El 27 de enero de 2017, entre las 12.30 y las 13.30, Jimena Beatriz Salas, de 44 años en ese entonces, fue asesinada de 57 cuchilladas en el living comedor de su casa sobre calle Las Virginias sin número del barrio San Nicolás, en Vaqueros.
La investigación del caso -podría decirse- abarca tres etapas. La primera arranca desde el momento del hecho hasta mayo de 2019, tiempo en que las pesquisas eran dirigidas por los fiscales Pablo Paz y Rodrigo González Miralpeix, quienes creían que el asesinato se produjo como consecuencia de un robo que terminó mal.
Para ese entonces, lo único que sí se tenía eran dos muestras genéticas obtenidas del cadáver de Jimena y de la escena del hecho. Las mismas, identificadas como “Hombre 1” y “Hombre 2”, correspondían a los asesinos de Jimena. La pista era directa, pero no tenía rostro, como tampoco las fotos de uno de los asesinos que pudieron obtenerse del celular roto de la víctima.
Las versiones recogidas solo permitieron establecer que los asesinos llegaron con un can de raza (Caniche Toy) en brazo, el que supuestamente hallaron extraviado. Con esta excusa tocaron varias puertas en busca de poder ingresar a alguna casa y robar.
El caso pasó a investigarse como un crimen por encargo, siendo Nicolás Cajal, viudo, el principal apuntado. En ese marco, el 14 de junio de 2019, Sergio Vargas, un vendedor ambulante que había visitado el barrio de la víctima días previos y la fecha del asesinato de Jimena, fue el primer detenido.
Se lo acusó de ser el autor material, pero luego se desechó esa idea y finalmente se le imputó una participación menor en el crimen. Casi al unísono, se acusó al viudo, aunque tampoco como responsable directo, sino por encubrimiento.
Con esta acusación, los nuevos fiscales llevaron el caso a juicio, pero no pudieron sostener las imputaciones y esto llevo a los jueces de la Sala VII del Tribunal de Juicio a absolver a ambos acusados el 26 de mayo del 2021 por falta de pruebas, lo que le dio fin a la segunda etapa de investigación.
Aunque la fiscalía apeló el fallo a destiempo, lo que hizo a destiempo y sumó así otro papelón judicial, el 5 de abril del 2022 la Corte de Justicia le puso fin al asunto al dictar un fallo a través del cual confirmó las absoluciones de Vargas y Cajal.
La tercera etapa investigativa se inició con un nuevo equipo de fiscales. Se retomó, básicamente, las pistas reunidas en un comienzo y así, la hipótesis del robo frustrado volvió a cobrar fuerzas, a lo que se sumó una mayor tarea de campo.
Fue esa, precisamente, la vía que permitió arribar a la detención de los hermanos Javier Nicolás, Carlos Damián y Adrián Guillermo Saavedra, los tres imputados que tiene el caso. De los tres, el primero es el más complicado, pues su ADN coincidió con la muestra de “Hombre 1” hallada en la escena del crimen.
Los Saavedra fueron detenidos el 20 de septiembre del año pasado, como resultado de una serie de procedimientos simultáneos realizados, tanto en esta ciudad como en la localidad de Santa Victoria Este, donde fue apresado Javier, conocido como “Chino”. Lo que más sustento le dio a la acusación, fue el cotejo positivo de ADN de Javier Saavedra.
¿Cómo surgió el apellido Saavedra en la investigación?
Fue por boca de un sargento de la policía, a quien se le había asignado investigar todo lo relacionado con las barras del club Gimnasia y Tiro, pista surgida de un llavero que se aprecia en la foto tomada por Jimena Salas a uno de sus asesinos.
El 1 de agosto del 2022, en el marco de las pesquisas que se retomaron en torno al caso, el oficial ayudante Manuel Colque, presentó su primer informe en el que resumió los aspectos salientes del hecho e incorporó un punteado de once pistas descriptivas de los sospechosos.
