampa se homologó a principios de noviembre de 2020. Poco más de un año después, las mujeres que debían cuidar al chico fueron acusadas de haberlo torturado, abusado y golpeado hasta la muerte.
El espantoso crimen tocó una fibra sensible de la sociedad. Enmudeció a todo el país y, a la vez, hizo brotar el grito de justicia en movilizaciones que se organizaron en diferentes provincias. La conmoción se fue magnificando a medida que fue saliendo a la luz el calvario que padeció Lucio hasta llegar al triste, doloroso y -probablemente- evitable desenlace que tiene como acusadas del horrible asesinato a la madre de la víctima, Magdalena Espósito Valenti (25), y a su pareja, Abigail Páez (28).
El chico convivía con ellas en un departamento ubicado en la calle Allan Kardec 2.385 de la ciudad de Santa Rosa. Llevaba menos de un año radicado en ese domicilio. ¿Dónde y con quién había estado antes? Para responderlo hay que retroceder en el tiempo. Magdalena y el padre de Lucio, Christian Dupuy, se separaron a principios de 2019. Como la mujer estaba sin empleo y el papá del nene trabajaba en Luján, en ese momento ambos decidieron que lo mejor era que el menor viviera con sus tíos Maximiliano Dupuy y Leticia Hidalgo, en General Pico. El acuerdo fue de palabra y, luego, mediante un trámite judicial, la Justicia le otorgó en junio de 2019 a los tíos la guarda por un año.
Sin embargo, aquel acuerdo empezó a derrumbarse en los últimos días de enero del 2020. En el interín, Magdalena había comenzado un emprendimiento de venta de tortas con Abigail, su pareja, y juntas lograron alquilar un departamento. Su situación económica había mejorado y entonces se propuso recuperar la tenencia de su hijo. Se iniciaron así los conflictos.
Primero, se estableció un régimen de visitas. La madre podía ver a Lucio cada 15 días, podía llevárselo los viernes pero debía devolverlo el lunes a primera hora. Incluso, tenía la posibilidad de trasladarlo a Santa Rosa y, luego, regresarlo a General Pico. Esta modalidad no prosperó más de un mes debido a varios encontronazos. “Cada vez que la madre iba a buscar al nene era todo un escándalo. Llamaba a la Policía y hacía denuncias de impedimento de contacto. Era una situación muy traumática para todos. Para los chiquitos y, principalmente, para Lucio”, contaron desde el entorno de la familia Dupuy.
En medio de las desavenencias llegaron las restricciones de circulación por la pandemia. Era julio de 2020 y, con Lucio en su vivienda, Magdalena no podía regresarlo a lo de los tíos. Semanas después, a fines de agosto, se acordó finalmente que el cuidado del nene pasaría a manos de la pareja ahora detenida. “Leticia firma ese acuerdo porque la situación ya era insostenible. Ella tenía nenes muy chiquitos y los escándalos permanentes con la madre (de Lucio) no les hacían bien. Lo mismo para él. Eran situaciones de suma tensión que afectaban a todos y, más que nada, a los menores. Lo hizo por el bien de todos”, explicaron los allegados.
El crimen
Aquella noche del viernes 26 de noviembre de 2021, el chico fue llevado al Hospital Evita de la capital pampeana por su madre y la novia, con múltiples lesiones. Había recibido una golpiza bestial y casi no tenía signos vitales. No pudo ser reanimado y su muerte se confirmó en pocos minutos. Las mujeres mintieron ante los médicos: dijeron que habían sido víctimas de un robo y que los atacantes habían agredido a Lucio. Desde el hospital llamaron a la Policía provincial y Magdalena y Abigail fueron detenidas.
La autopsia determinó que la muerte se produjo por una “hemorragia interna”, producto de las agresiones. Además, reveló que Lucio tenía lesiones antiguas y recientes. De hecho, había sido ingresado varias veces a centros de salud con fracturas de brazos y dedos. Su cuerpo estaba golpeado, mordido y quemado con cigarrillos.
Juan Carlos Toulouse, el médico forense a cargo de la autopsia, dejó su contundente impresión: “En mis casi 30 años de profesión nunca vi algo así. Este nivel de golpes y ensañamiento no lo vi nunca. Eran evidentes las lesiones, yo creo que alguien lo tiene que haber visto andando o por la calle y podía darse cuenta”. No se pudo determinar la antigüedad de esas lesiones, por lo que tampoco se sabe con exactitud desde cuándo el chico era sometido.
La investigación y el juicio
Las dos mujeres adoptaron desde el comienzo la misma postura: no reconocer el homicidio y culpar al padre del nene por lo que pasó. Al menos, así lo expresaron en privado. Solo Magdalena rompió el silencio una vez. Fue durante una de las audiencias judiciales tras estar casi un mes detenida. Accedió a decir unas palabras para criticar a su ex pareja. “Quería aclarar que el término de víctima al progenitor no le queda nada bien”, dijo. Abigail, en cambio, continuó en silencio.
Según consta en la acusación de los fiscales, las mujeres habrían sometido al niño a diferentes tipos de castigos, palizas, amenazas y abusos. Tanto la versión de la supuesta agresión en el marco de un robo como la posible participación de terceras personas en el crimen fueron descartadas. Por otro lado, la pericia psicológica y psiquiátrica realizada a ambas concluyó que son personas imputables y comprenden la criminalidad de sus acciones y sus actos. El informe también determinó que las dos cuentan con ciertos rasgos de personalidad perversa.