Más de 600 muertos por la pandemia permanecen en congeladores en Nueva York

Coronavirus 23/11/2020
Morgue temporal de Nueva York
Morgue temporal de Nueva York.

Mientras la ciudad de Nueva York enfrenta una segunda ola de contagios con la llegada del frío, más de 600 cuerpos de neoyorquinos que murieron por COVID-19 permanecen aún almacenados en congeladores en la ciudad.

El pasado abril se instaló una morgue de emergencia en el paseo marítimo del condado de Brooklyn, donde aún permanecen aproximadamente 650 cuerpos de víctimas de la pandemia cuyas familias no pueden ser ubicadas o no pueden pagar su entierro, señaló la Oficina del Médico Forense de la ciudad.

Mientras el destino de estos cuerpos aún se desconoce, la ciudad reporta un considerable aumento de la cifra diaria de contagios, que podría dispararse con las reuniones sociales del Día de Acción de Gracias y las fiestas de fin de año.

Entierros Nueva York
La Subdirectora Ejecutiva de la Oficina Forense Dina Maniotis, recordó que todas las familias tienen derecho a solicitar un entierro gratuito en Hart Island.

Antes de la pandemia, la mayoría de los fallecidos habrían sido enterrados en unas pocas semanas en una tumba para indigentes en Hart Island, que se encuentra en Long Island Sound, muy cerca de El Bronx.

El alcalde Bill de Blasio prometió en abril que no se realizarían entierros masivos tras los informes de que la ciudad estaba considerando el uso de tumbas temporales en Hart Island.


“Esto ha sido traumático. Estamos trabajando con ellos tan amablemente como podemos y persuadiéndoles para que hagan sus planes. Muchos de ellos decidirán que quieren ir a Hart Island, lo cual está bien”, señaló Maniotis.


Además, destacó que la Oficina Forense no fue creada para hacer frente a una pandemia global que ha matado a miles de neoyorquinos desde que se decretó la emergencia sanitaria.

Esta agencia cuenta con 15 empleados encargados de identificar los cuerpos y otras siete personas responsables de contactar a los familiares, que durante la pandemia inundaron la oficina con llamadas en busca de información sobre parientes que podrían haber muerto.

El Departamento de Salud acudió en su ayuda enviando a más de 100 empleados para administrar el volumen de llamadas, que aumentaron de las usuales 30 ó 40 diarias a 1.000 por día.

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