Ultraprocesados en la alimentación infantil: ¿Qué son y por qué hay que estar atentos?

Los alimentos ultraprocesados están cada vez más presentes en la dieta diaria, especialmente de los niños. La nutricionista Josefina Moreno advirtió que su consumo frecuente puede generar consecuencias graves para la salud, como obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares y también “Están diseñados para ser irresistibles, fáciles de consumir y poco saciantes”, explicó.

Estos alimentos son productos industriales con ingredientes que no se encuentran en su forma natural ni se usan en la cocina cotidiana, como conservantes, colorantes y saborizantes. Ejemplos comunes son las salchichas, fideos instantáneos, galletitas, snacks y bebidas azucaradas

“En los kioscos escolares no hay frutas, y muchos padres, por falta de tiempo, eligen lo más rápido. 

Moreno remarcó que este tipo de alimentos no solo desplaza a los naturales, sino que están normalizados en los hábitos familiares y escolares. “En los kioscos escolares no hay frutas, y muchos padres, por falta de tiempo, eligen lo más rápido. Es importante volver a lo casero”, señaló.

Sobre si existen políticas para reducir el consumo de ultraprocesados en entornos escolares, la licenciada comentó: “Hay iniciativas de kioscos saludables, pero no se ven en todos los colegios. Sería importante que se implementen como proyectos que se sostengan en el tiempo, y no como algo pasajero”.

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También destacó el rol clave de las familias y las escuelas en la educación alimentaria. “No se trata de prohibir, sino de ofrecer alternativas”.

Entre sus recomendaciones, destacó:

• Leer siempre las etiquetas: “Hay que fijarse qué aparece primero en la lista de ingredientes. Si comprás un puré de tomate, que el primer ingrediente sea tomate. No agua, azúcar y tomate al final”.
• Cocinar en casa, aunque sea de forma simple: “No comprar un budín del súper, sino prepararlo en casa con ingredientes más sanos”.
• Comer sin pantallas: “Los chicos no prestan atención a lo que comen si están mirando el celular o la tele”.
• Involucrar a los niños: “Llevarlos al súper, dejar que participen en la cocina, explicarles por qué elegimos ciertos productos. Aunque no sea todos los días, al menos como actividad de fin de semana”.

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¿Sirvieron los octógonos?

En relación al etiquetado frontal, la nutricionista consideró que sí generó un cambio: “Mucha gente se detiene, lee y presta atención. El problema es que la letra de los ingredientes sigue siendo muy chica. Debería ser más clara y visible para que todos puedan entender qué están consumiendo”.