Una indignante situación ocurrió en un restaurante en Perú, cuando una comensal reaccionó violentamente cuando recibió el plato que había solicitado por considerar el tamaño como insuficiente.
Por la agresión, una de las meseras del lugar recibió 20 puntos de sutura en la frente luego de que le hayan tirado con uno de los platos que llevó a las mesas mientras cumplía su jornada laboral.
La agresora, identificada como Carolina Vílchez Santiago, de nacionalidad venezolana, quiso retirarse del lugar tras ver cómo había dejado a la empleada del restaurante La Tripulación Marina, pero al ser retenida por otras personas que estaban esperando el almuerzo le mordió la oreja a un hombre para poder escaparse con éxito.
La versión que brindaron del hecho en el restaurante
La dueña del restaurante ubicado en San Martín de Porres, Laura Huaraca, manifestó que la empleada “tiene 20 puntos en la cara y prácticamente ha quedado desfigurada”, y que uno de los reclamos que escuchó en la zona de cocina: “¿qué es esto? ¿Tan poco?” pero que representaba el tamaño normal de un plato que cuesta 10 soles (moneda oficial de Perú).
“Un cliente que estaba tomando una gaseosa con su pareja la detuvo, pero al detenerla la agresora lo mordió y la hemos detenido entre varias personas”, especificó sobre el hecho y agregó que la joven no contaba con la cédula extranjera que la identificaba.
Carolina Vílchez Santiago fue detenida por la Policía Nacional de Perú y trasladada a la comisaría Sol de Oro para continuar con las investigaciones correspondientes del caso, mientras que Aracely Paucar, empleada agredida del restaurante, recibió una licencia médica de un mes.
Otras historias agresivas que ocurrieron en restaurantes
En un restaurante de Viña del Mar, en Chile, un joven denunció que fue discriminado por el dueño del restaurante únicamente por su condición médica debido a que padece Síndrome de Tourette. Esto fue mediante su cuenta de tiktok
“Nos dijo: ‘Señores, se van a tener que retirar, porque en este restaurante no atendemos a personas así”, comentó el afectado, a pesar de que le habían comentado que la enfermedad que sufre el jóven se trata de "un trastorno a nivel del sistema nervioso que involucra desde tics, movimientos involuntarios y gritos, hasta la coprolalia, el decir groserías sin poder controlarse”.
Según lo relatado por Felipe Silva, el dueño del restaurante le pidió que se retirara porque "afectaba el normal funcionamiento del establecimiento con el resto de los comensales al no poder medir sus palabras ni las groserías".