El caso "M" mostró la cara de la pobreza en Argentina

Opinión21/03/2021InformateSaltaInformateSalta
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Según INDEC y UNICEF cerca del 60% de las niñas, niños y adolescentes argentinos son pobres.

Los datos sobre pobreza e indigencia que se conocen son impactantes y la visibilización generada por el reciente caso de la niña M. llegan a doler en el alma. M. junto a su mamá viven en la calle, intentando descansar sobre un muy delgado colchón ubicado dentro de una carpa, construida con telas y lonas debajo de unos árboles, ella es una de las niñas, niños y adolescentes (NNyA) que son pobres en nuestro país (según INDEC y UNICEF cerca del 60%).

Por qué pasa esto, porque no se toman las medidas necesarias, es ahora, o mejor dicho es desde hace tiempo el momento indicado para pensar un nuevo paradigma de inversión en las infancias y adolescencias que modifique estructuralmente la situación de los NNyA pobres.

Según un informe de Unicef elaborado en base a las nuevas proyecciones de caída del PBI alertan que entre diciembre de 2019 y diciembre de este año, la cantidad de chicas y chicos pobres pasaría de 7 millones a 8,3 millones, con lo cual el porcentaje NNyA pobres alcanzaría casi el 63% (62,9%) al final de 2021.

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Según los datos oficiales difundidos por el INDEC referidos al 1° semestre de 2020, más de la mitad (56,3%) de las niñas, niños y adolescentes de 0 a 14 años son pobres en nuestro país: es decir, 6,2 millones de chicas y chicos viven en hogares pobres. La indigencia afecta a 1.717.940 niñas, niños y adolescentes menores de 15 años (15,6%), cuyas familias no logran cubrir la canasta básica alimentaria.

Estamos ante una difícil situación de las infancias y adolescencias, esta crisis sanitaria por la Pandemia expuso y amplificó de manera dramática las desigualdades estructurales. No sólo son nuevos NNyA pobres o indigentes, sino que no permitió que muchos de ellos que se estimaba saldrían de ese umbral socio-económico no pudieron hacerlo.

Es una cifra dolorosa el estimar que cerca de dos tercios (63%) de NNyA pasarán a vivir en la pobreza a fin de año. Este número es equivalente a toda la población de la provincia de Salta debajo la línea de la indigencia o que dos veces aproximadamente la población de la provincia de Córdoba es equivalente a la cantidad de NNyA que viene en hogares pobres en Argentina.

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¿Qué es la pobreza infantil?

Minujin y Delamonica definen a la pobreza infantil abarcando tres áreas interrelacionadas, la privación, es decir la falta de condiciones y servicios materiales esenciales para el desarrollo; la exclusión, entendida como el resultado de procesos de desajuste, a través de los cuales la dignidad, la voz y los derechos de los niños son negados o sus existencias amenazadas, y la vulnerabilidad, que es definida como la ineficiencia de la sociedad de poder controlar amenazas existentes en sus entornos que atentan contra los niños.

En palabras anteriores, Minujin nos decía en 2005: “Otros aspectos de la privación material, como el acceso a los servicios básicos y otras cuestiones relacionadas con la discriminación y la exclusión que afectan a la autoestima y al desarrollo psicosocial, entre otras, también son centrales en la definición de pobreza infantil”

Para UNICEF la definición de pobreza infantil se basa en el principio de acceso a un número específico de derechos económicos y sociales. Considera que los niños y niñas que viven en la pobreza son los que sufren una privación de los recursos materiales, espirituales y emocionales que se presentan necesarios para sobrevivir, desarrollarse y prosperar.

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El ideario y el rol del Estado

Existe una clara necesidad de reconceptualizar la pobreza infantil y desarrollar estrategias metodológicas que permitan un abordaje multidimensional de este fenómeno. Por ejemplo, en el plano conceptual, es necesario entender la pobreza infantil no como un fenómeno aislado, sino como parte de un contexto social.

En esa línea deberían incorporarse variables tales como la composición familiar, las diferencias de distribución de recursos dentro de las familias, el número y sexo de niños en los hogares y el género de la persona que sostiene económicamente el hogar, entre otras.

La infancia en la región se ve fuertemente afectada por un conjunto convergente de desigualdades determinadas por la pertenencia a determinados grupos de edad, la situación de ingresos de los hogares, acceso a servicios básicos, ubicación territorial, pertenencia étnica, el sistema sexo-género, entre otros factores que se pueden combinar impidiendo el ejercicio de sus derechos económicos, sociales y culturales.

Es decir, la situación de la infancia pobre en la región requiere de explicaciones que den cuenta de la acción combinada de factores económicos que no se restringen a los ingresos, y de factores discriminatorios que operan generando un menor acceso a oportunidades de desarrollo (salud y nutrición, educación e inserción laboral). Se trata de factores desigualadores que actúan en conjunto, profundizando la pobreza y su reproducción.