En la primera, se indica que “posiblemente” sea hincha del club Gimnasia y Tiro y agrega las características de la vestimenta descrita por los vecinos, tal como el uso de una mochila verde, tipo militar, llavero del equipo “albo”, para finalmente referirse al aspecto físico de los sospechosos y que se movían en un auto VW Vento.
Y como nota saliente, revela los datos aportados por el sargento Marcos Ormachea, quien llevó a la mesa de trabaja el apellido Saavedra.
Al explayarse sobre ello, el suboficial identificó a “una familia Saavedra”, quienes residen en barrio Parque General Belgrano, siendo algunos de los integrantes “cabecillas” o “pertenecientes” a la barra “Los Pïves del Albo”, como así también sostuvo que formaban parte de “la banda de Castañares”.
De las averiguaciones, Ormachea destacó que los Saavedra se jactaban de “ganar” siempre en el ámbito delictivo, sea hurtos o robos, actividad que desplegaban en barrios residenciales o fincas ubicadas en las localidades de La Caldera y Vaqueros.
De esta manera, los investigadores centraron sus pesquisas en los tres hermanos acusados, hijos de Carlos Roberto y Ana María Simón. La familia reside en la etapa 1 del barrio y en su casa funcionaba un resto bar denominado “Bohemius”.
Según el expediente, al cual este medio tuvo acceso, el padre de los Saavedra registra antecedentes policiales por resistencia a la autoridad y daños calificados, hecho ocurrido el 16 de septiembre de 2007, con actuaciones en la comisaría Sexta.
De los tres hermanos, en tanto, Carlos Damián es el que más antecedentes reúne, entre ellos actuaciones policiales por los supuestos delitos de lesiones, amenazas, daños, atentado a la autoridad, robo y lesiones graves. Javier Nicolás, en cambio, sólo tiene una caída en la policía por daños calificados.
Sus redes sociales, la pista clave
Además de consignar detalles de algunos de los antecedentes y referirse a la titularidad del auto VW Vento, el sargento destacó el material reunido al echarle una mirada a las redes sociales de los acusados, en especial de la cuenta de Facebook de Javier.
Así pudo saber que no sólo estudió en la Universidad Católica, sino que residía en Santa Victoria Este, en la parroquia San Ignacio de Loyola. El titular de la misma, el fraile Martín Caserta, contó que Javier había llegado en 2018 con una fundación a fin de asistir, en carácter de voluntario, a comunidades indígenas.
Al revisar hacia atrás, en tanto, aparecieron una serie de fotos que sorprendieron a los investigadores, entre ellas se destaca una publicada el 11 de diciembre de 2015, en la cual Javier aparece con el mismo llavero de Gimnasia y Tiro descripto por los vecinos de Jimena Salas, como así también calzaba unos zapatos marrones, de punta cuadrada.
A estas dos similitudes, se le sumo otra más descubierta en una foto del 28 de diciembre de 2014, en la cual Javier tenía colocados unos lentes idénticos a los mencionados por los testigos. En otras imágenes, en tanto, se hallaron las mismas prendas que vestía el hombre que, el día del crimen, apareció con el perro raza “Caniche Toy”.
La frutilla del postre, sin embargo, llegó cuando los investigadores descubrieron que Javier tenía una novia, quien aparece con el perro que todos los vecinos describieron como el que los asesinos cargaban el 27 de enero.
¿Cómo sigue el caso?
Pese a que todo pareciera indicar que los tres detenidos no tienen escapatoria, aún resta dar con “Hombre 2”, el segundo asesino en la escena del hecho, cuyo perfil genético, según los científicos del CIF, indica que se trata de un familiar del primero.
Dado que Carlos Damián y Adrián Guillermo dieron negativo en la prueba de ADN, a los fiscales les falta aún dar con el segundo homicida, el que sí o sí debe surgir del árbol familiar de los Saavedra. Asimismo, resta cerrar algunos otros detalles, en especial, aquellos relacionados a la extrema violencia ejercida al momento de matar a Jimena, algo que, sin dudas, genera mucho estupor por la saña empleada.
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