Los violentos crímenes de Darío Monges ocurrido en 3 de septiembre, cuando fue encontrado acribillado en su camioneta y Pablo César Almaraz hallado maniatado y decapitado en una finca en Pichanal el 1 de octubre estarían vinculados al peligroso sicario Alejandro “Cabezón” Díaz y su familia dedicada al narcotráfico.
Según un informe publicado por TN el cuerpo de Almaraz fue encontrado en inmediaciones a una finca que era arrendada por el padre del sicario detenido en la Unidad Carcelaria I de Villa las Rosas, Juan Alberto Díaz, consideraron uno de los delincuentes más peligrosos de la provincia.
Se trata de una familia completamente dedicada a la delincuencia, ya que su hermano es yerno del jefe de sicario de “El Coya” Rojas un capo narco de la zona que se encuentra detenido en Chaco y que casualmente la víctima habría tenido vinculación con este.
“Cabezón”, “Cabeza” o “El Ale”, como lo llaman al asesino a sueldo, fue capturado en mayo de este año luego de que TN expusiera su actividad en la zona de la frontera. Pese a que tenía cédula roja de Interpol, se movía con custodios armados y camuflado con bigotes postizos, lentes y gorra para evitar ser reconocido. Lo atraparon en un departamento de Tarija que había alquilado.
Pero cómo se vincula a Darío Monges con el sicario, es que resulta que este fue a visitarlo a la Unidad Carcelaria 3 de Orán haciéndose pasar por abogado y aparentemente bajo la autorización de funcionarios del Ministerio de Seguridad y Justicia.
Ahora se conoció que tres personas fueron detenidas en la causa que es investigada en conjunto entre el Ministerio Público Fiscal de Salta y la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR). Fuentes del caso indicaron que el mayor de los detenidos, Alfredo “El Viejo” Bejerano, está relacionado con Díaz y la banda de “El Coya” y ya había una investigación con su nombre en la Justicia.
Sus hijos, Roberto y Santiago, son mecánicos. El mayor tiene antecedentes por tenencia y portación ilegítima de arma de fuego en poblado, delito por el que fue detenido en noviembre y liberado tras pasar 11 días en la Alcaldía de Salta. Ambos se negaron a declarar.
Los detectives buscan determinar si Monges fue ejecutado en otro lugar y luego trasladado hacia ese sitio. En tanto, la cabeza de Almaraz aún no fue encontrada y creen que esa situación pueda formar parte de la trama mafiosa de Orán que cada vez cobra más brutalidad.
Las hipótesis narco del crimen del asesor político Darío Monges y del peón rural Pablo César Almaraz: puesteros, automexicaneadas y ajustes de cuentas.
El primer reflejo fue suponer que Pablo César Almaraz fue asesinado por haberse quedado con parte de una carga de cocaína, motivo común que enlaza a otros crímenes de peones rurales en el norte argentino. Los investigadores creen que los sicarios dejaron el cuerpo en ese lugar como un mensaje a Díaz, no como una advertencia, sino como un aviso de que la orden había sido cumplida.
En el pasado, killers que ejecutaban a pedido del “Cabezón” dejaban dinero en la boca de sus víctimas. De esta manera, el jefe sabía que había sido su banda la que había cumplido el encargo, una especie de firma siniestra.
Fuentes de la investigación indicaron que Almaraz era puestero de “Yampa”, un exgendarme que, exonerado de la fuerza de seguridad hace 15 años, se volcó hacia el negocio del tráfico de drogas y es, en la actualidad, un temido narco de Pichanal. El exuniformado -que fue entrenado en operaciones especiales en el monte salteño- también trabajó con “El Coya” Rojas.
Los puesteros, en la cadena narco, son las personas encargadas de acopiar la droga en un lugar estratégico. En ese lugar, la “enfrían” para luego continuar su camino, o bien, es entregada a los compradores. Quien cumpla ese rol, el más delicado y tentador, debe ser de extrema confianza: sabe cuánta droga ingresa y cuánta sale.
En cuanto a Monges, también se trataría de un ajuste de cuentas. El asesor habría tomado el lugar de “Cabezón” Díaz en las conversaciones por el envío de 200 kilos de cocaína que serían enviados a Reino Unido: 100 kilos habrían llegado a destino, pero los otros 100 quedaron en el camino. El hombre asesinado tenía que hacerse cargo de la droga que ingresó al país hasta Salta, otra estructura lo haría desde esa provincia hacia Rosario, sostienen los investigadores.
Creen que los narcos detectaron que en Orán se “perdió” la mitad del cargamento que, en realidad, fue entregado por “el puestero” a otra organización. Es decir, una “automexicaneada”.