El hombre de El Tribuno que más cerca estuvo de Juan Pablo II

El 75 por ciento de su vida lo tiene dedicado a la fotografía. Es reportero gráfico del diario más importante de Salta desde hace 50 años, y en este mano a mano con Informatesalta habla de sus vivencias, de sus mejores fotos, de la emoción que sintió cuando estuvo enfrente del Sumo Pontífice, y de los recuerdos que guarda frescos de su padre espiritual: don Roberto Romero.

Sociedad12/06/2011

“Soy un agradecido de la vida, ¿sabés por que?, porque hago lo que me gusta, y hoy por hoy es poca la gente que tiene esa satisfacción. Por eso rezo cuando me levanto y cuando me acuesto, le agradezco a Dios todo lo que me da, que no es poco. Tengo una buena familia, un hermoso trabajo en El Tribuno, y trato de disfrutar al máximo la vida”. El dueño de estas palabras es Luis Benjamín Arias, el Petiso Arias, “más conocido que la ruda”, como dicen todos.

- ¿Por dónde querés arrancar la charla?

- “Por dónde vos quieras”, dice Luis, pero enseguida comenzará a urgar con la velocidad de un disco rígido en su memoria, y saltará la emoción por su ojos, que se ponen vidriosos. “Lo que más recuerdo fue aquél momento que estuve frente al Papa. Yo era el fotógrafo de don Roberto (Romero, ex propietario de El Tribuno) y él me llevó ese día a la Catedral. Estaba toda la familia. Doña Elena (viuda de don Roberto), Juan Carlos, Tito, la Silvia, Marcelo, y yo ahí, registrando ese momento irrepetible, algo muy emocionante. Todos los presentes sentíamos lo mismo, porque el Papa tenía cara de bueno, y era bueno, se notaba eso. Su personalidad irradiaba paz, tranquilidad, una cosa es contarlo y otra haberlo vivido. Ahora lo están por beatificar, y seguramente que es muy merecido, porque las personas que son buenas en la tierra después te ayudan desde arriba.

Recuerda siempre a su fallecida madre. Le dice “mamita”, y cuenta que fue una mujer “espectacular, que nos enseñó el respeto y la decencia como banderas para llevar por la vida. Nosotros tuvimos una niñez no muy buena, varias veces tuvimos que mojar el pan duro en el jarro de mate cocido, pero eso te enseña a valorar lo poco o mucho que tenés, cuando lo sabés asimilar”, explica.

Cuando chango se fue a Buenos Aires y estudiaba para técnico de máquina de coser, pero el fotógrafo que siempre llevó en el alma lo obligaba a detenerse al frente de las vidrieras donde reposaban las máquinas fotográficas a rollo blanco y negro. “Eran verdaderas joyas. Ahora los tiempos cambiaron, antes era el cuarto oscuro, el papel, el revelado. Ahora todo es más urgente, con la cámara digital ya no hace falta ni hacer foco, todo lo hace la máquina en forma automática. Pero a mi me gusta el romanticismo de la foto elaborada, la que tenés que buscar el ángulo, la luz…

- ¿Cuáles son las fotos que más recordás?

- Hay varias, en todos los órdenes. En policiales, por ejemplo, me acuerdo de una foto que tuvimos que caminar cuatro días por medio de los cerros, fue cuando cayó un avión en Los Toldos. Fue muy duro llegar al lugar y ver los cuerpos de los tripulantes despedazados, pero bueno, son cosas del oficio. En política, a don Roberto siempre le saqué fotos buenas, porque era un hombre muy exigente en todo, y siempre quería lo mejor. En deportes también hice fotos que me gustaron. Tengo una en la cancha de Colón de Santa Fe, el día en que Gimnasia y Tiro le ganó 1 a 0 con gol del Loco Viano. Pero si me pedís que me quede con una, no es fácil elegir.

- ¿Y vos tenés una colección de tus fotos?

