Abuelastro abusador, le decía "son cariños" y dejó a una de las nenas embarazada

Justicia 12/05/2023 InformateSalta InformateSalta
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Enviadas por su madrastra, las menores visitaban al acusado para limpiar su casa y prepararle la comida. A cambio, solo recibían golpes y abusos sexuales que la familia siempre mantuvo ocultó, incluso el embarazo de una de las niñas.

Por un lapso de prácticamente 10 años, un hombre, en ese entonces de poco más de 60 años, abusó casi a diario de dos niñas que habían quedado bajo el cuidado de su hija, pareja del padre biológico de las menores. Desprotegidas, debido a la muerte de su progenitor y el abandono por parte de su madre, las niñas pasaron a tener un rol más bien de sirvientas en su nueva familia.

Tal es así que su madrastra, domiciliada en barrio El Círculo, decidió mandarlas a que cuidaran de su padre, quien vivía en el barrio Santa Ana I, en la zona sur. Lo hacía un día a la vez, nunca juntas. Esto, en cierta manera, jugó en favor del abusador, pues así no tuvo inconvenientes para doblegar a sus víctimas.

En sus respectivos relatos de los abusos, las hermanas fueron coincidentes en indicar que no pasaron muchos días para que su abuelastro comenzara a abusar de ellas. Y siempre lo hacía de la misma manera, primero con toqueteos por encima de la ropa, para luego hacerlo por debajo.

Posteriormente, las desvestía e introducía sus dedos en sus órganos genitales y finalmente las penetraba, para lo cual siempre utilizó la fuerza y la violencia. En ambos casos, las menores relataron que eran golpeadas, ya sea con la mano abierta o cerrada por el acusado cada vez que intentaban resistirse a los abusos.

La mayor de ellas, contó que tenía 13 años cuando fue abusada, vejámenes que se repetían a diario hasta los 19, cuando quedó embarazada de su abuelastro, quien les infundió tanto temor a las jóvenes que, ninguna se animó a revelar lo que sucedía por temor a las amenazas de muerte que recibían.

Su hermana menor, en tanto, tenía 6 años cuando comenzó a ser abusada, lo que se extendió hasta los 16, cuando su madrastra la puso a trabajar en un comedor que posee en la ruta 26, tras lo cual inició una relación de pareja y nunca más volvió a la casa del acusado.

Los abusos sexuales, golpes y demás maltrato casi salen a luz, cuando la mayor de las hermanas quedó embarazada. La víctima contó que la llevaron al hospital por un dolor estomacal y ahí descubrieron que estaba en período de gestación, por lo que se abrió una investigación.

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La Madrastra encubrió todo

Fue entonces que la joven le contó a su madrastra que el padre del bebé era el suyo, el cual fue fruto de las violaciones a la que era sometida. Semejante revelación, sin embargo, no tuvo el impacto que debería, pues la mujer, como si se tratara de un guion de novela, pergeñó un argumento para proteger al abusador.

Para ello, obligó a su hijastra -que asistía a un curso de cajera comercial- a mentir sobre el progenitor del bebé, endilgándole la paternidad a un supuesto compañero de estudio, versión que la joven brindó al resto de la familia para encubrir a su abuelastro.

InformateSalta supo que al tiempo de quedar embarazada, la menor fue citada a la ciudad judicial. Allí la joven volvió a mentir, aunque esta vez le asignó la paternidad de su hijo a un chico que conoció en un baile y que nunca más lo volvió a ver, pues la versión de compañero de estudio era mucho más arriesgada, debido a que existía la posibilidad de que la justicia decidiera saber el nombre para citarlo.

Una vez que nació su hija, la joven decidió marcharse al norte de la provincia en busca de su madre, la que no encontró, aunque sí logró iniciar una relación de pareja, por lo que nunca más regresó a esta ciudad ni volvió a ver al acusado.

Con el tiempo, y sin saber una de otra, ambas hermanas denunciaron al abusador por el mismo motivo: vivían atormentadas por los episodios de agresión y abusos sufridos a manos de su abuelastro, quien finalmente tuvo que responder por sus acciones ante la justicia.

Ya sin la protección de argumentos falsos elaborados por su hija, el abusador no tuvo más remedio que reconocer los abusos cometidos en perjuicio de las dos niñas que iban a cuidarlo, hechos por lo que fue condenado a trece años de prisión por la jueza Carolina Sanguedolce, de la Sala III del Tribunal de Juicio.

Irónicamente, la condena no alcanzó para que vaya a la cárcel debido a su edad de 78 años, razón por la cual la magistrada mantuvo la modalidad de arresto domiciliario en la misma casa donde el acusado cometió los abusos por casi una década.

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