



“Unos relatos dedicados a ellos. Esos personajes que viven por las sombras, vestidos de silencios, maquillados por la oscuridad. Generalmente, a un costado del sistema, señalados por prejuicios, subrayados con anonimato. Refugiados,
rechazados, desaprobados, sobrevivientes. Con el dolor de la guerra cotidiana, pero con la grandeza de los valientes”.
Episodio 10: “ La zurda que no quiso ser “
Recorre las calles del barrio Castañares de puntas de pie, como si todavía quedase un hueco por donde imaginar un pase gol. Encuentra en palos un arco y se detiene a pensar cómo definiría y si sale el arquero o no.
Es que el fútbol no solo le recorre las venas. Es parte de sus huesos. Está en su ADN. Viste de negro y mantiene latente la figura de su padre Rene, “La Chancha”, desbordando por el carril izquierdo de un Central Norte imbatible e inigualable. Heredó la zurda con menor potencia y mayor ductilidad. Tiene un pincel casi sin uso porque en el momento de dar el salto eligió el anonimato. Cuando los telones se abrieron y el escenario mayor lo encandiló en primera persona, tuvo por preferencia la docencia.
Aldo Cortes es poseedor de una pierna izquierda a día de hoy, cotizada con muchos ceros hacia la derecha. Hábil, de pegada exquisita, de control supremo. ¡Que jugador nos perdimos!, dirían las redes sociales. Yo siempre supe que gana la humanidad. Pues toda su humildad, su talento y su bondad lo sigue desparramando en cada equipo que dirige. Por cada club qué pasa, deja esa siembra invaluable. Entrenador de fútbol, profesor, docente, maestro, psicólogo, director técnico. Cuantos nombres y profesiones en una sola persona.
Seguramente está alejado de los ruidos. Por supuesto que tiene carencias económicas. Tampoco lo conoce el adinerado o aquel funcionario con poder. Está al margen. Vive para el prójimo. Su transporte es una pelota de fútbol. Sus logros son enormes, pero no hay estadísticas. Habrá salvado cientos de almas, pero no hay retribución material. Prosigue. Insiste.
Intento ser objetivo ante el vínculo familiar. Voy más allá porque lo considero un amigo. Utilero de básquetbol en Luz y Fuerza, Independiente, Selección de Salta, por años. Pintor. Albañil. Cocinero. Multifacético, espiritual, afectivo. Padre de Emilce y abuelo de Nicolás. De esos tipos fieles, cariñosos, generosos desde la austeridad. Es imposible no quererlo. Es difícil encontrarlo. Se aleja de la masa como todo hombre de bien.
Reposa en el sofá buscando fútbol. La televisión está programada para encenderse con una cancha y el mejor de los juguetes en movimiento. Ama a su madre Ana, como a si mismo. Enaltece a cada hermano como obra divina. Suele reír y callar como todo cristiano bendecido con el don de la sabiduría. Ve patear a un chico que ni conoce, en la plaza mas próxima a su hogar. Se acerca con sumo cuidado. Corrige al detalle la postura. Inclina su cuerpo simulando el impacto para que la enseñanza visual ingrese por la retina a la memoria y grabe para siempre la manera del golpe preciso.
Es casi un salvador. Un profeta. En días donde la docencia exige equidad, el hombre va más allá, se brinda por vocación. Tiene inmenso el corazón y está convencido qué hay un simple objeto, que puede recatar a los jóvenes dubitativos, sin razón. Un balón.







