Hace 100 años Tartagal ya estaba desmontado

El alud de Tartagal expuso las miserias que hace decenas de años vivimos en el noroeste y se olvidan cuando se apagan las cámaras. Cuanto argentino con boca tuvo oportunidad, dio su punto de vista acerca de lo ocurrido. Se habló más en contra del efecto de los desmontes que del impacto de la explotación petrolera. Se habló de culpas, se habló mucho desde la creencia y no desde el saber, desde los hechos concretos. Conozca la historia de estos fenómenos y un documento que prueba que hace 100 años Tartagal ya estaba desmontado.

Sociedad01/03/2009

A partir del fenómeno meteorológico-geológico que tuvo lugar en Tartagal y que dejó un saldo de tres muertos y cuantiosas pérdidas materiales, la prensa se hizo eco por unos pocos días, ya se olvidarán como siempre de la situación de aquella región y buscó culpables en los desmontes, la soja, las petroleras, la pobreza estructural, la ausencia de obras del gobierno, las políticas gubernamentales, el cambio climático global, el efecto invernadero, la tala indiscriminada; en fin, toda una parafernalia de explicaciones para explicar -y valga la redundancia- lo que no necesita otra explicación que lo técnicamente explicable.

Hemos dicho y escrito hasta el cansancio que los fenómenos de remoción en masa son característicos de un edifico orogénico joven, esto es montañas en vías de formación, como son los Andes Centrales del Sur en su ladera oriental de la Cordillera Oriental y las Sierras Subandinas. Allí se conjugan rocas blandas del Mio Plioceno, con la cara húmeda andina que da hacia los vientos húmedos atlánticos y que generan la barrera orográfica de las lluvias. Recientes estudios realizados por nosotros demuestran que hay serranías tan jóvenes que se han formado no ya en el Terciario, ni en el Pleistoceno, sino en tiempos holocenos (véase Ramos, V.A., Alonso, R.N. y Strecker, M., 2006. Estructura y neotectónica de las Lomas de Olmedo, zona de transición entre los Sistema Subandino y de Santa Bárbara provincia de Salta. Revista de la Asociación Geológica Argentina. Vol. 61(4): 579-588. Buenos Aires).

Aclaramos el fenómeno de la tectónica y el clima en la evolución geomorfológica de esta sección de los Andes en dos trabajos recientes publicados en revistas y libros del exterior (véase Alonso, R.N., Bookhagen, B., Garrapa, B., Coutand, I., Haschke, M., Hilley, G.E., Schoenbohm, L., Sobe!, E.R., Strecker, MR.; Trauth, M.H., and Villanueva, A., 2006. Tectonics, Climates, and Landscape Evolution of me Southern Central Andes: The Argentine Puna Plateau and adjacent Regions between 22 and 30° lat. In: "THE ANDES. ACTIVE SUBDUCTION OROGEN Y". Cap. 12: 265-283. Springer, Berlín; y Strecker, M. R., R. N. Alonso, B. Bookhagen, B. Garrapa, G. E. Hilley, E. R. Sobel, and M. H. Trauth, 2007. Tectonics and climate of the southern central Andes, Annual Review of Earth and Planetary Sciences, 35,747-787).

La falta de memoria histórica impide recordar que en Vespucio Mosconi hubo un desastre con las mismas características que el de Tartagal, pero en 1984 con 9 muertos y desaparecidos, y en el 2000 con una persona muerta: en ambos casos con cuantiosos daños materiales. Poco a poco nos fuimos olvidando de los aluviones de barro que borraron el pueblo de San Fernando del Valle de Escoipe, al pie de la Cuesta del Obispo, en 1976; o los aluviones que sepultaron la Estación del FFCC Purmamarca, en la Quebrada de Humahuaca, en 1984; o el fenómeno de Chicoana de 1992 del tipo flash flood con una persona muerta; o lo que ocurrió en Palma Sola, en la Sierra de Santa Bárbara (Jujuy) en abril de 2001 con decenas de muertos y desaparecidos. A esto hay que sumarle numerosos aluviones, más intensos en algunos años que en otros, en las principales quebradas de Humahuaca, El Toro, Escoipe, Cafayate y Valles Calchaquíes.

Decíamos al principio que los acontecimientos de Tartagal enfatizaron más en la búsqueda de culpables que en el esclarecimiento del fenómeno natural, caracterizado como un evento, o sea como un suceso imprevisto de naturaleza fortuita. Si nos guiáramos por la prensa de Buenos Aires veríamos que el culpable mayoritario es el desmonte o la tala indiscriminada como la han bautizado. De nada valieron las explicaciones en el sentido que no hay desmontes en las sierras hacia el oeste de Tartagal y que por lo tanto estos no pueden ser culpables.

El motivo de este artículo es dar a conocer un documento del siglo XIX, donde muestra a la antigua finca Tartagal de don Manuel Antonio Peña y la situación «ambiental» que entonces presentaba. Allí puede verse que:

1) Tartagal no existía.

2) Toda la zona donde hoy está Tartagal estaba completamente desmontada y ocupada por:

a) extensas superficies de cañaverales

b) rastrojos

c) potreros

d) corrales

e) huertos de naranjas

f) sembradíos

g) callejones entre los cañaverales.

El río Tartagal aparece claramente representado y enseña una acequia de dirección oeste-este por donde lo desviaron para usarlo como canal de riego. Los desmontes, cañaverales y potreros se ex¬tienden desde el pie de la sierra, pendiente abajo. Este viejo croquis de Tartagal, fue presentado por la provincia de Salta para ser integrado al cuerpo documental que acompañó la estadística gráfica que se envió a la Exposición de Chicago (Estados Unidos) de 1892 y que fuera publicado por el gobierno argentino en 1893. Este gráfico es una rareza y forma parte del tesoro bibliográfico provincial.

Hoy, para ser políticamente correcto, para estar en el "main stream", hay que "creer" que efectivamente los culpables del desastre son los desmontes. Como siempre es más fácil "creer" que «saber». Se busca que el dogma se imponga a la razón. Por eso hay cien mil religiones y una sola ciencia. Aunque en verdad hoy hay 100.001 religiones, ya que una de ellas y tal vez la más dogmática de todas es el ambientalismo. Quizás así podamos explicarnos el inusitado interés que tienen las ONGs internacionales, caso de Greenpeace, en cuidar nuestro medio ambiente, lo cual significa frenar nuestro desarrollo. Desarrollo sí-, pero para el mundo desarrollado: para los demás, nosotros entre ellos, sólo montes incultos, pobreza, miseria y subdesarrollo.

Por: Ricardo Alonso (Geólogo)

Fuente: Semanario Cuarto Poder

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