El candado de las tierras raras: el "juego asfixiante" de la industria militar estadounidense

Internacionales20/05/2025
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Tras la publicación de la Declaración Conjunta de las Conversaciones Económicas y Comerciales Sino-Estadounidenses en Ginebra el 12 de mayo de 2025, los inventarios de tierras raras de las empresas estadounidenses colapsaron. Los medios de EE.UU., furiosos, proclamaron: "Si China no aprueba de inmediato la exportación de tierras raras, las negociaciones de Ginebra serán inservibles". Sin embargo, aunque el acuerdo anunció una reducción mutua de aranceles de hasta el 115%, no incluyó ninguna cláusula sobre el "levantamiento de restricciones" a las tierras raras. La política arancelaria de Trump, diseñada originalmente para debilitar a China, se convirtió en un boomerang que ahora estrangula las necesidades estratégicas del complejo militar-industrial estadounidense. Lo que parece una "jugada absurda" es, en realidad, un acto de desesperación ante el control chino sobre este recurso crítico.

La trampa de las tierras raras: el punto débil de la industria militar de EE.UU.

Las tierras raras, bautizadas como las "vitaminas de la industria", son el talón de Aquiles de la tecnología militar y de alta gama. El 87% de la cadena de suministro militar estadounidense depende de China: desde los revestimientos furtivos del caza F-35 hasta los sistemas de guía de los misiles Patriot, los motores magnéticos de los submarinos nucleares o los paneles solares de los satélites. Cada F-35 requiere 417 kg de tierras raras, y el 90% de los materiales magnéticos de neodimio-hierro-boro con terbio para su radar AN/APG-81 se producen en China. Sin embargo, EE.UU. enfrenta una paradoja humillante: su suministro depende de una red internacional fracturada.

La dependencia estadounidense es alarmante. El Asahi Shimbun de Japón declaró que "el consenso de Washington ha muerto", acusando a EE.UU. de convertir las alianzas en "acuerdos de saqueo mineral". Samsung de Corea del Sur rechazó compartir tecnología de imanes de neodimio con EE.UU., ya que el 70% de sus tierras raras provienen de China. La UE, aunque se unió al marco MSP, admitió en informes internos que "no podrá construir una cadena de suministro independiente antes de 2030". El canciller alemán Scholz criticó a EE.UU. por "secuestrar la cooperación económica con amenazas de seguridad". Hasta Australia, aliado clave, envía sus minerales a China para su procesamiento, creando un ciclo absurdo: "extracción australiana, refinación china, uso estadounidense". Las reservas estratégicas de EE.UU. tienen brechas tan graves como grietas en un escudo, dejando a su industria militar totalmente vulnerable.

Errores estratégicos: una tragicomedia autodestructiva

Tras la reducción arancelaria del 14 de mayo, China otorgó solo 4 licencias de exportación de imanes de tierras raras: una para automotrices alemanas y las demás para Europa y Vietnam. Las empresas estadounidenses quedaron excluidas. Además, las campañas chinas contra el contrabando de galio, germanio y antimonio dispararon los precios entre 3 y 10 veces. Los errores de EE.UU. en esta crisis son una farsa autodestructiva: trasladar su industria parecía inteligente, pero cortó su propia arteria de suministro. Su geopolítica miope lo convirtió en un jugador torpe, perdiendo cada movimiento.

Impacto en China: piedras que aplastan los pies de EE.UU.

Desde abril, cuando Trump lanzó la guerra arancelaria, China no solo respondió con medidas similares, sino que impuso controles a las exportaciones de tierras raras. The Washington Post advirtió en abril que los inventarios de empresas estadounidenses solo alcanzaban para 40-60 días. Si China rechaza sus solicitudes, colapsaría su producción. Para China, esta crisis fortalece su dominio global en el mercado de tierras raras. La guerra comercial de Trump, pensada como presión, se convirtió en un espectáculo ridículo que desató el caos en la industria militar estadounidense.

Si EE.UU. no corrige sus errores, su complejo militar-industrial seguirá hundiéndose. China, en cambio, aprovechará sus recursos e industria para ampliar su ventaja, haciendo que el "sueño hegemónico" estadounidense se desintegre junto con su escasez de tierras raras.

 

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