Patada de animal

Cuenta la leyenda y también cuentan las viejas tribunas de maderas  que había un tipo que cuando pateaba la pelota hacía sonar las campanas de la iglesia. Se dice que le pegaba tan ferozmente que la ambulancia encendía su motor previo al disparo por si impactaba en algún rival de la barrera.

Sociedad 23/04/2019
patada animal (2)

Estatura baja, piernas gruesas y músculos de piedra. El “Petiso” Morales era el mariscal en la defensa del Club Atlético Central Norte en la década de los sesenta. Dicen los sabios futboleros, la mejor época de la historia del fútbol argentino. Época dorada para el fútbol regional y más aún para el pueblo azabache. Formación épica, místicos jugadores, mix de bohemia con buen fútbol, excesos y grandes éxitos. 

“Nunca vi que alguien rematara tan fuerte el balón. Un tipo superdotado. Hoy en día jugaría en la Selección”. Martín López, excompañero  habla de Morales con notable admiración. Toma distancia por respeto y orgullo. “Jugaba de igual a igual con cualquiera, hasta descalzo. Grandes condiciones, innatas, de un tipo único“.

Mientras sigue retumbando el arco luego de un tiro libre de media cancha, Hugo “Petiso” Morales pedalea sin cesar. Bicicleta sin cambios, piñón fijo, cuadro antiguo, freno a pastillas, recorre a diario desde Finca Las Costas a la ciudad, ida y vuelta. Ida y vuelta. Cada bendito día. Por la calle Entre Ríos se ven banderas, papelitos por el aire, miles de remeras negras, pancartas, pasacalles, murales, pero ninguno dice nada de él. Ya nadie recuerda sus hazañas, sus jugadas heroicas, su pellejo despedazado entre el barro. De solo verlo, pareciera que se detiene el tráfico vehicular. Las veredas se llenan de sillas ocupadas entre vecinos dispuestos a conversar. No hay sitio alguno para un teléfono móvil. Es que viste al natural, pareciera salir de un museo donde lo lento, lo bello del pasado ha sido ocupado por lo rápido y lo vulgar.

“Recuerdo esas lindas épocas. Jugábamos por amor. Nos poníamos la negra y a dar espectáculo. Y si no se podía jugar bien había que meter. Pero ganar seguro. No recuerdo haber salido derrotado. Mirá que vinieron los mejores a jugar aquí. Me enfrente a todas las figuras del país. Pero a Central nadie lo llevaba por delante. A veces nos sentíamos invencibles. Era como una orquesta ese equipo. Lástima que duro poco  tiempo. Antes se entrenaba poco y se tomaba mucho. Tuve posibilidades de ir a equipos de otros lados pero eran otros tiempos. Dejamos de jugar muy jóvenes.  Nosotros teníamos la ventaja que éramos amigos. Y además todos fuera de serie. Cuadri, Encina, Morales, Cuenca,  Ponce, “Tito” Cancinos; Sueldo, Dávila,  Sandez, “Conejo” Cortes, “Deguello” Gómez, “Pupo”Avalos, “Chancha” Cortes. Arrasábamos. De memoria. De memoria, jugábamos hijo.”

Aunque no te gustase el fútbol, al escucharlo, dan ganas de volver el tiempo atrás. Al menos pagaría por unas imágenes. Desde los bailes en el predio del club en calle Alsina, las comidas en las vías, las carencias y luego el exitismo. Las ausencias y luego la abundancia. Los contrastes de un ser humano de excepción. Mientras tanto toma un vaso de vino para sentirse vivo. No deja de hablar. Se levanta, hace gestos, desparrama vitalidad. De repente entre anécdotas recuerda una canción, baila, sonríe. Siempre positivo, optimista. Tiene una rodilla lastimada que nunca quiso revisar. Por sus propios medios decidió vendarla porque le genera seguridad. Sin muecas de dolor. Sin rencores ni rostros de lástima. Después de ese detalle, está intacto. Es un personaje digno, notable, destacado, honrado, olvidado.

patada animal (1)

Tiene los pies y parte de las piernas  mojadas. Es que el hombre debe cruzar un río para llegar a la ciudad. En realidad, cruzó mares, desiertos y mundos. Pasó de todo, las vivió todas. Perdió y ganó. Tuvo amores, desamores, hijos encontrados y otros perdidos  y vidas entre muertes, por doquier.  Sigue de pie, aunque la vida le quiera levantar la bandera del final y lo provoquen con desbordes, aún espera que la pelota quede picando para calzarle con un pleno de empeine. Jubilado de Aguas y Energías, pero nunca retirado se dice, agradece al pueblo cuervo, reparte nostalgia, revive anécdotas. Mito y leyenda urbana, se seca el sudor y la humedad con lo que queda de cartón. Hugo “Petiso” Morales, corazón ferroviario, representante fiel y raíz de una historia negra y blanca que no tiene fin.

Por Nicolás Cortés, para InformateSalta

Te puede interesar
Lo más visto

Recibí en tu mail los títulos de cada día