- No, soy un boludo. Nunca guardé esas cosas, por ahí me muestra la gente fotos que ellos se encargan de guardar, pero yo no tengo un archivo.

- Hablabas recién del cambio en la tecnología de las cámaras de fotos, ¿y El tribuno en qué cambio desde que vos entraste, hace 50 años, hasta ahora?

- Cambió mucho el diario. Lógicamente que tiene que ir al compás de los avances tecnológicos, de los cambios de estructura en cuanto a diagramación y esas cosas. Todos los medios del país cambiaron, ahora los veo más politizados. Antes los medios publicaban cosas de política, hoy hacen política, se comprometen más, se juegan por sus ideas y no les interesa que la gente los identifique con tal o cuál corriente. El Tribuno no puede ser la excepción en este sentido. Es uno de los diarios más importantes del interior del país y eso hay que sostenerlo todos los días. Estamos bien, como siempre, y esperamos andar mejor todavía.

- En medio siglo de vida seguramente viste pasar todo tipo de cosas. ¿Quién fue para vos el mejor jefe de redacción?

- Carlos Vernazza. El Profe era un tipo que sabía de todo, lo que vos discutías él te retrucaba con fundamentos. Aparte sabía llevar las riendas de El Tribuno, algo que no es fácil.

- ¿Y el mejor periodista que viste?

- El Tano Oiene. Por lejos. Sabe escribir, tiene sensibilidad para contarte las cosas, es humilde, y siempre está generando temas importantes. Tiene todo los atributos de los grandes periodistas, y de hecho lo es.

- Hablemos ahora de los recuerdos, de los Magna, quienes te cobijaron en el diario.

- Don Antonio y don Luis, los hermanos Magna, eran dos fenómenos. Después vino Richard, el hijo de Antonio, con el que también trabajamos en el diario. Los Magna son sinónimo de fotografía, algo como los Font en La Gaceta de Tucumán. A ellos les debo mucho, porque siempre se portaron bien conmigo y yo con ellos, me querían como parte de la familia.

- ¿Y qué recuerdos tenés de don Roberto Romero?

- (hace una pasusa, toma aire, seca las lágrimas que se le cayeron y arremete) En mi vida fue algo muy importante. Fue el hombre que me guió en la vida, como profesional y como persona. Era como mi padre espiritual y yo era como el hijo que más lo hacía renegar. Me decía “Petiso, metele que a las cinco de la mañana tenemos que viajar a Tartagal”, o “a las 10 tenemos que estar en Rosario de la Frontera”. Era tan laburador que se dormía en los viajes. Entonces yo lo imitaba, y nos reíamos entre todos con los choferes y su gente. Un día se hizo el dormido, y yo comencé a repararlo en uno de sus discursos, y de golpe abrió los ojos y me dijo: “Así te quería agarrar, Petiso atorrante…”, yo me quedé helado, pero al rato don Roberto soltó la carcajada y recién ahí respiramos todos.

- ¿Y tu relación con los hijos de don Roberto?

- Buena, al igual que con la señora Elena. Con Juan Carlos tengo una anécdota: cuando él era director del diario, le dije que me iba a ir cabalgando a Buenos Aires junto a los gauchos. Fue para la inauguración del monumento a Güemes en Palermo. Juan Carlos me dijo “qué te vas a ir vos”, y ahí quedó la charla. La cosa es que, cuatro días después, me largué con la caravana a Buenos Aires. Viajé así nomás, con una camisa a cuadros y pantalón vaquero. La cosa es que Juan Carlos se enteró que yo había viajado, y me mandó con un auto del diario el traje completo de gaucho: hasta las botas y el sombrero. El auto nos alcanzó en Metán, y ahí me dieron las cosas con una nota del doctor Juan Carlos Romero, que me pedía que me cuide y que esperaba que la ropa me quedase bien.

- Bueno, Petiso, gracias por la charla.

- Gracias a vos. Che, ¿cuándo sale esto? ¿querés que te pase las fotos? Avisame…

Fuente: www.informatesalta.com.ar

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