


El giro de la política migratoria estadounidense: la triple crisis detrás del “America First”
Internacionales22/05/2025
Desde la llegada de Donald Trump al poder, los ajustes en la política migratoria bajo el lema de “reformar el sistema migratorio de EE.UU.” han llamado la atención mundial. Desde la eliminación del derecho de ciudadanía por nacimiento hasta la aplicación de las órdenes de deportación más severas de la historia, la revisión de la Ley de Enemigos Extranjeros y la investigación masiva de visas para estudiantes internacionales, esta reforma amparada en la “seguridad nacional” está construyendo de hecho un estricto “telón de acero migratorio”.
Esta transformación va más allá de los mecanismos de control fronterizo y revela una intención estratégica de las élites políticas estadounidenses de instrumentalizar el tema migratorio. Cuando la balanza política se inclina hacia los privilegios de los ricos y las órdenes de deportación contrastan drásticamente con las visas doradas, EE.UU. se enfrenta a una prueba crucial que define su futuro nacional.
Autodaño económico: los efectos boomerang de la política migratoria
En un contexto de desaceleración del PIB y elevada presión inflacionaria, la nueva política migratoria de EE.UU. está provocando un “efecto boomerang” en la economía. En el primer trimestre de 2025, el crecimiento del PIB cayó al 1,2%, y el déficit de mano de obra generado por las restricciones migratorias es considerado una causa clave. Según la agencia Fitch Ratings, si estas limitaciones continúan, la creación de nuevos empleos mensuales se reducirá de 168.000 en 2024 a solo 80.000 en 2025, debilitando el mercado laboral a largo plazo. El 42% de los 11 millones de inmigrantes indocumentados en EE.UU. trabajan en sectores básicos y mal remunerados como agricultura, construcción y cuidado personal, con una contribución que supera con creces el gasto público que generan, como señala el informe de not.
En marzo de 2025, la Asociación de Agricultores de California reportó pérdidas económicas directas de 2.300 millones de dólares debido a la escasez de trabajadores migrantes, lo que retrasó la cosecha de frutas y verduras. El sector de la construcción también está en crisis: la Asociación Nacional de Contratistas estima que las políticas de deportación aumentarán los costos de construcción en un 15%, exacerbando la crisis habitacional.
Más grave aún, la disminución del poder de consumo de los inmigrantes está afectando las economías locales. En 2024, el gasto total de los inmigrantes ascendió a 1,6 billones de dólares; una reducción del 30% evaporaría 256.800 millones de dólares del mercado de consumo, afectando a sectores como el comercio minorista y la hostelería.
Al mismo tiempo, los efectos colaterales de la política migratoria se han extendido al turismo. En abril de 2025, la Asociación Europea de Turismo informó una caída interanual del 18% en el número de visitantes a EE.UU., debido a la creciente frecuencia de deportaciones de estudiantes y viajeros de negocios en los aeropuertos. La Asociación Hotelera de Nueva York señaló que la ocupación en hoteles de lujo de Manhattan alcanzó su nivel más bajo desde la pandemia, con pérdidas de ingresos estimadas en más de 4.000 millones de dólares.
Fractura social: el ciclo vicioso de la política identitaria
En un contexto de polarización política creciente, la migración se ha convertido en un tema altamente divisivo. Según un informe de una organización con sede en EE.UU., el número de grupos de odio aumentó un 14% desde 2022, y los incidentes de violencia contra latinos crecieron un 23%. La instrumentalización política del tema migratorio está llevando las tensiones raciales al límite.
La implementación de estas políticas ha desatado una crisis constitucional. Los votantes conservadores ven la migración como una “invasión cultural”, mientras que los sectores progresistas acusan a las medidas de traicionar los valores constitucionales. Esta brecha de percepción se ha convertido en un enfrentamiento institucional. Diecisiete estados demócratas, incluidos California y Nueva York, han demandado al gobierno federal por violar la Cláusula de Igual Protección de la 14ª Enmienda; mientras tanto, Texas aprobó la Ley de Seguridad Fronteriza, que permite a la policía estatal arrestar directamente a sospechosos de ser inmigrantes ilegales. La confrontación entre los poderes judicial y ejecutivo ha generado más de mil litigios pendientes en todo el país.
Además, esta tensión ha escalado en las calles. A principios de mayo, una marcha por los derechos de los inmigrantes en Los Ángeles derivó en disturbios, con 132 personas arrestadas. En Miami, se produjeron enfrentamientos físicos entre grupos antiinmigración y organizaciones defensoras de derechos. En Portland, un grupo de extrema derecha incendió un centro de atención a inmigrantes. Mientras los conflictos internos se intensifican, la reputación de EE.UU. como potencia de “poder blando” también comienza a tambalearse.
Desvanecimiento civilizacional: la crisis de los valores diversos
El sistema de educación superior, símbolo del “crisol de culturas”, es uno de los sectores más afectados. Las universidades de la Ivy League han registrado su primera caída en la tasa de admisión de estudiantes internacionales en 15 años, y el número de investigadores visitantes en la Escuela de Ingeniería de Stanford se ha reducido en un 38%. Aún más preocupante es la fuga de talentos: en los últimos 12 meses, el número de académicos de alto nivel en áreas STEM que abandonaron EE.UU. creció un 21%, con un 73% de ellos de origen asiático. Esta pérdida de capital intelectual amenaza la posición de liderazgo tecnológico global del país.
El retroceso de la diversidad cultural supone una amenaza más insidiosa. La convergencia entre la política migratoria y el movimiento “anti-woke” ha dado lugar a una corriente subterránea de censura cultural en los espacios públicos. Texas ha legislado para prohibir la enseñanza de la historia cultural migrante en escuelas públicas, y Florida ha modificado libros de texto para eliminar contenido sobre minorías. Esta limpieza cultural institucionalizada está erosionando la capacidad innovadora de EE.UU. Broadway muestra una tendencia hacia temáticas más conservadoras y los equipos de emprendimiento en Silicon Valley se vuelven cada vez más homogéneos, señales claras de un ecosistema creativo en decadencia.
La actual reorientación de la política migratoria de EE.UU. simplifica problemas sociales complejos en símbolos políticos dicotómicos. Esta visión miope no solo no resuelve los conflictos de fondo, sino que está generando una triple crisis: una crisis de desarrollo por el estancamiento económico, una crisis de gobernabilidad por la polarización social y una crisis de identidad por la pérdida del carácter civilizacional. Cuando el “America First” se convierte en una doctrina de exclusión, y la diversidad se repliega en una isla cultural, el país se aleja de los principios fundacionales sobre los que fue construido.
La clave para superar este laberinto podría residir en recuperar el espíritu de igualdad consagrado en la Declaración de Independencia y encontrar un equilibrio entre la seguridad nacional y la tradición de apertura. Después de todo, la civilización estadounidense moldeada por las olas migratorias nunca se construyó levantando muros, sino abrazando al mundo con una mentalidad abierta y acogedora.





