Albañil abusador: "Recuerdo su mano áspera y el olor a cal, me da mucho asco"

Justicia09/12/2024
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Días atrás nos causaba gran consternación el caso de abuso sexual sufrido por dos hermanitas de  6 y 7 años en  manos de un hombre que prestaba servicios como albañil en su vivienda.

El acusado, de amplia confianza de sus padres, irrumpía en la pieza donde dormían, las manoseaba y les practicaba sexo oral. Ahora, a casi diez años de impunidad, está en la cárcel.

“Cuando se iba hacía el gesto de silencio”, dijeron ambas víctimas, quienes, por el miedo que le tenían al agresor sexual, ni siquiera hablaron entre sí de los abusos, sino a casi die años de que comenzaron, en el año 2019, cuando revelaron los graves y numerosos episodios que padecieron desde los 6 y 7 años.

Movidas por la mediatización de casos de abusos sexuales sufridos por actores de reconocida trayectoria nacional, dos hermanas se animaron a contar los abusos que por años mantuvieron en silencio, principalmente por el miedo que le tenían al agresor, un hombre de absoluta confianza de la familia, quien, al cruzarlas en la calle, y pese a que ya son adultas, seguía con sus gestos intimidatorios.

El acusado, que ahora cumple una condena de 4 años de prisión, se trata de Nicolás Alberto Santos, quien, pese a sus 61 años, salió esposado de la Sala II del Tribunal de Juicio, tras ser condenado por el juez Ángel Amadeo Longarte, por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante por su duración.

Mariela Alejandra López, asesora de Incapaces de Cafayate, fue la que instó el proceso legal que sacó a luz los graves abusos sexuales sufridos por dos niñas y puso fin a la impunidad que gozaba un conocido vecino de esa ciudad, quien, lejos de remordimiento alguno, sabía del temor de sus víctimas y aún las intimidaba.

Los hechos, propios de abusos sexuales cometidos dentro del círculo doméstico, fueron revelados con un relato pormenorizado por las dos víctimas, las que llegaron al despacho de la asesora acompañadas de su madre, quien tampoco salía de su asombro por la frialdad del acusado, con quien, días antes, había coordinado que vuelva por su casa para hacer otras de numerosas refacciones.

La presencia en esos días de Santos, casualmente, fue un detonante para que una de las víctimas, la mayor, se animara a hablar con su madre, pero cuando intentó hacerlo, su madre la sorprendió diciéndole que su hermana menor había contado que, de niña, había sido abusada por el acusado.

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El relato de la hermana mayor 

InformateSalta pudo acceder a parte de los relatos aberrante que dieron las víctimas. La hermano mayor, al contarle a su mamá lo que vivió se enteró que su hermanita también había sido victima del mismo sujeto. Sostuvo que los abusos comenzaron cuando tenía 7 años, Explicó que, en esos años, dormía junto a su hermanita en una misma cama. Dijo que Santos aprovechaba un lapso de una hora, entre que quedaban solas y aparecía la niñera.

Mencionó que el albañil “empezó a tocarla, la acariciaba por el cuerpo, mientras se hacía la dormida porque tenía miedo”. Agregó que el trabajador solía entrar a su cuarto, y siempre era lo mismo: “la tocaba por su cuerpo, los pechos, la cola, la había destapado y le estaba empezando a levantar el camisón. La tocaba por abajo y por arriba de la ropa; y que hasta el día de hoy recuerda su mano áspera que la tocaba y el olor a cal que tenía y le da mucho asco”.

Según surge del expediente, en una ocasión decidió no hacerse la dormida, sino que abrió sus ojos y cuando el agresor lo notó “le dijo que no pasaba nada que la estaba tapando”. Aunque no llegaron a revelarse entre sí los abusos, las dos niñas convinieron en echarle llave al cuarto y así evitar el ingreso del albañil. Pese a ello, en su mente quedó grabada la escena del picaporte que se bajaba, siendo el agresor que intentaba entrar. 

La situación no fue distinta para la hermana menor, quien relató que también era víctima de tocamientos por parte de Santos. “Él entraba a su pieza y la tocaba, se quedaba quieta, ni hablaba, la tocaba en la vagina debajo de la ropa, siempre dormía con remera y bombacha, él le bajaba la bombacha y la tocaba”, reza la denuncia respecto a la menor de las víctimas.

Entre los diversos intentos por evitar los ataques sexuales, la joven recordó que se puso un pantaloncito y un cinto pensando que así era más seguro, pero un día que estaba sola, él (por el acusado) entró, le sacó el cinto le bajó su pantaloncito y le practicó sexo oral”.

Hechos como estos se repitieron por años, pues Santos fue convocado para varias refacciones en la vivienda, aunque ya, al ser mayores, ya tomaron los recaudos del caso y no dejaron ninguna posibilidad de ser abusadas, no obstante, aún tenían un fuerte temor al imputado, quien, a sabiendas de ellos, solía intimidarlas con cruces de miradas en la vía pública.

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