Condenaron por trata a los 'Pai Umbanda' del templo a 'San La Muerte'
Justicia20/04/2023InformateSaltaEn la memoria de los salteños resuena el allanamiento que tuvo lugar en diciembre del 2021 en un “santuario” de Villa San Antonio de la ciudad de Salta, produciéndose la detención de unos sujetos acusados de trata de personas, operando como líderes de un oratorio que promovía la veneración a la imagen de “San La Muerte”.
Ahora hay novedades sobre el caso: se conoció la sentencia que el Tribunal Oral Federal N° 2 de Salta dictó contra Jorge Juan Soria Villalba y su pareja, María Ester Arroyo, tras ser encontrados responsables de los delitos de trata de personas con fines de explotación sexual agravada por intimidación, por la vulnerabilidad de las víctimas, por haberse consumado la explotación y por ser los imputados ministros de un culto religioso, y por las lesiones leves perpetradas a dos víctimas, en concurso real.
Según la información compartida por el Ministerio Público Fiscal de la Nación, la jueza Gabriela Catalano y el juez Abel Fleming condenaron a Soria Villalba a 9 años de prisión, mientras que a Arroyo le corresponderán 8 años y 2 meses tras las rejas.
Asimismo los jueces dictaron la inhabilitación de la pareja, el decomiso de 18.600 dólares para ser afectados al Fondo Fiduciario de Asistencia Directa a Víctimas de Trata de Personas, las cédulas azules de un Volkswagen Gol Trend, tres teléfonos celulares y el embargo preventivo del inmueble donde funcionaba el culto. También ordenaron que la condena contra Arroyo se cumpla bajo la modalidad de prisión domiciliaria.
Respecto al caso por el que se los acusó, la denuncia formulada por una persona señaló a los ahora condenados como líderes de un santuario donde se hacían llamar “Pae” y “Mae”, captaba a personas en estado de vulnerabilidad, que luego eran explotadas en su beneficio y para lo cual se valían de actividades religiosas dirigidas a venerar a San La Muerte, dentro del credo Umbanda y Kimbanda.
En cuanto a la acusación de la Fiscalía, esta modalidad la ejecutaban mediante actos intimidatorios, siempre usando la práctica ‘religiosa’ para infundir temor a sus víctimas, afirmando ofensas hacia la deidad que veneraban, o auguraban promesas de porvenir si cumplían con las indicaciones de devoción.