Juicio a Narcopolicías: las escuchas telefónicas fueron contundentes
Para los defensores, las intervenciones telefónicas, máxime cuando son contundentes como en este caso, son prácticamente imposibles de revertir. Por ello, la mejor estrategia es tomar la mayor distancia que se pueda de ellas.
Justicia02/09/2018En una entrega exclusiva, InformateSalta pudo extraer algunas de las conversaciones más comprometedoras. Se trata de tramos en los cuales no sólo quedó probada la existencia de un delito, sino también de una connivencia que muy pocas veces se pudo obtener en una causa penal.
El tenor de las conversaciones dejó de manifiesta el nivel de corrupción de los policías implicados, al igual que la impunidad con la cual se manejaban. Dueños de absolutos del timón de la investigación, los acusados dirigían el accionar de la justicia hacia aquellos narcotraficantes que no eran de su agrado, como el caso de un tal “Rafa”, un sujeto a quien pretendían “plantarle” droga para así poder inculparlo y mandarlo tras las rejas.
Este accionar, sin embargo, no se debía a que dicho narco era el malo de la película, sino porque se trataba de un fuerte competidor de la boca de expendio de drogas que operaba, en este caso, Serrudo, quien era la mujer que estos policías amparaban.
De las escuchas, quedó claro que la intención de los policías apuntaba a monopolizar la venta de drogas en el barrio Alta Tensión, actividad de la cual los acusados podían sacar una mejor tajada, pues de esta manera las ganancias serían mejores.
Arrastrados por Carrizo, el policía que inició una relación amorosa con Serrudo, el resto de la dotación ingresó en un terreno del cual posteriormente no hubo retorno, pues la conexión con la mujer narco se convirtió en una bola de nieve que terminó por estallarse en sus propias manos.
Las escuchas dejaron al descubierto cómo Carrizo protegía a su novia, a quien le anticipaba el movimiento de otros policías que pedían información respecto a la actividad de venta de droga en el barrio de Alta Tensión. Con una ayuda así, la impunidad de Serrudo estaba prácticamente garantizada.
A tal punto llegó la investigación, que las escuchas telefónicas no demoraron en alcanzar al resto de la banda o, al menos, los más involucrados en este accionar, quienes también dejaron en evidencia otro factos preocupante, como fue la facilidad que tenían los policías de “armar” procedimientos destinados a implicar a terceros.
Cambios necesarios
Surgieron a partir de la detención de esta banda, pues su accionar dejó al desnudo la debilidad del sistema de investigación y como los investigadores podían manejarse sin ningún tipo de control o supervisión, sin que ello llamara la atención en las filas superiores.
Para darse cuenta de esto, lamentablemente, fue necesaria la intromisión de una fuerza foránea, como en este caso fue la Policía Federal, cuyos miembros tuvieron la habilidad de sortear los escollos y, desde afuera de la fuerza, pudieron ver el grado de corrupción de los policías implicados.
Uno de los errores que se advirtieron, por ejemplo, giró en torno al manejo interno de la información que llegaba a través del sistema de denuncias web, una puerta por la cual los vecinos aportan datos de todo tipo, incluido cuando los policías están implicados.
Estas denuncias, en muchos casos y hasta ese entonces, llegaban a manos de los policías que eran sindicados como corruptos, por lo que esas acusaciones eran archivadas o prácticamente desaparecían, y en el último de los casos, servían para que los policías estuvieran en alerta.
Para cambiar esto, se llevó adelante un cambio en los protocolos, dándole una mayor intervención a las fiscalías penales, las que, por otra parte, encontraron en la participación de otras fuerzas, los aliados ideales para avanzar en las causas en las cuales los vecinos apuntaban a policías como cómplices.
Sin dudas, por esto y otros factores más, este caso marcó un antes y un después en materia de investigación por hechos de tenencia y comercialización de drogas, un áreas que posteriormente se capitalizó con la llegada de una unidad fiscal específica, como la UFINAR, organismo que logró obtener mucho éxito en la materia, al menos, hasta el momento.