El imputado S. W. G. fue denunciado por la abuela de la menor, en enero de este año. La mujer relató que un día estaban en su casa con su hermana (madre del acusado) y otros familiares. De repente vio que la luz del living se apagaba. Le pareció raro porque sabía que su nieta estaba ahí. Fue a ver qué pasaba y, al encenderla, vio a su sobrino S. W. G. arrodillado frente a la niña, que estaba recostada en un sillón. Le preguntó qué estaba haciendo y él le respondió que estaban viendo videos.
La denunciante explicó que la menor vive con ella porque la madre es paciente psiquiátrica y está internada en un hospital. El imputado –chofer de colectivo- no residía en el inmueble pero iba todos los días a comer, a merendar o a bañarse. Trabaja como chofer de colectivo.
Cuando el acusado se fue, la denunciante habló con su nieta y entonces ella le contó, llorando, que su tío había comenzado a tocarle sus partes íntimas en enero del año pasado. Ella no se animó a contar por miedo. En marzo le bajó los pantalones y la accedió carnalmente.
En juicio abreviado, un sujeto de 27 años fue condenado a 8 años y 6 meses de prisión efectiva por resultar autor material y penalmente responsable de los delitos de abuso sexual con acceso carnal y abuso sexual gravemente ultrajante en perjuicio de su sobrina de 11 años de edad.
La jueza Norma Beatriz Vera, vocal de la Sala IV del Tribunal de Juicio, ordenó el inmediato traslado de S. W. G. a la Unidad Carcelaria local y dispuso que reciba tratamiento psicológico por la naturaleza de los hechos por lo que resultó condenado.
La jueza ordenó que el imputado sea examinado por un profesional del Servicio Médico del Poder Judicial a fin de que se obtengan sus señas particulares, y que a través del CIF se le extraigan muestras de ADN para su incorporación en el Registro nacional de datos genéticos vinculados a delitos contra la integridad sexual y en el Banco de Datos Genéticos provincial.