El ataque sexual, que tuvo como víctima a su ex mujer, ocurrió al día siguiente de haber peregrinado desde El Carrill para participar de la procesión del Milagro, en 2017. La ahorcó con una cuerda y la golpeó en la cabeza hasta que logró someterla.
En un fallo dictado el 13 de marzo pasado, el juez Martín Pérez, de la Sala I del Tribunal de Juicio, condenó al ex policía Pablo Rafael Yrala, de 45 años, a cumplir una pena de 6 años de prisión, aunque en la misma sentencia lo favoreció con el arresto domiciliario, en una vivienda del barrio Arturo D’Andrea, en la localidad de El Carril.
Yrala, según la resolución, fue condenado por ser autor penalmente responsable del delito de abuso sexual con acceso carnal, hecho cometido en perjuicio de su ex mujer, quien realizó un extenso relato de los abusos sufridos a manos de su ex pareja, aunque en el debate se analizó un episodio ocurrido el 16 de septiembre de 2017, hace casi 7 años.
Según lo expuesto en el juicio, el acusado, quien era policía al momento del hecho, se hallaba separado de su ex mujer, aunque frecuentaba la casa en la que vivía la víctima y un hijo menor de ambos, en el barrio Mataderos. La esposa sostuvo que la relación matrimonial estaba desgastada por infidelidades del imputado.
Además, señaló que era objeto de constante maltrató y que nunca la respetó como mujer, pues siempre imponía su voluntad. Contó que el día del hecho, alrededor de las 13.30, se encontraban en su domicilio, cuando el acusado ingresó a su cuarto de manera imprevista, en el momento que había salido de bañarse.
Explicó que minutos antes, le había pedido a Yrala que haga unas compras para cocinar. Cuando salió del baño, su ex ya había vuelto, por lo que se le acercó en la pieza, cuando ella aún estaba con su bata, circunstancias que le pidió tener intimidad sexual, a lo que se negó.
Relató que se hizo para atrás y lo empujó, pero que Yrala siguió avanzándola hasta que la arrojó en la cama, por lo que se asustó, ya que nunca había reaccionado de esa manera. Y, además, no había nadie en la casa, estaban los dos solos.
“No quería estar con él”
Estaba visiblemente enojado porque se negó a tener intimidad, a tal punto que se le arrojó encima y colocó sus rodillas en sus hombros mientras le pega en la cabeza, no en la cara, para luego decirle “por qué no quería estar con él, que está con otro, que era una puta, una cualquiera y que quería estar con ella”, indicó.
Fue entonces que comenzó a llorar, pues estaba fuertemente atemorizada, ya que no podía creer su comportamiento violento. Afirmó que Yrala la miraba y, a la vez, la insultaba y que muy cerca suyo, pudo ver el arma reglamentaria de la policía.
Esto, casualmente, la hizo pensar: “si gritaba, él podía darme un tiro, por lo sacado que estaba”, tanto que, en un momento, dejó de insultarla y le enrolla la cuerda de una cartera en el cuello, para luego empezar a ajustar, sin dejar de reclamarle que debía acceder al sometimiento sexual.
Ante el riesgo de vida, la víctima accedió, por lo que recién aflojó la cuerda. Tras el abuso, la víctima no cesaba de llorar. Molesto, el ex policía le reprochó: “por qué lloras, qué te hice”. Lejos de responder, no dijo nada, se vistió y al mediodía se marchó de la vivienda.
Aún en shock, caminó tres kilómetros hasta el río Rosario, sin saber qué hacer, por lo que llamó a una psicóloga que la trataba, a quien le contó sobre el abuso y aportó un dato estremecedor: el día previo al ataque sexual, habían ido juntos a peregrinar desde El Carril a Salta para participar de la procesión del Milagro.
Tras escucharla y darle contención, la profesional le recomendó que dejará de lado su preocupación respecto a que la denuncia dejaría sin trabajo al agresor. “Vos pensas en él y él no pensó en vos”, fue lo que la decidió a radicar la denuncia, lo que derivó en la detención de Yrala.
Luego, en una declaración más detallada, a la que tuvo acceso InformateSalta la mujer reveló que el acusado había intentado someterla a mantener sexo oral, señaló que se resistió, pero que nada pudo hacer debido a la superioridad física del ex policía, quien había ido decidido a que se reanudará la relación.
Lejos de ello, la mujer dio a conocer otro incidente ocurrido unos meses antes, en abril, del cual no radicó denuncia a fin de evitar problemas en el trabajo del imputado. Sobre ese hecho, dijo que discutieron por lo mismo: el reclamo hacia ella por otra supuesta relación amorosa.
Sostuvo que Yrala la agarró del cuello, la arrojó al piso, forcejearon, pues el acusado le quería sacar el pantalón. Para reducirla, la cacheteó con las manos abiertas hasta que se detuvo debido a que ingresó a la casa un familiar. Respecto a este hecho, el ex policía fue sobreseído antes de llegar a juicio.