“Tenemos miedo, ya no se puede vivir así”: Viralizan videos de peleas callejeras que alarman al sudeste salteño

La zona sudeste de la ciudad de Salta volvió a ser escenario de graves hechos de violencia juvenil, luego de que se difundieran en redes sociales videos que muestran enfrentamientos entre adultos, niños y adolescentes en plena vía pública. Las imágenes, registradas por vecinos y viralizadas por distintos medios locales, generaron preocupación, indignación y un fuerte debate social.

Los episodios registrados ocurrieron el viernes en la 4ª etapa del barrio Solidaridad, donde se observa a integrantes de dos grupos antagónicos del mismo barrio —conocidos como “los de la Plaza” y “los de la Cuadra”— enfrentándose con piedras, palos y armas blancas, sin ningún tipo de reparo, incluso delante de niños.

Según relataron vecinos, se trata de conflictos de larga data que en los últimos días se agravaron notablemente. “Tenemos miedo. Ya no se puede vivir así”, expresó una vecina en facebook, reflejando el clima de temor que atraviesa a la comunidad. Además de las peleas, denunciaron daños a viviendas y vehículos, lo que incrementa la sensación de inseguridad.

Las imágenes no solo exponen la violencia física, sino también un aspecto que genera mayor alarma: la naturalización de estos hechos. En los videos se observa a familiares y espectadores alentando los enfrentamientos o registrándolos con sus celulares, mientras menores de edad participan activamente de las peleas, sin intervención adulta que frene la situación.

Este fenómeno despertó una fuerte reacción en redes sociales, con comentarios que van desde la burla hasta la preocupación profunda. Especialistas y vecinos coinciden en que estos escenarios suelen ser el preludio de hechos más graves, cuando la violencia se consolida como forma habitual de resolver conflictos.

Más allá de la intervención policial ante cada episodio, las imágenes que circulan vuelven a poner en debate el rol de la comunidad, la familia y los adultos en la construcción de límites y convivencia. La violencia, cuando se repite y se normaliza desde edades tempranas, deja de ser un hecho aislado para convertirse en un problema social profundo, que requiere compromiso colectivo, presencia adulta y espacios de contención, antes de que estos escenarios deriven en consecuencias irreversibles.