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Por este motivo se realizaron inversiones por parte de los Estados, particularmente desde un carácter redistributivo, y en relación directa con los altos niveles de pobreza y tomando como base la desigualdad, por los factores anteriormente nombrados, en la niñez y adolescencia.

Esto debe ser comprendido tomando a las políticas como decisiones/acciones que pueden institucionalizar la desigualdad o disminuirla, por eso la importancia de dar una discusión sobre el paradigma ideario sobre la que se sostienen las políticas.

En base a ese ideario se dan las futuras intervenciones en seguridad, salud, desarrollo social, además del ideario de familia, teniendo en cuenta los cambios que se dieron con el devenir histórico en su constitución, el Ideario de infancia, si será desde una mirada tutelar o más normalizadora, o desde enfoques que tengan que ver con los derechos niño, tomando a la infancia como parte permanente de la estructura social.

Un concepto que está tomando mucha fuerza en este tiempo y que se relaciona con lo anterior, es que la niñez y la juventud son las más desprotegidas en el terreno de la Seguridad Social a raíz de no contar con una organización sindical o algún espacio que las represente políticamente y las tenga como destinatarias exclusivas de sus políticas.

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Esto no quiere decir que deben sindicalizarse, sólo muestra cómo aquellos sectores sindicalizados luchan por la conquista y reconocimiento de sus derechos, es decir están las políticas generalmente “dirigidas al bienestar de una sola generación” (Gøsta Esping-Andersen).

Con respecto a los adultos mayores, estos están protegidos por los sistemas de pensiones, y en ellas ha incidido su organización político-sindical.

Ante la gravedad del actual escenario, las políticas de transferencias de recursos, incluyendo el IFE, el bono extra a los beneficiarios de AUH y la Tarjeta Alimentar, los Salarios Sociales, etc. Resultaron insuficientes para garantizar el acceso a la alimentación y a los bienes y servicios básicos que requiere un niño, niña o adolescente: el monto mensual que perciben las familias beneficiarias de la Asignación Universal por Hija/o sólo permite afrontar un poco más del 46% de la canasta básica alimentaria o el equivalente 19% de la canasta básica total. Nadie duda de que fueron políticas transformadoras, pero en la actualidad estas iniciativas se consolidaron como simplemente políticas distributivas, no son ni redistributivas, ni regulatorias, ni constituyentes.

Los desafíos

Por algunos años se planteó que para eliminar la pobreza son indispensables políticas de ingresos y empleo sobre todo a favor de los sectores más pobres e invertir en salud, educación y vivienda. Si bien esto es parte de la agenda de intervenciones, no basta.

Si no avanzamos en el origen de la pobreza, trazado por la desigualdad global y local, difícilmente se reduzca la pobreza de forma perdurable. Hoy, más que nunca, resulta impostergable que el Estado priorice a NNyA en el centro de la agenda pública.

Es urgente contar con políticas que pongan freno al avance de la pobreza, que ensancha las brechas de desigualdad y limita el acceso a los derechos de las infancias. Un dato positivo es que  por primera vez hay un capítulo en el presupuesto nacional que incorpora la inversión del estado para niños, niñas y adolescentes y que es de 873 mil millones de pesos, no es un dato menor, pero aún quedan algunos desafíos por llevar adelante para seguir profundizando la búsqueda de la igualdad.

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Este anuncio significa una expresión más justa que plasma un progresismo diferencial en la función distributiva del Estado. Entre los desafíos podemos marcar la necesidad de que esto sea respaldado con impuestos progresivos que garanticen un derecho universal de seguridad social a la niñez y adolescencia.

Otros desafíos son el lograr que el Estado pueda identificar adecuadamente a aquellos NNyA que están excluidos de los beneficios y que forman parte del grupo de mayor vulnerabilidad (como es el caso de M.), que el monto transferido logre satisfacer las necesidades más básicas de la infancias (cambios cualitativos y cambios cuantitativos, mayor inversión y progresividad en el financiamiento), evitar los esquemas segmentados diferentes, es decir que niñas y niños reciban recursos según la situación laboral de sus familiares ya que esto las vuelve, en muchos casos, inequitativas y cambiar la mirada de las corresponsabilidades ya que generan un rato inequitativo a niñas y niños según su contexto social.

Si existe falta de acceso a la educación y la salud, por ejemplo, en lugar de desencadenar una penalización que les impide el cobro que se genere una intervención del Estado que garantice también esos derechos.

Es tiempo de cambiar conceptos y dar el impulso para salir de mirada adulto-centrista de las políticas. M., su situación como la de millones de niñas, niños y adolescentes nos muestra que falta muchísimo, que quizás sí se hizo mucho y significo poco, o que quizás se hizo mal, la realidad es que existe una necesidad absoluta y real de que los gobiernos avancen, con fuerza y sin demora, en la erradicación del origen de las desigualdades, incidiendo en los determinantes del problema, el aumento y la presencia de NNyA en el presupuesto es un buen paso, pero sólo es el primero de muchos que deben darse, porque existen muchas niñas como M. sin acceso a la vivienda, a la educación, a la salud, a la alimentación.

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