En Brasil y Argentina, los partidos gobernantes temen la derrota
El equipo de Dilma Rousseff trabaja para intentar revertir la tendencia negativa que arrojan las encuestas de cara al balotaje. El sciolismo busca la manera de captar aunque sea parte del voto antik.
Política19/10/2014En Sao Paulo se viven horas frenéticas. Las oficinas de los estrategas de las campañas de Dilma Rousseff y Aécio Neves están abarrotadas de mediciones, estudios cuantitativos, análisis cualitativos, los teléfonos no paran de sonar, hay televisores que emiten los vivos de los principales estados de Brasil. Se habla poco. Se discute nada. A una semana de las elecciones presidenciales, para los equipos de comunicación la obsesión es entregar los materiales de publicidad a tiempo y que sus respectivos candidatos estén bien preparados para los dos últimos debates presidenciales, el que se realizará hoy por la tarde en la cabecera que la Rede Record tiene en Sao Paulo y el que tendrá lugar el 24 por la noche en la central de TV Globo, en Rio de Janeiro, a 48 horas de los comicios.
​Las discusiones se dan en los equipos políticos. Sobre todo en el PT, que el próximo domingo se juega su continuidad en el poder, después de 12 años. Hay quienes presionan para que Dilma anuncie un nuevo gabinete económico si gana las elecciones, para evitar la desconfianza de los mercados financieros y generar una esperanza entre la población que votaría por el oficialismo si no fuera por el estancamiento económico.
​Joao Santana, el experto en comunicación política más exitoso de América latina, ni se molesta en explicar que algo así sería mostrar signos de debilidad. No tiene tiempo. Necesita todas las horas del día en las que consigue mantenerse despierto, para imaginar spots que logren derribar la credibilidad del nieto de Tancredo Neves e hijo político de Fernando Henrique Cardoso, el político tradicional que está derribando sus eficientes estrategias.
Joao creyó que las 700 movilizaciones de protesta en 360 grandes, medianas y pequeñas ciudades de todo Brasil que sorprendieron en junio del 2013 no tendrían una expresión política. Que el 89% de respaldo que tuvieron esas marchas sería barrido por el Mundial de Fútbol del 2014 y la promesa de las Olimpíadas del 2015. Pero la demanda de cambio sigue intacta y "Muda Brasil" se transformó en una poderosa consigna del PSDB.
​- Joao creyó que una segunda vuelta con el ex gobernador de Minas Gerais y actual senador del PSDB sería más fácil que con Marina Silva. Pero Aécio creció en las encuestas y todas lo muestran por encima de Dilma, entre el empate técnico y un triunfo aplastante. Sólo un tracking del PT que circuló en las redes sociales daba ganadora a Dilma por 4 puntos.
​- Joao creyó que los votantes de Marina Silva, 22 millones de votos –el 21 por ciento del electorado–, se dividirían en partes iguales entre Dilma y Aécio. Pero el socialdemócrata está reteniendo entre el 70 y 80 por ciento de los votos de la líder ambiental y logra captar a la mayoría del electorado indeciso.
​- Joao creyó que la campaña de rejeição o rechazo (el porcentaje de los que nunca votarán por Aécio) sería letal para el candidato opositor. De 22 avisos, 19 son ataques contra el candidato del PSDB. Pero si bien logró un aumento, no crece con la celeridad y el volumen que necesita para dejar a Dilma en un claro primer lugar.
​Los viejos lobos de la política petista empiezan a enojarse con Santana, pero Lula no hace nada para intervenir en las decisiones de comunicación. Es que le tiene confianza ciega desde 2002, cuando junto a Duda Mendonça cortó con la historia de dos derrotas, y llevó al combativo líder sindical a la victoria con el slogan "Lula, paz y amor" y el dibujo de los dedos "en V", que bien podían parecer el logo de una inocente banda de música.
Ahora, en un contexto con demandas de cambio que no pudieron revertirse, Joao dice que la única posibilidad de ganar es destrozando al adversario y metiendo miedo en el electorado. Cualquier otro esfuerzo es inútil. Y, por primera vez en la historia de Brasil, hay coberturas periodísticas que hablan de la agresividad del electorado y columnistas que ponen el foco en la discusión "nosotros o ellos" en la que está enfrascada la sociedad. Están los que dicen que es golpista la información que aparece en los medios sobre el aceitado sistema de corrupción en Petrobras, que beneficiaba al PT y sus aliados políticos, y los que califican de "mentiroso, alguien imposible de creer" al candidato opositor y ponen como ejemplo que se negó a realizar un control de tránsito una noche que estaba alcoholizado y drogado.
​En Buenos Aires, en el piso 19 del edificio del Banco Provincia de la calle San Martín, un nuevo equipo de comunicación se hace cargo de la comunicación de Daniel Scioli, en un intento por romper con la maldición a la que están sometidos los gobernadores de la provincia de Buenos Aires en la historia argentina, que jamás llegaron a ocupar el Sillón Presidencial.
​Jorge Telerman, el nuevo vocero, sorprende al decir que en los últimos estudios cualitativos que realizaron "el kirchnerismo desapareció como problema. Lo que quiere saber el electorado es si va a tener trabajo, si va a tener ingresos, si va a tener seguridad, no si sos kirchnerista o no".
​Interesante modo de evitar caer derrotado ante la mayoría antikirchnerista que aparece en las encuestas en una eventual segunda vuelta. Ese riesgo, que el candidato oficialista obtenga el primer lugar en las encuestas pero pierda ante cualquier candidato en la segunda, como ya le sucedió a Carlos Menem con Néstor Kirchner, es la nueva obsesión de los expertos electorales del peronismo oficial.
Hay quienes le sugirieron a Scioli que, además del voto kirchnerista, tiene que hacer el esfuerzo de captar algunos puntos de la clase media antikirchnerista para asegurarse ganar en primera vuelta y evitar, así, el ballotage.
​Pero esta nueva epistemología diseñada por Telerman y un experto norteamericano con un equipo de campo local, asegura que el kirchnerismo está fuera de debate y que, de lo que se trata, es de fidelizar el voto clásico peronista.
​Curioso. El sciolismo ya no cree en el mito que asegura que en el conurbano profundo anida la quinta esencia del peronismo, ese voto inmutable que garantiza la elección. Parece que ni los intendentes ultraoficialistas se animan a garantizarlo para esta próxima elección. Y de lo que se trata es buscar ganar el voto sin creer que se tiene un piso seguro, porque "cocodrilo que se duerme es cartera".
​El peronismo es un mar de incertidumbres. Como el PT en Brasil, dejó de ser la expresión política de las clases trabajadores y medias en ascenso para transformarse en "el partido de los pobres", pero tampoco está tan seguro de tenerlos a ellos, los más necesitados de los planes sociales que distribuyen ellos, los que gobiernan.
Fuente: Infobae.com