Imposible competir: La carne cuesta $6800 en Bolivia y $11800 en Argentina

La frontera norte sigue siendo escenario de una crisis económica profunda para los pequeños comerciantes argentinos. En Salvador Mazza, el ingreso masivo de productos desde Bolivia está generando el cierre de negocios y una caída total en el consumo local. La situación fue confirmada por Manuel Pieve, presidente de la Cámara de Empresarios e Industria de Salvador Mazza, en declaraciones a Aries FM.

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“El que había puesto un negocio pequeño hoy está cerrado, nadie puede resistir los costos operativos porque no venden nada”, advirtió Pieve. Los consumidores cruzan a Bolivia para abastecerse de alimentos, electrodomésticos y otros productos esenciales a precios muy inferiores, lo que torna imposible competir del lado argentino.

Entre los productos más buscados está la carne, que en el lado boliviano se consigue a unos $6.800 por kilo, mientras que del lado argentino puede costar hasta $11.800. Esta diferencia forzó incluso a los carniceros locales a bajar precios para no desaparecer. “La carne que traen es de buena calidad, y eso hace aún más difícil competir”, agregó Pieve.

El flujo de personas cruzando la frontera con heladeras portátiles y bolsas de compras ha alcanzado tal magnitud que Senasa comenzó a realizar controles sanitarios en la zona de Virgen de la Peña, en los accesos a Tartagal, especialmente durante los fines de semana. “Es increíble la cantidad de gente que viene a comprar carne así”, señaló.

Pieve también explicó que los consumidores evitan por completo los comercios locales: “La gente no consume en un supermercado, ni en un hotel. Solo usan el estacionamiento, cruzan tres cuadras más y tienen todo más barato”. Esto impacta no solo en los negocios de alimentos, sino en toda la cadena comercial de la región.

“Traen teléfonos, teles, heladeras, carnes, fideos, lo que sea. El paso fronterizo es muy conveniente para la gente común”, concluyó. Para Pieve, la situación actual recuerda a lo que vivió Argentina hace pocos años, cuando la devaluación disparó la conveniencia de comprar en países vecinos. Hoy, la realidad se invirtió, y son los comercios salteños los que no pueden sostenerse frente a una economía fronteriza totalmente desbalanceada.