El país se prepara para celebrar un nuevo aniversario de la Revolución de 1810, que derivó en la conformación del Primer Gobierno patrio, uno de los hechos más importantes de la historia. Pero, ¿qué fue lo que pasó en los días previos al 25 de mayo de aquel año? ¿Qué ocurrió el día 23?
Luego de que los cabildantes tomaron su decisión contundente, la cual señalaba que Cisneros debía dejar su cargo como Virrey, durante la mañana de aquel jueves 24 se reunieron nuevamente en el Cabildo, a fin de conformar la junta de regencia que tomaría el poder del territorio.
Los funcionarios porteños maniobraron estrategias para que Cisneros continuara al frente, pese a su destitución, resolviendo encontrar cuatro aceptables integrantes para completar una junta que presidiría el ahora ex Virrey: la conformarían Cisneros como vocal presidente y los vocales serían Juan Nepomuceno de Sola, cura rector de la parroquia de Montserrat; Juan José Castelli, revolucionario en reemplazo de Belgrano (quien rechazó el puesto), Cornelio Saavedra como comandante de los patricios y José Santos Incháurregui, comerciante español.
Para estar seguros que tienen el apoyo del ejército, los cabildante convocan a los comandantes para que opinen sobre la nueva junta que han elegido. Todos apoyan la elección del Cabildo, menos Saavedra que pide se lo sustituya por algún integrante del cabildo. Pero no hubo oposición, a pesar de que todos los comandantes habían votado en contrario hacía dos días.
Cisneros asumió su cargo, mientras que en la gente se notaba una disconformidad por lo optado. Los revolucionarios volvieron a reunirse en la casa de Nicolás Rodríguez Peña y en el cuartel de patricios también hubo deliberaciones. Saavedra decidió renunciar a su cargo, lo cual derivó en la posterior declinación de toda la junta. Los revolucionarios comenzaron a deliberar sobre el destino de la causa, a la vez que calmaban a la gente en la plaza frente al Cabildo y por las calles.
A las 12 de la noche de ese 24 de mayo una delegación de los revolucionarios acudió a la casa de Leyva. Al parecer el síndico ya estaba en su cama y saltó del susto ante los golpes a su ventana. Allí los revolucionarios lo intimaron a convocar un nuevo cabildo abierto. Leyva se negaba, pero terminó aceptando, esta vez para el día 25.